La muralla más larga de Europa está en España: una joya por descubrir

En España hay murallas casi en cada ciudad, pero pocas se conservan tan bien como esta.

No es la más muralla popular, pero sí la más larga, y no solo de España.
No es la más muralla popular, pero sí la más larga, y no solo de España. / Wikicommons. J.Luis López

La ciudad de Badajoz, al igual que otras tantas en España como Ávila, Tarragona -posee la más antigua- o Segovia, comenzó a construirse en el interior de una muralla. Esa pequeña población vivía en lo que se conocía como alcazaba desde que se inició su construcción en el año 875, aunque lo que ahora se conserva es fruto de la reforma que sufrió en el siglo XII por parte de los almohades. La muralla, por tanto, protegía todas las casas que se albergaba en su interior, incluidas tres mezquitas que se dice que existieron en la época y lujosos palacios. Tras un gran número de reformas surgieron 6.541 metros de tapia, casi 7 kilómetros, convirtiéndose en la más larga de Europa.

Vista de la muralla de Ávila

Vista de la muralla de Ávila

/ Istock / leezsnow

La muralla y la alcazaba: siglos de historia

Hasta 1640, la débil muralla medieval de origen musulmán era suficiente, pero en ese año Portugal se independiza como país y Badajoz empieza a necesitar una protección mucho mayor. Es entonces cuando la ingeniería militar entra en juego y comienza a crear una fortaleza compuesta por fosos, caminos cubiertos, revellines y fuertes exteriores. Históricamente también tenía ocho baluartes (San Pedro, Trinidad, Santa María, San Roque, San Juan -el único que no se conserva-, Santiago, San José y San Vicente) y dos semibaluartes (Palmas y San Antonio).

Puerta de Palmas en Badajoz, una de las puertas de entrada a la ciudad

Puerta de Palmas en Badajoz, una de las puertas de entrada a la ciudad

/ Wikicommons. Diego Delso, delso.photo, License CC-BY-SA

Ha estado en constante rivalidad con la fortaleza de Elvas, la ciudad geométrica de Portugal, por lo que sufrió múltiples modificaciones y reformas para llegar a colocarse cerca de la vecina. Hasta principios del siglo XX estaba completamente intacta pese a haber sido escenario de una de las batallas más cruentas de la Guerra de la Independiencia de 1812. En ella, tras hacerse con las fronterizas Almeida y Ciudad Rodrigo, los hombres de Wellington se enfrentaron a un obstáculo con el que no contaban: la muralla pacense. El asedio comenzó el 16 de marzo y no finalizó hasta el 6 de abril, finalizando con la rendición y retirada francesa, confirmando el poderío de la fortaleza.

El gobernador musulmán que mandó construir la muralla de Badajoz

El gobernador musulmán que mandó construir la muralla de Badajoz

/ Wikicommons. Icorbacho

La alcazaba de Badajoz ha sido un punto clave para la defensa contra Portugal y cualquier amenaza extranjera, cumpliendo su función con creces. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931 y con cada rehabilitación adquiere un valor mayor. La entrada tiene cuatro puertas: la del Capitel y la del Alpéniz de época almohade y la de la Coraxa y la de Yelves. La torre del Espantaperros destaca sobre el conjunto amurallado, con una característica planta octogonal. Su escasa fama la protege del desgaste que provocan los visitantes en masa. Dentro de España, la que más se acerca en longitud es la de Pamplona, con poco más de 5 kilómetros.

Torre de Espantaperros, Badajoz

Torre de Espantaperros, Badajoz

/ Wikicommons. Diego Delso, delso.photo, License CC-BY-SA

Badajoz más allá de su muralla

La capital del desayuno y del Carnaval, la ciudad a medio camino entre España y Portugal, donde la historia más lejana rezuma por los muros de sus monumentos y la más cercana se bebe en los bares del centro. El entorno de la muralla encierra algunos de los atractivos más hermosos de Badajoz, como la Plaza Alta, centro neurálgico cuando la Alcazaba aún era capaz de albergar a todos sus habitantes. Su arquitectura se ha convertido en lo más icónico de la ciudad, las llamadas Casas Coloradas, un edificio mudéjar compuesto por cuatro arcos de herradura. En su día funcionaba como zona de encuentro y de comercio donde los vecinos asistían a espectáculos como autos sacramentales, obras teatrales e incluso ejecuciones.

El casco antiguo alberga resquicios de una movida que parece no haber terminado en algunas zonas. El arte y la artesanía reinan en los escaparates de decenas de galerías que se reparten entre bares de alterne, discotecas y restaurantes de comida típica extremeña; cuando de pronto te topas con la Giralda, una réplica a mucho color de la sevillana. La tradición se une al avance en unas calles que guarecen los desfiles de carnaval, una de las festividades de mayor importancia en la ciudad. Sin embargo, no es necesario que sea carnaval para que Badajoz se vista de colores, luces y fiesta, porque todos los días hay un motivo para mantener la ciudad alegre, tanto la parte más antigua como la más nueva.

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