La provincia olvidada de Castilla-La Mancha tiene una de las calles más bonitas de España y es perfecta para una escapada
La capital de la provincia manchega es uno de los lugares perfectos para disfrutar de una escapada de fin de semana. Entre viñedos y molinos, esta pequeña ciudad olvidada enamora a todo aquel que se cruza con ella.
Albacete es un secreto a voces. Hace 15 años quizá no se oía a tanta gente cercana decir que la habían visitado, pero, hoy en día, no pasa mucho tiempo sin escuchar la historia de un viaje a la capital no declarada de Castilla-La Mancha. Con sus más de 170.000 habitantes, es la ciudad más grande de la comunidad y, pese a situarse en el extremo oriental de Castilla la Nueva, es uno de los centros neurálgicos de la región.
Esta ciudad ha logrado cautivar a quienes buscan una experiencia auténtica en el corazón de España. Desde su emblemática Feria, declarada de Interés Turístico Internacional, hasta su rica gastronomía y vibrante vida cultural, la ciudad se ha consolidado como un destino imprescindible para turistas y amantes de la historia y el buen vivir.
Un paseo por las calles de Albacete
En el siglo IX, en la actual Albacete se levantaba una alquería andalusí que, tras la conquista de Alfonso VIII, pasó a convertirse en una villa cristiana. Con el paso de los siglos, el aumento del poder e influencia de los reinos castellanos y la congregación de comerciantes en la Feria, hizo que en 1375 pasase a ser una villa independiente de Chinchilla de Montearagón, ciudad por la que, hasta ese momento, estaba administrada y siendo hoy parte de los pueblos más mágicos del Sudeste de España. Desde entonces, su población e importancia en la comarca no ha parado de crecer hasta hoy en día, siendo una de las ciudades históricas más importantes de España.
Esta herencia cultural puede apreciarse en los museos que hay repartidos por toda la ciudad, donde se guardan los restos arqueológicos testigos de la apasionante historia del lugar. Situado en el interior del parque Abelardo Sánchez, el Museo de Albacete incluye una colección que va desde el paleolítico hasta la Edad Media, incluyendo además una importante colección de obras de arte.
Aun siendo una ciudad arquitectónicamente moderna, las calles de Albacete aún conservan emblemáticos rincones que nos permiten mirar hacia el pasado. Lugares como la Posada de Rosario -una fusión entre estilo gótico, mudéjar y renacentista construida en el siglo XVI- o la emblemática Cruz de Término, parada histórica en la peregrinación a Valencia, son solo alguien de los ejemplos del inmenso patrimonio que puedes visitar en una visita a la ciudad. Todo ello situado entre edificios modernos que demuestran la actualización del entorno urbano a los nuevos tiempos.
Una vuelta por el centro, por el Pasaje de Lodares (entre las calles Tinte y Mayor), es uno de los planes más comunes para hacer alguna compra de Navidad o incluso dar un paseo, apreciando sus columnas de piedras y techos acristalados a la italiana. Merece la pena también pasarse por el Teatro Circo, el edificio de su tipo más antiguo del mundo que sigue en funcionamiento y el único de España que puede hacer las veces de teatro y escenario de circo. Un lugar fascinante declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
Tópicos sí, pero con razón
Este lugar es conocido por una cosa por encima de todo: sus navajas. Puedes hacer la prueba entrando ahora mismo en el buscador de tu móvil: escribe “navajas de” y espera que las sugerencias automáticamente terminen la frase con una única palabra, Albacete. El Museo de la Cuchillería de Albacete, en la Plaza de la Catedral, alberga una importante tradición de esta artesanía local que, en muchas ocasiones, podría ser considerada un arte.
Las tiendas de los maestros cuchilleros, cada vez menores entre las calles de la ciudad, siguen vendiendo sus productos marcados con la estampa de calidad que tiene su tradición cuchillera. Las piezas, dependiendo del mango -los materiales van desde el plástico hasta el hueso o el cuerno- oscila en unos precios de entre 10 y 500 euros, para las ediciones de coleccionista.
En el aspecto festivo, hay un lugar que merece la pena, ya sea por curiosidad o ganas de integrarse en las costumbres urbanas. Todos los jueves, en un lugar conocido como ‘La Zona’ -que no es más que las calles Mayor, Concepción y Tejares- son el epicentro de la movida universitaria. Esta cita con los bares queda anulada en los meses de verano, cuando cualquier tarde es buena para disfrutar de las calles de la ciudad.
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