El pueblo más pequeño de Álava: 4 habitantes, infinitos encantos

Aquí no molestan los vecinos.

Las zonas rurales del Pais Vasco
Las zonas rurales del Pais Vasco / Istock / Esteban Martinena Guerrero

Un pueblo minúsculo, un pueblo familiar, un pueblo con cuatro habitantes. Inimaginable. En un rincón de la provincia de Álava, Urbina Basabe tiene el mérito o la desdicha de ser el pueblo menos habitado. Desde luego que en este pueblo habrá calma, pero también habrá miedo por el futuro, no puede haber mucho futuro en un pueblo con cuatro habitantes. Tampoco, supongo, servicios públicos ni posibilidad de muchas de las cosas a las que accedemos fácilmente en la ciudad. Vamos a conocer un poquito este pueblo, a ver qué hay, qué se puede visitar.

Por el valle de Kuartango

Por el valle de Kuartango

/ Istock / Carlos Larretxi

La Casa Torre Urbina Basabe

La Casa Torre Urbina Basabe, ubicada en el valle de Kuartango, conserva el testimonio más antiguo de la única batalla romana en Euskadi. Este edificio, hogar del linaje alavés Urbina u Ortiz de Urbina, fue un importante centro bajomedieval con funciones religiosas, administrativas y residenciales.

El conjunto arquitectónico incluye una iglesia monasterial dedicada a San Pedro, de estilo románico y datada en el siglo XII, considerada una de las más antiguas de Álava. Su retablo mayor, de 1615, está presidido por una imagen medieval de "Andra Mari" del siglo XIII o principios del XIV. Además, cuenta con una torre defensiva adosada al templo y otras estructuras menores. En 1458, la Casa Torre adquirió su apariencia actual y a principios del siglo XVI se añadió la espadaña exenta, característica del valle de Kuartango. Este patrimonio refleja la rica historia y la herencia cultural de la región.

Nubes por el valle de Kuartango, Alava

Nubes por el valle de Kuartango, Alava

/ Istock / Carlos Larretxi

Lo demás es campo

Por suerte, por desgracia, no hay mucho más que reseñar. Este pueblo no aparece en las búsquedas de Internet. No tiene mucho registro histórico más allá de la torre. No quedará más remedio que organizar una expedición. Ir hasta allí, libreta en mano, cámara en bandolera, y recoger testimonio oral, visual. Y dejar algo escrito y fotografiado para que este pueblo no desaparezca cuando los últimos cuatro habitantes lo hagan. 

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