Cantabria para principiantes: 7 rincones poco conocidos que debes visitar

Descubre algunos de los secretos mejor escondidos de Cantabria con este recorrido por la provincia.

Playas, parques naturales, ermitas y mucho más entre estos rincones desconocidos de Cantabria
Playas, parques naturales, ermitas y mucho más entre estos rincones desconocidos de Cantabria / Istock / Estanis Banuelos

Parece imposible que un territorio tan pequeño pueda albergar tanta belleza y de tal variedad. Toda persona que visita Cantabria se enamora de sus paisajes, sus gentes, su encanto, su magia, sus playas, sus pueblos, su gastronomía y todo lo que la conforma. Hay cientos de lugares ocultos que todavía permanecen secretos incluso para muchos oriundos -como la isla embrujada de Santander- pero que merecen la pena ser descubiertos, como estos siete rincones poco conocidos que debe visitar cualquiera.

Hayedo de Saja

La comunidad uniprovincial de Cantabria alberga un espacio natural único, mucho menos conocido que el Parque Nacional de los Picos de Europa: el hayedo de Saya, uno de los más grandes del continente y de los más impresionantes de España. En aquel refugio habitan osos, lobos, corzos o ciervos, en una superficie que ocupa más de la tercera parte de la provincia.

Entre los espesos bosques y las imponentes montañas de más de dos mil metros de altura se esconden algunos de los pueblos más bonitos de Cantabria, como Bárcena Mayor, el pueblo sin coches, o el mismo pueblo de Saja. En las verdes praderas pastan las vacas tudancas bajo un aura de magia y leyenda que se respira en este magnífico hayedo.

El Partenón cántabro

Aunque realmente es una iglesia ubicada en Las Fraguas, a 45 kilómetros de Santander, es muy similar al Partenón griego de la Acrópolis de Atenas. Esta iglesia de San Jorge es una de las pocas muestras de arquitectura neoclásica de la comunidad, construida a finales del siglo XIX sobre una ermita medieval que anteriormente era el panteón familiar de los duques de Santo Mauro.

Iglesia de San Jorge o Partenón cántabro

Iglesia de San Jorge o Partenón cántabro

/ Wikicommons. Rodelar

El laberinto de Villapresente

Escondido en el pequeño pueblo de Villapresente se dibuja el laberinto más grande de España y con la mitad de tamaño que el más grande del mundo. Cuenta con más de 5.000 metros cuadrados, 4.000 árboles y 4 kilómetros de recorrido que creó su dueño Emilio Pérez Carral, un vendedor de pinos que hizo realidad los sueños más fantasiosos de su hija.

Se inauguró en 2017 y para su construcción se inspiró en los jardines de la nobleza inglesa del siglo XX. El recorrido se puede hacer perfectamente en 90 minutos y no hay riesgo de perderse y quedar congelados bajo la nieve como Jack Torrance en 'El Resplandor', pues a las visitas se les facilita un número de teléfono y algunas pistas.

Ermita Santa Justa

Cantabria está llena de ermitas, pero ninguna está excavada en la roca de un acantilado, solo la de Santa Justa. Las olas del Cantábrico rompen bravías contra ella en la playa homónima de la localidad de Ubiarco. Data del siglo XVI pese a que fue erigida sobre los restos de una ermita del siglo XII y su interior impacta a todo el que consigue acceder a él.

La Ermita de San Telmo excavada en un acantilado

La Ermita de San Telmo excavada en un acantilado

/ Istock / Juan de Lorenzo Argeles

Es de carácter semirrupestre y entre sus paredes se respira un ambiente húmedo y oscuro. Con el tiempo se ha convertido en un foco de peregrinación, de los primeros de la zona. Para llegar a ella se debe atravesar un sendero -mejor con marea baja-. Además, en la parte superior del acantilado se hallan los restos de la Torre de San Telmo.

Playa de Antuerta

Al igual que ermitas, las playas son uno de los atractivos más populares de la provincia. Al ser tan famosas, también suelen estar bastante concurridas durante la temporada de verano. Sin embargo, hay algunas que todavía mantienen el estado salvaje.

La playa salvaje de Antuerta

La playa salvaje de Antuerta

/ Istock / Daniel Carpio

Es el caso de la de Antuerta, a dos kilómetros y medio de Ajo. Se encuentra entre acantilados y tiene un acceso complicado, pero merece la pena si lo que se busca es contemplar un maravilloso paisaje y la tranquilidad que aporta la virginidad de una playa tan olvidada.

Península de Pechón

Otro pequeño paraíso natural se abre paso entre la ría de Tina Menor y la Mayor, al final del recorrido de 46 kilómetros del río Nansa. Allí se esconden otras de las playas más espectaculares de Cantabria como las de Amió y Aramal, la del Sable, la del Pedrerú o Las Arenas. Desde su mirador hay unas vistas inigualables que pocos conocen.

Vista de Pechón

Vista de Pechón

/ Istock / Estanis Banuelos

El faro del Caballo

Para alcanzar este faro ubicado en uno de los paisajes más bellos de la comarca hay que seguir una ruta circular de doce kilómetros que comienza en la localidad de Santoña y atraviesa bosques y acantilados del monte Buciero. Desde la batería de San Felipe ya se avista el faro, pero para llegar a él hay que descender unas escaleras de 700 peldaños.

Si se bajan cien escalones más también hay la posibilidad de bañarse en las transparentes aguas turquesas de la zona. Todos estos accesos lo acondicionaron los presos de Santoña, que utilizaban la naturaleza como terapia. Aunque no es una ruta apta la cualquiera, el paraje merece la pena y existe la alternativa del barco para observarlo desde otra perspectiva.

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