El barrio más bonito de España: tiene la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo
Viajamos hasta Haro, capital del vino de Rioja, para descubrir un barrio que alberga unas cuantas bodegas centenarias.
Si echamos un vistazo a la RAE descubrimos que ‘bello’ es un adjetivo que califica algo que, por la perfección de sus formas, complace a los sentidos y, por extensión, al espíritu. Con esta definición y la mochila a cuestas llegamos al Barrio de la Estación de Haro y nos asalta una duda, ¿es este el barrio más bonito de España? Vamos a descubrirlo…
El sentido de la vista se deleita contemplando un paisaje lleno de viñedos y bodegas centenarias, las partículas del embriagador aroma (vino y naturaleza) ponen al sentido del olfato a trabajar; en el ambiente resuenan pajarillos que llegan a nuestro cerebro en forma de música celestial; nos agachamos para tocar una tierra que es mágica, ya que permite cultivar unas vides que nos acercan a los mejores caldos del mundo… y del gusto, pues qué decir, más allá de que los vinos de este rincón de La Rioja son pura ambrosía. Y, ahora sí, llega el momento de recorrer el Barrio de la Estación de Haro.
La milla de oro del vino de Rioja
Este barrio es un enclave singular y privilegiado, ya que presenta la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo; de hecho, es conocido como la ‘milla de oro del vino de Rioja’. Y, antes de descubrir algunas de sus joyas, vamos a conocer algo más sobre sus orígenes.
El comercio del vino entre Rioja y Francia a través del ferrocarril dio lugar al nacimiento del Barrio de la Estación a finales del s. XIX, con casas bodegueras ubicadas en las inmediaciones de las vías del tren, donde se elaboraban vinos finos embotellados y criados en barrica al estilo francés. Y, precisamente en 1863, se inauguró la línea ferroviaria Tudela-Bilbao, pasando por Haro.
Ahora bien, antes del nacimiento del Barrio de la Estación, el barrio de bodegas del municipio se encontraba en sus inicios en la calle Cuevas, donde todavía quedan algunas bodegas centenarias, como Bodegas Manzanos, fundada en 1801.
Volvemos al Barrio de la Estación para comprender que el ferrocarril fue el principal aliciente que tuvieron las bodegas a la hora de instalarse en este lugar y así poder transportar sus vinos. A esto se sumó la necesidad de algunos bodegueros franceses de acudir a La Rioja para adquirir vinos con los que sustituir las malas cosechas que la filoxera provocó en sus viñedos en el último tercio del siglo XIX. Además, en el barrio tuvieron lugar unos cuantos milagros. Si Jesús fue capaz de transformar el agua en vino, en el Barrio de la Estación de Haro se embotellaban vinos de Rioja que, por arte de magia, se convertían en vinos franceses nada más salir de España. Y, por si queda algún despistado, aclaramos que estamos siendo irónicos.
Con el paso de los años y cuando los productores de vino de Francia recuperaron su producción, las bodegas dejaron la producción de vino a granel que los franceses solían demandar y se pusieron manos a la obra para crear sus propios vinos y empezar a distribuirlos por la península.
Hoy en día ya no queda en pie ningún almacén-bodega de origen francés en el Barrio de la Estación y de las firmas que hoy permanecen, la primera en instalarse allí fue la de R. López de Heredia y Landeta en 1877. Fueron los primeros, pero un par de años después, se sumaron la Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) y posteriormente Gómez Cruzado; en 1890 se instaló La Rioja Alta y en 1901, las Bodegas Bilbaínas.
Volvemos a finales del s. XIX para descubrir que no solo había bodegas en el Barrio de la Estación, ya que también se levantaron fábricas de aguardientes, jabones e, incluso, de abono. Poco a poco fue ganando fama y algunas bodegas que se resistían a dejar el centro de Haro decidieron trasladar su sede hasta allí. Hablamos, por ejemplo, de bodegas Muga (fundada en 1932 y en la Estación desde la década de los 70) o Roda, que construiría también allí (en 1987) sus instalaciones pasando a formar parte del barrio más bonito de España.