La 'pequeña Roma' que duerme bajo la ciudad extremeña de Mérida
La capital italiana es mucho más visitada que la extremeña, pero Mérida cuenta con los mismos elementos que la convierten en una de las ciudades romanas más importantes del mundo.
Hace la friolera de 20 siglos, el Imperio romano poseía la mayor parte del territorio conocido hasta entonces: desde Reino Unido hasta Egipto hacia el sur, Siria al este y Portugal al oeste. Gracias a esta creciente civilización, las zonas ocupadas pudieron gozar de un enorme desarrollo de la lengua, la religión, la arquitectura, la literatura y las leyes. Muchas de las grandes ciudades de la actual Europa Occidental, el norte de África, Anatolia y el Levante se fundaron entonces, como Viena, París, Tarragona, Estambul o Mérida.
La extremeña goza de conservar un aspecto casi perfecto de lo que fue en su día, cuando respondía ante el nombre de Augusta Emérita. En 75 hectáreas que ocupa la ciudad moderna se encuentran todos los elementos que la definen como metrópolis antigua: viviendas, un anfiteatro, obras hidráulicas, necrópolis, puentes, foros, un teatro y un circo. Porque así era la urbe en la antigua Roma, con estructuras perfectamente organizadas que siguen unas pautas para el correcto funcionamiento de sus servicios.
El emperador Augusto mandó crear una colonia para los soldados licenciados en las Guerras Cántabras, también llamados emeriti, en el año 25 a.C. De ahí nació su nombre y el emperador la convirtió rápidamente en la capital de Lusitania -provincia entre Portugal y España-. Su ubicación junto al río Guadiana y entre bosques y campos de encina, hacía que fuera perfecta para la producción de corcho. Además, pasó a ser también el centro de culto imperial que adoraba a los emperadores como dioses.
Restos de lo que un día fue
De los más de 600 yacimientos de aquella época, no hay muchos con la capacidad de reflejar la Antigua Roma tal y como lo hace Mérida. Aunque la capital italiana supera su tamaño con creces -más de 4.000 millones de habitantes frente a los menos de 59.500 de la extremeña-, tiene poco que envidiarle, puesto que cuenta con unos elementos muy similares y con una ventaja extra: no atrae a tantísimos visitantes. Craso error, ya que alberga los tres edificios principales para los juegos, teatro, anfiteatro y circo. Y eso solo lo tienen Mérida y Roma.
El profesor de historia romana y estudios clásicos de la Universidad de York de Toronto (Canadá), Jonathan Edmondson, afirma que "podrías abrir una zanja para instalar un cable de fibra óptica y dar con unas ruinas romanas". Esto supone que aún en la zona moderna de la capital extremeña, el viajero puede toparse con más de 30 monumentos de origen tanto romano como cristiano -gestionados por el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida-. Es un auténtico museo al aire libre donde no faltan ni el ocio ni la gastronomía.
Viajar a Mérida es viajar en el tiempo
En ocasiones incluso da la sensación de que por allí no ha pasado el tiempo. El prestigioso Festival de Teatro Clásico de Mérida da fe de ello, albergando obras y espectáculos musicales en una majestuosa construcción que se mantiene impasible desde el siglo I a.C. y que, además, se puede visitar libremente. Al igual que la Casa del Anfiteatro, la mayor vivienda antigua de la ciudad, con 7.000 metros cuadrados de mosaicos policromos, que es un gran símbolo de la vida acomodada de los romanos.
El acueducto español más conocido es el de Segovia, pero en Mérida se erige el conocido como de los Milagros, llamado así por mantenerse en pie durante tantos siglos. El templo de Diana, único templo de carácter religioso de la época romana; el circo romano donde se celebraban carreras de carros y considerado el más importante del mundo tras el de Roma; la Alcazaba, la fortificación árabe más antigua de la península; o el puente romano son algunos de los múltiples monumentos que la caracterizan.
Convivir con el pasado
La actualidad convive con aquel pasado que tanto ha marcado el devenir de Mérida y que sigue haciéndolo. Algunos descubrimientos se integran con la vida urbana, como unos apartamentos que esconden en su sótano los antiguos cimientos protegidos por paredes acristaladas. Otros yacimientos se acaban exponiendo o guardando para el estudio. Los emeritenses se muestran orgullosos de su pasado y lo demuestran con eventos como Emérita Lvdica, cuando se disfrazan para recrear la antigua vida de su tierra.
Una buena visita a Mérida debe culminarse con una insuperable degustación de productos y platos autóctonos. Migas, zorongollo, cojondongo, jamón ibérico, torta del casar, cerezas del Jerte, caldereta de cordero, ajo de la calabaza, arroz con patatas y bacalao o chanfaina son algunas de las comidas más típicas de Extremadura, que pueden comerse tanto en los bares de tapas a pie de calle como en los restaurantes más glamurosos de la antigua Augusta Emérita.