Explorando la Ruta de las Mil Kashbahs, un viaje inolvidable por el Marruecos más insólito
Desde el desierto del Sáhara marroquí hasta la cordillera del Atlas, recorremos el sur del país para adentrarnos en cañones, gargantas y valles salpicados por fascinantes construcciones de adobe donde capturar la esencia de estas mágicas tierras.
A las puertas del desierto del Sáhara, el pueblecito de Merzouga es idóneo para empaparse de la cultura bereber. Una vez que hayamos probado su gastronomía y participado en sus tradiciones, estaremos preparados para profundizar en esta apasionante cultura ante las doradas dunas de Erg Chebbi del desierto. Allí pasaremos una inolvidable noche estrellada en una de sus jaimas y presenciaremos los cautivadores amaneceres y atardeceres dibujando con naranjas las montañas infinitas de arena. Para llegar hasta el campamento bereber, ¿qué mejor que hacerlo a lomos de un camello?
Encaminándonos hacia el corazón de Marruecos, donde las altas montañas del Atlas marcan los paisajes, empezamos a sorprendernos con las primeras construcciones de adobe entre horizontes rojizos y ocres. Se trata de las kashbahs, edificios tradicionales con más de 100 años de historia algunos de los cuales fueron hogar de poderosas familias. Nos encontramos siguiendo la carretera panorámica 9, una de las más espectaculares del país. El espléndido oasis de palmeras del valle del Draa guía nuestro rumbo poniendo color al paisaje.
Aquí las kashbahs se extienden a lo largo del río Draa contando la historia de este pedacito de Marruecos. A sus orillas, también encontraremos ksour o ksar, maravillosos pueblos fortificados entre los que perderse para sentir la verdadera esencia de esta hospitalaria región mientras tomamos un té de hierbabuena acompañado del producto estrella de estos valles, los dátiles.
En la ruta 10 podremos contemplar cómo es el río Todra, el que ha esculpido espectaculares desfiladeros de 300 metros de altura. Un punto popular para practicar senderismo, escalada y otras actividades de aventura. Por el camino, varios asentamientos nómadas nos descubren otras vidas.
Pasaremos también por el palmeral de Skoura, donde se esconde la importante kasbah Amridil, transformada en un interesante museo, y por el Valle de las Rosas, que se muestra especialmente bello durante los meses de abril y mayo, momento de su floración.
Los paisajes lunares del valle del Dades, por el contrario, dejan rincones áridos y remotos coronados por fortalezas de barro entre la vertiginosa garganta del Dades por las que serpentea el río del mismo nombre. Para sortearla y disfrutar de sus espectaculares vistas, será necesario realizar el trayecto que separa Boulmalme Dades de Msemrir, un sinuoso trayecto de 30 kilómetros. Será un poco más adelante, en Ourzarzate, donde los ríos Dades y Draa se funden en una presa.
La primera ciudad más grande después del desierto, y la más importante de la región del Draa, nos recibe con la perfectamente conservada kasbah de Taourit, edificada en el siglo XVIII con un exterior sobrio en contraste con sus lujosas estancias de techos policromados y maderas. A las afueras de Ourzazate se encuentran los famosos estudios cinematográficos Atlas, ofreciendo la posibilidad de fotografiarse en escenarios de las películas que aquí se han rodado: Gladiator, La Joya del Nilo, La Momia,...
A tan solo una hora de distancia, el icónico ksar de Ait Ben Haddou cautiva con la imagen de su fortaleza roja presidiendo una colina sobre el río Ounila. Declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO, sus laberínticas calles han sido también escenario de numerosas películas y series de televisión, pero en la antigüedad acogieron las caravanas procedentes del comercio con Sudán. Desde su cima divisamos panorámicas presididas por los picos nevados del Atlas, poniendo el mejor broche a esta fascinante ruta.
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