Hoteles de autor: 10 alojamientos de ensueño hechos por y para artistas

No son gigantes decorados a base de talonario. Son hoteles de autor, hechos por y para artistas o amantes del arte. Las obras se ven y, algunas, se compran. 

10 hoteles llenos de arte por España.
10 hoteles llenos de arte por España. / ©Molino Tejada- Rusticae.

Grandes hoteles de cinco estrellas llenos de obras de arte los hay a patadas. Son una costosa vulgaridad. Todos los conocemos y los ricos ya casi bostezan al tropezarse en sus habitaciones con un tiburón de Damien Hirst o con una Marilyn Monroe de Warhol. Hay demasiados warhols. Y demasiados ricos. El auténtico lujo es ir donde no va nadie. Por ejemplo, a Ballesteros de Calatrava, un pueblo perdido en mitad de Ciudad Real. Y allí perderse todavía más en el laberinto excavado por Eugenio Bermejo en las entrañas volcánicas de su hotel-museo Palacio de la Serna. Aquella monumental escalera de chapa oxidada que asciende desde la esquina del jardín hacia el cielo infinito de La Mancha es otra obra impactante de este artista land.

Instalación artística de Skount en el hotel La Casa del Rector.

Instalación artística de Skount en el hotel La Casa del Rector.

/ ©Hotel La Casa del Rector- Rusticae.

Contemplando desde lo más alto de la Escalera del alma la llanura inmensa salpicada de cráteres y el azul pintado de nubes perfectas, como de Magritte, el huésped se siente parte de la obra, observador y observado. Eugenio le muestra cien obras más y, al despedirse, le recomienda acercarse a Almagro para conocer otro hotel singular, La Casa del Rector, donde otro artista del Campo de Calatrava, Skount, exhibe y vende sus cuadros. No es el dueño, pero casi. Es el hijo de los propietarios.

Obra Árbol de Enrique Bermejo en hotel-museo Palacio de la Serna.

Obra Árbol de Enrique Bermejo en hotel-museo Palacio de la Serna.

/ D. R.

Polientes tampoco es que aparezca mucho en las revistas de lujo ni en las de arte, pero en este pueblo del sur de Cantabria, que baña un Ebro mozuelo, se esconde Molino Tejada, una aceña del siglo XVI transformada en un hotel cuquísimo —como todos los que pertenecen al club de calidad Rusticae—, repleto de silencio y obras curiosas.

Destaca la suite Okuda, vestida por el artista urbano homónimo, que últimamente ha pintado de vivos colores media España, desde un silo en el Campo de Calatrava, donde acabamos de estar, hasta el faro de Ajo, cerca de su Santander natal. El Ebro, corriendo bajo el suelo de cristal, es otra obra llamativa. Natural. También molan las ovejas-cuadro de Adrián Ssegura —con dos eses— que pacen en los prados ribereños.

Box Art Hotel es una cadena cuyo nombre lo dice todo. La integran dos coquetos hoteles de la sierra madrileña, La Torre y Alpino, uno más histórico, del siglo XIX, en Collado Mediano, y el otro más moderno, de madera, hierro y cristal, en un bosque de cedros y pinos de Navacerrada. Ambos exponen y venden obras de artistas de la galería Materna & Herencia), como Federico Echevarría, Maru Oriol o Jacobo Pérez-Enciso. Cambian cada cuatro meses, como las estaciones, menos las de Ángel García, el propietario, que son perennes, como los árboles susodichos.

Miróhotel Bilbao.

Miróhotel Bilbao.

/ D. R.

En Andújar (Jaén) también hay una buena sierra, la mejor para ver linces. Y hay un hotelito, Oleum, el mejor para ver arte. Sus 16 habitaciones están decoradas con 200 obras de principios del siglo XX: de Benjamín Palencia, Gonzalo Bilbao, Rafael Zabaleta…

También hay un bodegón de Chagall, el preferido de Antonio Crespo, médico, coleccionista y propietario de este hotel de autor, inaugurado hace dos años en un palacete de 1924 con patio acristalado. Destacan la junior suite, que está llena de lienzos, y en otro orden de cosas menos pictóricas, el refugio de la Guerra Civil del sótano.

De la montaña a la playa. De las sierras de Guadarrama y de Andújar, a la costa del Garraf (Barcelona). Aquí, en Sitges, hay arte para parar una ballena: el museo Maricel, el del Cau Ferrat, el Romántico, la Fundació Stämpfli… Y hay un Hotel del Arte, como es conocido el Estela, donde vivió más de 25 años Josep Puigmartí. Él y otros artistas pintaron 15 de sus 63 habitaciones. La primera, Antoni Xaus, como acto de protesta. La última, la 116, Antonio de Felipe. Además se hacen talleres de pintura.

Habitación 105 del hotel Estela.

Habitación 105 del hotel Estela.

/ D. R.

¿Y no hay pequeños hoteles con mucho arte en las ciudades? Pues está difícil, pero alguno podremos encontrar. Veamos. Está el hotel restaurante Atrio, en Cáceres, diseñado por Mansilla+Tuñón Arquitectos, donde Toño Pérez y José Polo comparten con los huéspedes su colección privada de cerca de 40 obras. Saltan a la vista Tàpies, Rueda, Baselitz…

En la recepción, hay un Antonio Saura. En la mesa cero del extraordinario restaurante, una foto de Tracey Moffatt. Y en una de las 14 habitaciones, un Warhol. Ya dijimos que hay demasiados warhols. Baratos no son. Ni Warhol ni Atrio. La quinta parte cuesta alojarse en Miróhotel, en Bilbao. Lo diseñó Toni Miró, lo exornan 42 obras de fotografía contemporánea (Marc Viaplana, Carmen Mariscal, Juan de Sande, Cano Erhardt… ) y da vistas al Museo Guggenheim, que tiene un fotón.

Detalle de una de las suites de Casa Palacio Paredes Saavedra by Atrio.

Detalle de una de las suites de Casa Palacio Paredes Saavedra by Atrio.

/ D. R.

Empezamos en un paraje volcánico, el Campo de Calatrava, y acabamos en otro, la isla de La Palma. Al oeste de la misma, en Tazacorte, está Hacienda de Abajo, una heredad del siglo XVII convertida en un primoroso hotel de 32 habitaciones, con jardín botánico y ¡1.300 obras de arte!, desde tapices flamencos hasta porcelanas de la dinastía Ming.

Muy cerca, en Los Llanos de Aridane, se halla Gran Villa Palmera, una casa de estilo colonial, cuyos dueños, alemanes coleccionistas de arte, la alquilan entera, con todas sus obras: fotografías contemporáneas y cuadros y esculturas de Richard Phillips, KAWS y Douglas White. De este último artista es Black Palm, una palmera hecha con viejos neumáticos que pasa inadvertida entre las naturales. Porque aquí les gusta reciclar, casi más que el arte. 

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