5 pueblos que debes visitar para decir que conoces Salamanca

La provincia de Salamanca esconde muchos secretos que esperan a ser descubiertos.

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La tierra del Cid Campeador, la cuna de la intelectualidad, la capital de los charros. La provincia de Salamanca cuenta con un enorme patrimonio histórico y cultural, gracias a su rico pasado y su más que rico presente. Tradición es una de las palabras que mejor podría definirla. También lo son naturaleza o tranquilidad.

Está repleta de pueblos enclavados en parajes excepcionales, como el Parque Natural de las Batuecas o la Sierra de Francia. Todos y cada uno de ellos constituyen un paraíso ideal para cualquier escapada e incluso para vivir. Algunos más conocidos que otros, pero todos igual de bellos y mágicos. Estos son los cinco que tienes que visitar para poder decir que conoces Salamanca.

Alba de Tormes

Adquiriendo el nombre de una de las familias aristocráticas más conocidas de Europa, Alba de Tormes se convirtió en una especie de segunda Corte de España entre los siglos XVI y XVII. En aquella época se abrieron lugares como el Monasterio de las Carmelitas Descalzas. Los duques de Alba vivieron en el castillo durante muchos años, que hoy funciona como un excelente mirador de toda la comarca.

Panorámica del pueblo de Alba de Tormes de Salamanca

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Ciudad Rodrigo

Este destino ha sido un punto estratégico históricamente. Todas las civilizaciones que han pasado por allí han intentado quedarse con aquel lugar, desde romanos hasta musulmanes, pasando por bárbaros y portugueses. Entre Castilla, Extremadura y Portugal, no fue hasta el siglo XII cuando Fernando II de León decidió amurallarla para así protegerla aún más.

Muralla y catedral de Ciudad Rodrigo

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El Ayuntamiento preside la plaza principal, rodeada de terrazas de bares. Aunque el monumento más llamativo es la Catedral de Santa María, un templo erigido entre los siglos XII y XIV con una síntesis de elementos románicos y góticos. Como toda buena ciudad medieval, alberga también un castillo que hoy es Parador Nacional.

Mogarraz

Desde el año 2010, Mogarraz es uno de los pueblos más interesantes de la provincia y casi nos atreveríamos a decir que de España. Un artista local, Florencio Maíllo, recuperó las fotografías que se habían sacado los vecinos que no habían emigrado en los años 60 para formalizar sus documentos de identidad e hizo del pueblo un auténtico archivo fotográfico.

Mogarraz, el pueblo de las mil caras de Salamanca

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Hoy se conoce como el 'pueblo de las mil caras' y todos los vecinos de la época constituyen una parte muy relevante -y visual- de su historia. Las típicas casas serranas de la localidad son un testigo etnográfico de Mogarraz, donde presumen orgullosos de su pasado en la Casa de las Artesanías, el museo etnográfico del pueblo.

Candelario

En la ladera de la sierra homónima se ubica un pueblo encantador donde destacan las conocidas regaderas, unos canales por los que corre el agua que se derrite de la nieve de la Sierra de Francia. En primavera es cuando las calles laberínticas se llenan de agua y se conforma la postal más reconocible y bonita del pueblo de Candelario.

Casas típicas del pueblo de Candelario

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Otro elemento característico son las batipuertas, portadas de madera que protegen las viviendas de la nieve del invierno y que, antiguamente, regulaban la entrada de los animales. En las casas era donde también se producía el embutido, la actividad principal de sus habitantes, donde los balcones se utilizaban como secadero.

La Alberca

Esta villa suele aparecer a la cabeza de las listas de los pueblos más bonitos de España, y no es para menos. Su característica arquitectura típica de la región hace que parezca que por allí no ha pasado el tiempo. Las fachadas de piedra y madera se asoman a la plaza central y conforman angostas calles empedradas que crean a su vez pasadizos laberínticos.

La Alberca es uno de los pueblos más tradicionales de Salamanca

/ Wikicommons. Luis Daniel Carbia Cabeza

Se ubica en el Parque Nacional de las Batuecas y desde lo más alto se alza, vigilante, el santuario de la Virgen de la Peña. En el pueblo se cuenta que un joven peregrino halló una talla que le había sido encargada durante una epifanía: una representación negra de la Virgen. Fue en aquel lugar próximo a La Alberca donde la encontró.