5 pueblos perfectos para una escapada a media hora de Barcelona

Si lo que buscas es olvidarte del jaleo de la capital por unos momentos, estas escapadas son para ti.

Pueblos perfectos para hacer una escapada a media hora de Barcelona.
Pueblos perfectos para hacer una escapada a media hora de Barcelona. / Wikicommons. Jorge Franganillo

El encanto de Barcelona es indiscutible. Siempre hay mil cosas por hacer y descubrir: monumentos, museos, restaurantes, discotecas, playa... No hay excusa para evitar el atractivo único de la Ciudad Condal que enamora a todo aquel que se lanza a descubrirla. Antes de cansarte de ella, a unos pocos kilómetros hay escapadas espectaculares donde refugiarse en cualquier época del año.

La Casa Batlló de Gaudí en el Paseo de Gracia de Barcelona

La Casa Batlló de Gaudí en el Paseo de Gracia de Barcelona

/ Unsplash. Theodor Vasile

Unos días libres siempre son una buena opción para desconectar, relajarse, reconectar con uno mismo o buscar aires diferentes. Tanto si vas en busca de costa como si prefieres disfrutar de unas fiestas diferentes, solo hace falta arrancar el coche y comenzar una pequeña aventura que no llevará mucho más de media hora de trayecto.

Alella, viñedos junto al mar

Cerca de Barcelona se encuentran extensos campos dedicados a la vid, pero quizá esta zona sea la más cercana. Está situado a escasos kilómetros de la playa del Masnou y cuenta con una importante fama por la calidad de sus productos. Además, bodegas como Marfil y Celler Alta Alella pueden visitarse para conocer cómo se produce el vino, con el reconocimiento de Denominación de Origen.

La catedral de Alella

La catedral de Alella

/ Istock / demarfa

Su casco histórico ofrece un paseo de lo más agradable, con una calle arbolada que protege del sol abrasador a los viandantes. A la oferta vinícola se suma la gastronómica y cultural junto a un paisaje muy tranquilo, en la vertiende meridional de la Cordillera Litoral. Esa zona de naturaleza también permite descubrir huellas de civilizaciones pasadas y vestigios culturales e históricos que completan la escapada.

Vallromanes, una joya oculta de baños termales

El camino desde Barcelona ya resulta agradable, pues se debe subir la serralada litoral y desde allí puede avistarse el mar. Cuando se llega al valle, excavado entre el mismo mar, la montaña y el Vallés, nos topamos con una zona muy desconocida que aguarda silenciosa para ser descubierta. Como todo buen municipio medieval, tiene un castillo asociado, el de Montonés, del siglo XII y del cual se conservan algunos restos.

Algunos de los rincones más bonitos de una provincia a veces están más cerca de lo que parece

Algunos de los rincones más bonitos de una provincia a veces están más cerca de lo que parece

/ Istock / Manuel Milan

Atravesando su plaza central y dejando atrás la iglesia, se llega a la Roca Foradada, que cuentan que era una antigua cueva sepulcral con un agujero de entrada de la época neolítica. Además, aquí mismo se ubica una sucursal de uno de los balnearios de lujo más famosos de la capital, Aire, pero en plena naturaleza y construido en una antigua masía del año 1497.

Montgat, playas de las de toda la vida

Para los más nostálgicos de los veranos de antiguamente este es el destino ideal: chiringuitos con mesas largas que todavía visten manteles de papel a cuadros cubiertas con techos de caña y camareros de los de siempre, de los que no llevan la prisa metida en el cuerpo. El tiempo se detuvo en una especie de 'Verano Azul' catalán que conserva esa pausa vacacional cuando lo único que importaba era pasar el día en la playa con la familia.

La playa de Montgat

La playa de Montgat

/ Istock / JackF

Es un lugar perfecto para surfear y también para recorrer a pie, descubriendo el barrio de pescadores cuyo origen se remonta al siglo XVIII, la casa de la Villa de 1943, la estación de tren de 1848 -la única que conserva su estilo arquitectónico original junto a Badalona y Mataró- o la ermita de San Martín del siglo XI que alberga obras de Doménec Giró.

Vallvidrera, naturaleza en la misma ciudad

Aunque hoy es un barrio periférico de Barcelona, aún conserva esa atmósfera de término municipal independiente que era hasta 1892, cuando se adhirió a San Vicente de Sarriá que se integró en 1921 a Barcelona. Sin embargo, no parece formar parte de la ciudad. Su núcleo principal está en la sierra de Collserola y siempre ha estado estrechamente vinculado a la iglesia del siglo X de Santa María de Vallvidrera.

Laguna de Vallvidrera

Laguna de Vallvidrera

/ Istock / ToniFlap

El Centro Cívico Vázquez Montalbán organiza actividades gratuitas para enseñar cómo era la vida allí, además de música, exposiciones, representaciones teatrales, espectáculos infantiles... Una de las más destacadas es el vermut del mes, un vermut al aire libre que organizan un sábado al mes con música en directo de la mano de artistas locales emergentes.

Granollers, diversidad arquitectónica

Es la capital del Vallés Oriental y destaca por sus actividades con las que conocer su cultura, historia, gastronomía y fiestas a través de los museos históricos. La variedad arquitectónica se apodera de las calles, donde se entremezcla el Granollers medieval con el modernista, el novecentista o el industrial, además de contar con unos pasadizos subterráneos que sirvieron como refugio durante la guerra civil.

Plaza de la Porxada en Granollers

Plaza de la Porxada en Granollers

/ Istock / nito100

Su edificio medieval más característico es La Porxada, rehabilitada en 1940 tras la acción bélica, que también puede observarse por todo el pueblo, donde se marcan los lugares bombardeados y afectados. Los mercadillos son otro de los atractivos del lugar, que van cambiando según las fechas. Así como su entorno natural en el espacio de Can Cabanyes, al margen del río Congost.

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