El pueblo de Guadalajara que parece sacado de una película Disney

“Yo quería salir un poco de Madrid y patearme un poco la España árida. Guadalajara está muy cerca de Madrid y era una zona completamente despoblada y además desconocida, de una gran belleza”. Camilo José Cela.

¿no es esto apabullantemente hermoso?
¿no es esto apabullantemente hermoso? / Istock / ValentynVolkov

El cine nos ha traído muchos lugares a nuestro imaginario. ¿Quién no se ha soñado leyendo al caer el sol en una casa en la Toscana, frente a inmensos mares de trigo, lomas onduladas, carreteras poco transitadas, un té humeante y una persona de buen querer al lado? ¿Quién no se ha imaginado paseando por los campos de lavanda de la Provenza, fotografiando el inacabable color violeta que desprenden, respirando aire limpio y sanador? Bien, muchos lo hemos hecho. ¿Pero cuánta gente se ha imaginado haciendo esto mismo en alguna de las dos Castillas? De eso trata este artículo. De que los campos de Castilla y León son una más que digna Toscana, de que la lavanda de Castilla la Mancha es tanto o más violeta que la italiana. De que tenemos lugares tan tremendamente hermosos, que Disney podría haberse inspirado para doscientas películas más. En fin, vamos a Brihuega, un pueblito con mucho carisma.

Un viaje a un paisaje emocionante

Un viaje a un paisaje emocionante

/ Istock / ValentynVolkov

Los campos de Lavanda

En un rincón de la comarca de La Alcarria, sumamente literaria, sumamente inspiradora para tantos escritores, como para el nobel Camilo José Cela, que escribió aquí su mítico Viaje a la Alcarria, se encuentra Brihuega, y se encuentran sus campos de lavanda, violetas hasta colmar el Pantone. La lavanda se usa para perfumes, además de para tomar fotos antológicas, y es ahora, en primavera, cuando se desprende toda su belleza. A solo 100 kilómetros de Madrid (no todo es Madrid, pero aquí estamos tantos), podemos ponernos bucólicos paseando por estos campos. Y alejarnos del color madrileño por antonomasia: el maldito gris. Hasta julio-agosto, cuando siegan estas bellezas moradas, estas pasiones púrpuras, se pueden visitar. Yo no dejaría de hacerlo.

Una villa medieval

Si te acercas hasta Brihuega, no solo colmarás los sentidos de colores y aromas, también puedes colmar otros gustos: el arquitectónico, por ejemplo. El pueblo tiene más piedra, muros e historia de la que podría escribir aquí. Igualmente, van unas pinceladas: fue escenario de batallas de conquista y reconquista, de musulmanes y cristianos. Por eso tiene un castillo imponente, el de la Peña Bermeja, del siglo XI. En el interior hay un cementerio con cientos de tumbas antiguas, especialmente bonito. También encontramos un patio de armas, que guarda una iglesia de muchos rezos: Nuestra Señora de la Peña, una mezcla romántica, gótica y hermosa.

Y además castillos del medievo

Y además castillos del medievo

/ Istock / Ivan Lopez Gonzalez

Si no es suficiente, en Castilla la Mancha se come bien, muy bien. Y en Brihuega, huelga decirlo, también. Prepara la cuchara y el babero, prepara las ganas de masticar, prepara las ganas de siesta. No le veo un “pero” al viaje. Nos vemos en Brihuega. 

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