Explosión de naturaleza en Gorbeia: el rincón de Bizkaia en el que es imposible no respirar aire puro
En un entorno de naturaleza desbordante, Gorbeia sintetiza lo mejor de las tradiciones y leyendas vascas.
De niño pasé por allí cientos de veces. Miles. Tenía que pasar por allí siempre que iba mi colegio en el barrio madrileño de Puente de Vallecas. Cuatro veces al día. Durante 11 años. Desde la EGB hasta COU. Con una media de 175 días lectivos por año, podía afirmar que fueron 7.700 las veces que recorrí la Calle de Peña Gorbea. Como mínimo. Y, sin embargo, la trascendencia del nombre de esta calle ha pasado inadvertida para mi hasta hace poco. Tal revelación llegó durante un viaje por la provincia vasca de Bizkaia.
Ubicado a tan solo 20 minutos de Bilbao, el Parque Natural de Gorbeia (según su grafía en euskera) ofrece al visitante 20.000 hectáreas de naturaleza de gran riqueza. De hecho, se trata de un paraje emblemático para el montañismo vasco. Su cima, que se eleva a 1.482 metros, delimita las provincias de Bizkaia y Álava y alberga la icónica Cruz del Gorbeia. Esta estructura metálica fue inaugurada el 12 de noviembre de 1901, bajo iniciativa del papa León XIII, para conmemorar el inicio del siglo XX. El presupuesto de su construcción fue de 50.000 pesetas (300 euros) y su altura de 33 metros (la edad de Cristo cuando fue crucificado). Tras varios contratiempos meteorológicos, la cruz se volvió a instalar en 1907 con una base más sólida y una altura de 17,23 metros.
El hogar de la diosa madre
Este parque alberga gran variedad de paisajes, desde escarpadas formaciones rocosas y suaves praderas hasta densos bosques de hayas y robles, situados sobre un terreno kárstico con casi 500 cavidades catalogadas. En el municipio de Orozko, una de las puertas de entrada naturales al parque, se encuentra el macizo de Itzina, un sobrecogedor paisaje de piedra caliza repleto de cuevas, simas y ríos subterráneos. La leyenda dice que la caverna conocida como Supelegor es la residencia temporal de Mari (también conocida como Amari y Ama-Lur), diosa madre de la mitología vasca que habita en la cumbre de las montañas vascas. La tradición sostiene que cada 7 años cambia de residencia. Y cuando habita en Supelegor es presagio de buenas cosechas.
Lo agreste del parque natural puede apreciarse también en la localidad de Gujuli, donde se encuentra una cascada con una caída de más de 100 metros. Este impactante espectáculo puede apreciarse desde un mirador colindante con un hayedo de gran valor ecológico. Para disfrutar del paisaje en su máximo esplendor lo mejor es visitarlo en época de lluvias o deshielo.
Un paraíso subterráneo
No toda la naturaleza se encuentra bajo el cielo. Gorbeia también ofrece numerosos atractivos subterráneos. Las cuevas de Baltzola y Mairuelegorreta son las más populares y abren la puerta a un mundo fantástico de estalagmitas y estalactitas. Esta última toma su nombre de la mencionada diosa Mari, cuya leyenda dice que se traslada de cumbre en cumbre en forma de gran bola de fuego. Naturaleza y leyenda se unen a lo largo de los 12 kilómetros de galerías de Mairuelegorreta. Igualmente, las cuevas de Baltoza están consideradas la morada de Sugoi (también conocido como Sugaar y Maju), la culebra macho de la mitología vasca. Es el compañero de la diosa Amari y tiene la facultad de transformarse en hombre. Además de para los amantes del misterio, las cuevas de Baltoza son punto de encuentro para los aficionados a la escalada.
Hay quien afirma que todos estos atractivos naturales convierten a Gorbeia en un museo al aire libre. Si bien es cierto, también existen numerosos museos de visita obligada en la zona. En Orozko y Ugao-Miraballes se encuentran dos museos etnográficos de gran valor para entender un poco mejor el contexto de la región. Además, ambos museos se ubican en dos palacios de visita obligada, el de Legorburu y Jane. Otras visitas de interés son: el Ecomuseo del Caserío Vasco (Artea), el museo de alfarería tradicional vasca de Ollerias (Elosu), el museo de la miel (Murgia), el molino de Olabarri (Zeanuri)...
Un origen brumoso
En un entorno tan mágico como el Gorbeia, resulta lógico que la etimología de su nombre también esté rodeada de una bruma de misterio. Mikel Martínez Areta, doctor en Filología Vasca, sostiene que hay una explicación de carácter bíblico en el origen del nombre del monte Gorbeia. En el siglo XVI, el historiador vasco Esteban de Garibay trató de demostrar que Tubal, nieto de Noé y el mítico primer poblador de la Península Ibérica, introdujo el euskera en nuestro país. En su “Compendio histórico" argumentó que, al llegar a Armenia después del diluvio, el arca de Noé quedó abandonada en una cordillera llamada Ararath, con Gordeya como una de sus montañas. En el País Vasco, la sierra de Aralar separa Gipuzkoa de Navarra. Tanto Aralar como Gorbeia serían, según Garibay, réplicas oronímicas de los armenios Ararath y Gordeya.
Para apreciar los detalles de un paisaje, es recomendable abandonar el piloto automático con el que vamos por la vida. Gorbeia ofrece al viajero numerosos estímulos para reconectarnos con el aquí y el ahora. Naturaleza, cultura, tradición y gastronomía surgen al paso del visitante. Y tan solo requieren una simple acción para obtener algo a cambio: abrir los ojos.