El 'variat' mallorquín: cuando el aperitivo se convierte en un arte
Te descubrimos el típico almuerzo mallorquín que enamora tanto a locales como a viajeros. Y no, no hablamos de las ensaimadas.
Mallorca, la mayor de las islas Baleares, cautiva con sus playas de ensueño, su espectacular sierra de Tramuntana y, por supuesto, su extraordinaria oferta gastronómica. Y, entre las delicias que ofrece esta isla mediterránea, queda poca gente que no haya descubierto ya sus increíbles ensaimadas, su frito mallorquín, el arrós brut, las cocas, el pa amb oli o las empanadas, ¿verdad?
Además de todas estas delicias culinarias, en Mallorca destaca el ‘variat mallorquín’, un plato emblemático que refleja la riqueza gastronómica de la región; pero antes de meternos de lleno en la composición de este típico almuerzo, vamos a descubrir sus orígenes.
Raíces del variat mallorquín
Este típico almuerzo tiene sus raíces en la cocina tradicional de Mallorca, influenciada por diversas culturas a lo largo de los siglos. Su nombre hace referencia a la variedad de ingredientes que lo componen, reflejando la diversidad cultural de la isla. Y es que, precisamente, esta es una de sus características, ya que no existe una receta única, sino una mezcla de diferentes guisos o tapas que se juntan en un mismo plato.
Al igual que en Valencia los trabajadores necesitan de un esmorzaret a media mañana para no desfallecer tras duras jornadas en el campo, en Mallorca se necesita el berenar; es decir, llevarse algo al estómago en la franja horaria que va desde el desayuno hasta la comida. Entonces se empiezan a servir diversos entremeses con productos típicos que, finalmente, desembocan en un único plato que, a día de hoy, ha llegado a sustituir a la comida propiamente dicha.
La esencia del variat se encuentra en la calidad y frescura de sus ingredientes, ya que abarca desde pescados y mariscos recién capturados hasta embutidos artesanales y productos de la tierra. Y todo esto se presenta de diferentes formas según el lugar en el que nos encontremos. Así, podemos disfrutar de un variat servido en una bandeja de tapas en un bar informal o con una elaborada presentación en un restaurante de alta cocina.
El variat no solo alimenta el cuerpo, ya que su forma de disfrutarlo hace que la mente también tenga su recompensa. Y es que esta especialidad se suele disfrutar en compañía, como parte de una experiencia de tapeo mallorquín o con compañeros en un descanso laboral. Por ello, resulta habitual ver a grupos de lo más heterogéneos disfrutando del ambiente de las terrazas al aire libre y compartiendo diferentes platos de variat.
Detractores del variat mallorquín
Hemos dicho que esta costumbre culinaria enamora tanto a locales como a viajeros. Y es cierto, aunque para hacer honor a la verdad, también hay quien tiene sus reparos a la hora de consumir un plato que podría parecer una amalgama de alimentos dispuestos sin ningún sentido ni armonía.
Aquellos comensales que busquen un festín para los sentidos van a vivir con este plato una experiencia única, ya que la combinación de texturas, olores y sabores nos transporta a los paisajes y tradiciones de Mallorca. Y es que, aunque existen muchas variantes del variat mallorquín, una receta tradicional podría incluir una selección de pescados y mariscos frescos, como gambas, mejillones y calamares, aliñados con aceite de oliva, limón y perejil fresco.
En definitiva, el variat mallorquín es mucho más que un plato típico de la región, ya que supone una ventana a la historia y los sabores de Mallorca. Ya sea en cualquier mercado local o en alguna terraza con encanto perdida en algún barrio de la capital, no puedes dejar de probar esta delicia culinaria durante tu visita a esta preciosa isla bañada por el Mediterráneo.
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