Descubren nuevos frescos en Pompeya que revelan sobre qué hablaban en las fiestas los romanos

Una obra de literatura griega como La Ilíada de Homero puede parecer un “tostón”, pero en realidad es un culebrón que tiene amor, desamor, amistad, traición y guerra (ya que el libro narra la historia de la Guerra de Troya).  Todo comienza cuando el príncipe de Troya, Paris, secuestra a Helena, la esposa del rey de Esparta. Entonces, el rey Menelao (obviamente) muy enfadado, decide ir a recuperar a Helena a Troya (también llamada Ilion, de aquí el nombre del libro). En esta historia aparecen héroes griegos como Aquiles, a quien le rompen el corazón cuando asesinan a su mejor amigo Patroclo. Hay fuentes que afirman que esta relación de amistad era una relación de amor, como se relata en el libro que ha triunfado en Tik Tok The Song of Achilles de Madeline Miller. Te contamos dramas mitológicos a través de frescos que se han descubierto recientemente en Pompeya. 

Casandra y Apolo: Un pesado “nivel dios”

Los dioses también participaron en la Guerra de Troya y tomaron bandos, ya que en la mitología griega, los dioses interactuaban con los humanos, e incluso se enamoraban de ellos. Un ejemplo de este hecho es el dios del sol y la música: Apolo. Aunque las connotaciones de luz y arte puedan hacer que el dios parezca agradable, lo cierto es que era un pesado de manual. 

Casandra era la princesa de Troya, y cuando Apolo la vio, se enamoró de ella. Ella pensó que el dios era "majo", pero nada más allá. Entonces, él le propuso un trato: le enseñaría las artes de la adivinación, y cuando ella pudiera profetizar, se iría con él. Cuando a Casandra le tocó cumplir con su parte del trato, se negó. Apolo, enfurecido, condenó a la princesa a ver el futuro, pero sin poder hacer nada para cambiarlo.

Helena, Paris y Casandra: Ojo de loca no se equivoca

Cuando Helena estaba a punto de entrar en la ciudad y detonar una guerra, Casandra avisó a Paris sobre lo que pasaría, pero nadie la creyó y la tomaron por loca: otra de las mujeres de la historia que fue acusada de histeria cuando tenía razón desde el principio. 

Eris, la diosa de la discordia no fue invitada a la boda de los padres de Aquiles (sí, el Aquiles que luego batalló en la guerra de Troya), y en forma de venganza, arrojó una manzana de oro con la inscripción “para la más bella” entre Afrodita, Hera y Atenea. Zeus (peor que Apolo), no podía decidir entre las tres diosas y encomendó la decisión a Paris, el príncipe Troyano.

Las diosas sobornaron al humano con sabiduría, poder… y Paris se quedó con la propuesta de Afrodita: si la elegía a ella, conseguiría el amor de la mujer más bella del mundo, con la mala suerte de que la mujer en cuestión estaba casada con Menelao, el rey de Esparta. El príncipe troyano visitó la tierra espartana como invitado del marido de Helena y durante su estancia enamoró a su mujer. La pasión que provocó Afrodita entre los dos fue tan fuerte que decidieron huir juntos a Troya. Se puede decir que Paris, como invitado, dejó mucho que desear. La cólera que provocó este “secuestro” fue el detonante de la Guerra de Troya. 

Zeus: el dios más mujeriego

Apolo intentó ligar con Casandra ofreciéndole el poder de la adivinación, aunque este no fue su único intento fallido: el dios persiguió a la ninfa Dafne hasta que la única escapatoria que vio la pobre fue convertirse en árbol. 

La técnica de seducción favorita de Zeus era transformarse en animal o en elementos de la naturaleza para engañar a mujeres. El rey de los dioses se convirtió en toro blanco para atraer la atención de la princesa fenicia Europa, y cuando ella se montó sobre el toro, él corrió hasta Creta, el continente que ahora lleva el nombre de la princesa. También se convirtió en lluvia dorada para entrar en la torre donde estaba encerrada Dánae a través de las grietas. 

Helena, cuyo rapto causó la famosa guerra, era hija de Zeus. El dios del rayo se enamoró de la reina Leda, y se convirtió en un bello cisne para engañarla. Cuando Leda paseaba bordeando un río, el cisne fingió ser atacado por un águila, y la bondad de Leda la llevó a proteger al cisne. Ella lo puso sobre su regazo, y Zeus aprovechó la oportunidad para fecundarla. De esta unión, nació Helena de Troya. 

La importancia de del descubrimiento más allá de los dramas mitológicos

Los frescos se han descubierto en Pompeya, concretamente en un comedor de 15 metros de largo y 6 de ancho. Es interesante destacar que las paredes están pintadas de negro para prevenir manchas del humo procedentes de las lámparas de aceite. “La gente se reuniría para cenar después del atardecer; la luz tiritante de las lámparas causaba el efecto de hacer que las imágenes parecieran moverse, especialmente después de unas copas de buen vino campano”, explica Gabriel Zuchtriegel, el director del Parque Arqueológico de Pompeya. 

Los frescos también servían para proponer temas de conversación durante las fiestas, y su temática gira en torno al destino y a las consecuencias de las decisiones tomadas por las emociones humanas. Zuchtriegel añade:  “Helena y Paris nos representan a todos: cada día podemos elegir si enfocarnos únicamente en nuestras vidas privadas o explorar la forma en que nuestras vidas están entrelazadas con el amplio espectro de la historia, pensando, por ejemplo, no solo en la guerra y la política, o en el medio ambiente, sino también en el ambiente que estamos creando en nuestra sociedad, comunicándonos con otros en tiempo real y en redes sociales”. 

El comedor pertenece a una casa que fue descubierta en el s. XIX, aunque además de la sala, también se ha descubierto un horno y una “fullonicae”, una zona para lavar ropa. Se sospecha que la ínsula estaba en proceso de reforma cuando Pompeya fue sorprendida por la erupción del Vesubio en el 79 d.C.