Descubre Perlora: la ciudad costera fantasma que debes ver
Descubrimos una de las obras residenciales más ambiciosas de nuestro país, cuya popularidad creció como la espuma casi a la misma velocidad que su posterior declive.
Inaugurada a mediados de los cincuenta bajo el nombre de Ciudad Residencial Perlora, las 274 viviendas que componen este antiguo resort se encuentran hoy en estado de semiabandono y no por desuso ni por gusto, sino por su origen. En total suman 20 hectáreas de área residencial en primera línea de playa asturiana en las que las familias podrían instalarse en sus pequeños apartamentos individuales, de una o dos alturas, en los que poder disfrutar de la tranquilidad de sus frondosos jardines. Además, contaba con una serie de edificios comunes con los que se complementaban otros servicios no disponibles en los habitáculos como los dos comedores, el edificio de dirección y la iglesia.
La obra, realizada por la organización franquista Educación y Descanso, fue bastante popular hasta el año 1977, cuando la disolución definitiva de la entidad dejó en un declive constante al centro, tocando fondo en el año 2006 y cerrando el complejo. Desde ese momento, cada intento de rehabilitar el lugar se ha topado con un muro infranqueable de trabas, conflictos administrativos y bloqueos, que han hecho suponer a los vecinos de la zona que no existe ningún interés real por rehabilitarlo, según argumentan, por su pasado ligado al régimen franquista.
Y es que, lo que podría ser un destino ideal para el verano, con las playas frescas y bravas del Cantábrico, los acantilados verdes y a menos de 20 minutos de Gijón, permanece como mera curiosidad para el turismo urbex y un recuerdo para los vecinos del lugar de lo que podría haber sido.
Podría haber sido uno de los centros vacacionales más populares de España
En su momento, se pensó en las instalaciones como una forma de escapada vacacional económica para las familias trabajadoras de todo el país. Se trata de un modelo de organización social extraído de otros regímenes dictatoriales europeos, como Opera Nazionale Dopolavoro de la Italia fascista o la Kraft durch Freude de la Alemania nazi. En la teoría, se creaban lugares de ocio para las familias de menos recursos donde pasar sus vacaciones, de manera que el Estado tuviese también el control sobre su tiempo libre.
Aunque su éxito en materia de adoctrinamiento en España no llegase al de otros regímenes, su arquitectura modernista y ubicación la convirtieron en un enclave muy popular durante los sesenta y setenta. Los trabajadores acudían en turnos de dos semanas por una fracción del precio de un hotel, pudiendo disfrutar del complejo y de sus alrededores.
Sin embargo, la nula rentabilidad del lugar se hizo evidente con la transición. La administración cedió el control del recinto al Principado de Asturias en 1982, el cual se vio sobrepasado e intentó privatizar el complejo, pero la oposición de los trabajadores y los diversos problemas con los consorcios hoteleros que se habrían hecho cargo del lugar, fueron los responsables de que el proyecto se diera por imposible, dando lugar a esta “ciudad fantasma”, que, irónicamente, se ha convertido en un reclamo turístico en sí mismo.
La moda de visitar lugares abandonados
El turismo urbex, también conocido como exploración urbana, se trata de una moda que ha alcanzado su cenit con la generación de influencers y creadores de contenido para redes. Explorar un lugar abandonado, contar su historia y compartirlo a través de Instagram o YouTube. En el caso de Perlora, una usuaria compartió en su cuenta de TikTok. "Imagínate vivir en esta casa y tener esas pedazo de vistas. Pues aunque sea un planazo de vida, todo esto está abandonado y no se puede vivir”, comentaba la usuaria Claudia de los Toyos.
En la actualidad, no se trata de un sitio completamente abandonado. La localidad de la Perlora se encuentra rodeada de playas como la de Huelgues, la de Los Curas y Carranques. Los visitantes llegan en bandadas durante los meses de verano, atraídos por la belleza de sus playas y zonas recreativas. Pero no está ni cerca de esa promesa que fue: un centro de vacaciones a nivel nacional, un imán para el turismo familiar. Por ahora, la construcción se mantiene en pie, dejando presente la duda de que será de este lugar en el futuro.
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