El pueblo más bonito de Francia: un santuario celta y casas medievales
Con menos de mil habitantes, este pueblo francés alberga un conjunto arquitectónico declarado Monumento Histórico.
Los 10 pueblos más bonitos de Francia
Más allá del encanto urbanita de París, el país galo esconde un gran número de pueblos de una belleza medieval a la francesa única. Auténticas joyas se encuentran en cada rincón de Francia, desde Occitania hasta los Altos, pasando por la Isla de Francia, Normandía o Bretaña. Precisamente en esta última región es donde se ubica uno de los pueblos más bonitos del país, que alberga un santuario celta y decenas de casas medievales, articuladas bajo la batuta de la tradición.
Una antigua ciudad de tejedores y referente mundial en la elaboración de lonas para velas marineras que vivió sus años más prosperos hacia el siglo XV; una joya arquitectónica que lleva como nombre Locronan. Aquellas telas que producían gozaron de tal importancia que vistieron los navíos de la famosa Armada Invencible española así como de otras armadas francesas e inglesas. Su sublimidad ha provocado que se catalogue como 'Petite Cité de Caractère' (pequeño pueblo con carácter).
Sin cables ni antenas para no perturbar la Historia
La plaza principal muestra los vestigios del pasado, donde parece haberse quedado detenido. Las casas de granito azul con tejados de pizarra empiezan conformando un conjunto arquitectónico que no se repite en toda Bretaña, reconocido además como Monumento Histórico. En la Grand Place era precisamente donde residían los mercaderes más enriquecidos con aquel negocio salido del campo: se decía que contaban con el cáñamo y el lino de mejor calidad de la región. También vivían allí nobles y oficiales del Rey.
Todo está tan perfectamente integrado en el entorno que no se ven ni una sola antena ni un solo cable. De la misma forma, el tránsito de vehículos está restringido. A la entrada del pueblo se señaliza dónde se debe aparcar cada coche por un precio de cinco euros. Los negocios -muchos de ellos tradicionales- están también camuflados para que Locronan no pierda su personalidad tan peculiar que ha servido como escenario para algunas producciones como la película francesa 'Largo domingo de noviazgo', de la protagonista de 'Amélie'.
Edificios y tradiciones
Entre los edificios al estilo de cuento medieval aparece un santuario celta del siglo XI. En aquella época, San Ronán cristianizó el asentamiento donde llegaron los celtas seis siglos atrás, y fundó la Iglesia de Saint-Ronan, de estilo gótico flamígero. Se encuentra en la Place d'Église, rodeada por las construcciones más bonitas del pueblo. En su interior destacan las vidrieras, sencillas esculturas policromadas, el púlpito y una escalera verde de madera en la que se cuenta la vida del santo. Se convirtió en tierra de milagros, atrayendo a cientos de peregrinos que querían visitar su tumba.
La devoción sigue siendo hoy uno de los sentimientos clave entre los vecinos de este hermoso pueblo. Cada seis años se celebra una procesión de doce kilómetros llamada La Grand Troménie, uno de los 'indultos' más importante de Bretaña -la próxima es en otoño de 2025-. Anualmente se organiza La Petite Troménie, de seis kilómetros. Esos días, los habitantes salen vestido con los trajes regionales que simbolizan la conexión con los antepasados. Se dice que si no se completa en vida hay que hacerla tras la muerte, avanzando solo la longitud del ataúd cada año.
La romería anual se celebra el segundo domingo de julio, un atractivo más para el viajero que aprovecha el verano para explorar nuevos lugares. Junto a estas tradiciones destaca también la del árbol de mayo: el último sábado de abril, los quintos del año (jóvenes que cumplen la mayoría de edad) plantan un haya cerca del pozo en la plaza, que para los celtas simbolizaba el despertar de la naturaleza al dar hojas tan pronto. Además, el pan de los muertos sigue distribuyéndose el primer domingo de noviembre, manteniendo viva la conexión de los habitantes con el pasado.
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