El pueblo más pequeño de Salamanca: 21 habitantes, infinitos encantos

Un tesoro oculto en la provincia de Salamanca.

La fuente como epicentro del pueblo
La fuente como epicentro del pueblo / Rodelar. Wikicommons

Enclavado en la tranquila campiña salmantina, en algún rincón de la vieja Castilla y León, lejos de todo, entre colinas ondulantes y campos de cultivo interminables, se encuentra Cilleros de la Bastida, un pequeño pueblo que cautiva con su encanto modesto pero poderoso. Con solo 21 habitantes, este pueblo es un oasis de serenidad y autenticidad, donde el tiempo parece detenerse, y donde el tiempo, si nada cambia, se detendrá. Estos pueblitos están destinados a desaparecer. Hasta entonces, es un lujo disfrutar de la belleza de lo simple.

La historia que reside en sus paredes antiguas

Aunque pequeño en tamaño, Cilleros de la Bastida está impregnado de historia y tradición. Sus calles empedradas y sus casas de piedra centenarias susurran cuentos de tiempos pasados, cuando el pueblo era un próspero centro agrícola y ganadero. Explorar sus callejones estrechos es como retroceder en el tiempo, donde cada paso nos acerca un poco más a la esencia misma de la vida rural española.

La hospitalidad de sus pocos habitantes es un rasgo a tener muy en cuenta. A pesar de su tamaño diminuto, la comunidad de Cilleros de la Bastida acoge a los visitantes con los brazos abiertos y una calidez inigualable. Los lugareños, que conocen cada rincón del pueblo como la palma de su mano, están siempre dispuestos a compartir historias y recomendaciones con aquellos que se aventuran a explorar sus encantos. Ya sea disfrutando de una comida casera en el único bar del pueblo o participando en una de las festividades locales, los visitantes son recibidos como amigos perdidos hace mucho tiempo.

Cilleros de la Bastida: un destino fuera de lo común

Cilleros de la Bastida puede ser pequeño en tamaño, pero está lleno de infinitos encantos que lo convierten en un destino verdaderamente especial en la provincia de Salamanca. Desde su rica historia hasta la hospitalidad de sus habitantes, cada aspecto de este pintoresco pueblo invita a los viajeros a sumergirse en la belleza de la vida rural española y a disfrutar de una experiencia auténtica y enriquecedora que perdurará en el recuerdo mucho después de haber dejado atrás sus calles empedradas y sus casas de piedra. Salir de la ciudad y llegar a un pueblo de apenas dos decenas de personas no es algo tan habitual, y siempre viene bien, siempre es bueno salir de la vorágine citadina y aprender los ritmos del sosiego. 

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