Los lectores de 'The Guardian' eligen un jardín madrileño entre los mejores de Europa
En una lista con los diez parterres más llamativos del continente, los lectores británicos coinciden en que este jardín español está entre los mejores.
Uno de los periódicos más importantes del mundo, la publicación inglesa The Guardian, ha elaborado una lista con los jardines más impresionantes del mundo según sus lectores, dando lugar a una recopilación de lugares asombrosos repartidos por todo el continente. Entre estos se encontraban parajes como la Universidad Botánica de Papua (Italia) o el jardín zen de la Isla de Versalles en Francia.
El jardín ha sido bautizado por el medio británico como “el sueño de un artista”. Un vergel andaluz con influencias de los jardines moriscos que puedes encontrar en lugares como Granada o Sevilla. Llama la atención por la lustrosidad de sus plantas, fuentes, piscinas y patios, Aunque forme parte de un museo, los lectores mencionan que merece la pena la visita solo por las vistas del patio exterior.
El jardín más bonito de España
Sin duda es una opinión controvertida, en un país con lugares como el Jardín Victoria, en Tenerife o el Parque de María Luisa de Sevilla, por citar algunos ejemplos. Pero para los británicos, ningún sitio de España puede compararse a los jardines del Museo de Joaquín Sorolla, en Madrid. Oculto entre los edificios del barrio de Chamberí, el exterior de la casa del impresionista destaca por su sutil composición y detalles de pavimentos.
El pintor impresionista, siguiendo la moda de la época, quiso crear un espacio natural en el que inspirarse por lo que mandó hacer el jardín, cuya construcción se alargó hasta 10 años. En este, Sorolla pasaría varias temporadas recreando rincones como la fuente que se inspira en el Jardín de Troya del Alcázar de Sevilla. El resultado se muestra hoy en día en la misma casa del pintor.
Un recorrido por la mente del artista
Es muy estrecha la relación entre la naturaleza y la pintura. Con la irrupción de la I Guerra mundial, artistas como Kandinsky, Matisse o Claude Monet se refugiaron en sus patios traseros en busca de la belleza de lo cotidiano. También Joaquin Sorolla utiliza sus jardines como vía de escape, en los que retrata a todo color escenas como Clotilde en el Jardín (1919) o sus trabajos sobre los jardines andaluces.
La fijación de Sorolla por el color lo hizo involucrarse mucho en este lugar. Luca de Tena reveló que, el la correspondencia que el artista tenía con su mujer, esta le enviaba flores prensadas, mientras que él preguntaba por el estado de las plantas.
Con su declive en 1920 a causa de un derrame cerebral, el pintor valenciano llevó un ritmo de trabajo mucho menor que en otras etapas de su carrera, pero continuó enfrascado en su jardín, ofreciendo una mirada colorida y a la vez melancólica de sus rincones. Hoy todas estas obras permanecen en la casa en la que fueron concebidas, reconvertida en museo y, según The Guardian, con uno de los mejores jardines de Europa.
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