Los pueblos más bonitos e infravalorados de Cataluña
No hace falta coger una compañía aérea 'low-cost' y visitar una capital europea para pasar un finde de turisteo 'cuqui'. En Cataluña hay muchos pueblos que servirán como escapada ideal.
Nada le gusta más a Instagram que subir ‘stories’ y ‘Reels’ de pueblos bonitos. Hay algunos que son obvios, cuyos rincones han sido fotografiados más veces que las alfombras rojas de Victoria Federica. Cadaqués, Tossa de Mar, Besalú, Rupit, Pals y Siurana son los claros ejemplos de típico pueblo instagrameable. Pero no son los únicos que merecen una visita.
Hoy recorremos pueblos muy bonitos pero infravalorados distribuidos por toda la península. Auténticas joyas que no suelen recibir visitantes y son poco conocidas, pero que rebosan belleza. Seleccionamos uno por cada provincia de Cataluña: Mont-Roig del Camp, Tavernet, Beget y Durro.
Para empezar, Tavernet, en Barcelona, un municipio enmarcado en un paisaje digno de los sueños húmedos de Julie Andrews en ‘Sonrisas y lágrimas’. Está rodeado de bosques, montes y naturaleza, tiene vistas al pantano de Sau y es la puerta de entrada a decenas de rutas excursionistas para todos los niveles. Además de la naturaleza, todavía conserva el casco histórico, con casas que datan hasta el siglo XIX. Vale la pena echarle una visita.
En Tarragona, Mont-roig del Camp. Fue el pueblo donde veraneaba Miró, y tuvo buen ojo escogiéndolo. Su monumento más famoso es la ermita de la Mare de Déu de la Roca, construida en la cúspide de un peñón que da vértigo solo de verla. Desde ahí hay vistas panorámicas del pueblo, de las cuales destaca la gran iglesia de Sant Miquel, del siglo XVI-XVII.
Beget, en Girona, es un diminuto pueblo de montaña -con solo una veintena de habitantes- ubicado a los pies del Pirineo. Un pueblo que ha preservado la estética medieval, con casas de piedra, puentes que datan hasta el siglo XIV, una iglesia de románico catalán y callejuelas que te transportarán al pasado. Y con mucho menos turismo que otros pueblos más masificados del área.
Por último, Durro, ubicado en uno de los rincones más privilegiados de Cataluña: la Vall de Boí de Lleida. Este valle es famoso por su arquitectura románica, única de la región, y por sus pueblos de piedra. De todos los pueblos de Boí, se dice que Durro es el que mejor conserva su espíritu medieval. De hecho, todavía mantiene intacta la estructura urbana de la Edad Media.