Los lugares más tenebrosos del mundo (muchos se pueden visitar)

Puede que el viajero se canse de los destinos de siempre, con los mismos monumentos y a rebosar de turistas. Roma, Nueva York, Cancún, Marrakech o Tokio no se van a mover de su sitio y hay tiempo de sobra para descubrir los lugares más típicos. Al viajero experimentado -y también al amateur- le toca explorar otros parajes, rincones tenebrosos, siniestros, cuyas fronteras pocos se han atrevido a traspasar. Lugares dark, como los denomina la escritora Míriam del Río en su libro 'Turismo Dark 2. Aún más dark' (Luciérnaga).

Esta denominación surge de una idea diferente de viajar. Ella muestra los lugares "no desde la perspectiva morbosa, sino desde la parte histórica y cultural". La primera vez que se utilizó este término fue por parte de dos profesores británicos en 1996, John Lennon y Malcolm Foley. Acuñaron el 'dark tourism' para referirse a las visitas que se realizan a zonas donde ha ocurrido una catástrofe, que recordaban a matanzas o que tenían un condicionante siniestro o decadente. En base a sus exploraciones, estos son algunos de los lugares más dark del mundo.

Europa

Jardín venenoso de Alnwick en Northumberland (Reino Unido)

A simple vista puede parecer un jardín normal. Lo es si no hubiera un cartel en la puerta que advirtiera: "Estas plantas pueden matar". Cicuta, belladona, ricina... y hasta más de cien plantas tóxicas, intoxicantes y narcóticas, que no pueden tocarse ni olerse y donde las visitas son guiadas. La responsable de esta creación es Jane Percy, duquesa del condado de Northumberland desde 1995. Pero, ¿por qué?

Heredó el castillo de Alnwick con un enorme jardín. Viendo su potencial se dio cuenta de que podía hacer "algo realmente diferente". Visitó los jardines de los Medici, populares por cultivar plantas venenosas, y descubrió la forma que tomaría el suyo. Cada año recibe a más de 600.000 visitantes y muchos se sorprenden ante la presencia del árbol del laurel. Otros se desmayan al inhalar los gases que desprende.

La celda de las emparedadas de Astorga (León, España)

No hay que irse muy lejos para toparse con un lugar que pone los pelos de punta. En la ventana hay una inscripción del Eclesiastés que reza "Acuérdate de mi juicio, porque así será también el tuyo. A mí ayer, a ti hoy". Se encerraban de voluntariamente algunas mujeres durante la Edad Media para pasar sus días en penitencia. Solo había dos ventanas, una hacia el exterior y la otra a la capilla para que pudieran escuchar misa.

"Muertas en vida", tal y como dice la escritora, se dedicaban a la vida contemplativa, a rezar y a la castidad. Dependían de lo que les daban los gremios y cofradías y la ayuda que les otorgaba la Iglesia, cubriendo sus necesidades vitales. Eran casi veneradas como santas, pues reproducían la vida de algunos santos anteriores. Es la única celda de España que se conserva así, aunque hubo más en otras ciudades.

Catacumbas de París (Francia)

Es uno de los lugares más impresionantes de París, que no todo el mundo se atreve a visitar. Se articula como un laberinto que recorre el corazón subterráneo de la capital francesa. Los huesos de más de seis millones de personas descansan "amontonados en un macabro orden". A su entrada está inscrita la frase del poeta Jacques Delille: "¡Detente! Aquí empieza el imperio de la muerte".

Su creación se debe a que en el siglo XVIII se decidió trasladar los restos óseos a un lugar subterráneo debido a la insalubridad que provocaban los cementerios en aquel momento. Empezó a funcionar como osario municipal, pero en 1786 se le otorga el nombre de 'catacumbas'. Desde 1809 están abiertas al público con cita previa y reciben a unos 500.000 visitantes cada año.

América

El pueblo fantasma de Bodie (California, Estados Unidos)

Como si de un escenario de película del lejano Oeste se tratase, este pueblo abandonado en pleno desierto, en la frontera con el estado de Nevada, es un espejo del esplendor que vivió California durante la llamada fiebre del oro. Este campamento americano supuso uno de los primeros asentamientos mineros de la zona, además de uno de los más prósperos de la época.

Aunque tenía la fama ser un pueblo 'sin ley', donde todos los días se cometía un asesinato causado por el juego y el alcohol. Poco a poco se acabó la bonanza minera y las empresas comenzaron a quebrar a finales del siglo XIX, hasta que en 1942 desapareció por completo. Hay una superstición en torno a Bodie por la que, probablemente, se mantenga tal cual: se dice que cualquier que se lleve un objeto de allí padecerá pesadillas de por vida.

Hotel Downtown -Club del Pulgar- (Dawson City, Canadá)

Pudiera parecer un hotel normal, pero desde hace más de 40 años incluye en su carta un cóctel muy especial, el Sourtoe Cocktail. Tal y como su nombre indica, la bebida incluye un dedo de pie humano momificado flotando en whisky. La norma para ser miembro honorífico del 'Club del Pulgar' es bien clara: "Puedes beberlo rápido, puedes beberlo despacio, pero tus labios tienen que tocar el dedo del pie".

La tradición comenzó con la Ley seca de la década de 1920. Un contrabandista de la zona sufrió un episodio de congelación en un dedo del pie, que acabó amputado. Lo guardó en un bote con whisky. Unos 50 años después, el capitán de un barco se lo encontró e instauró un reto que consistía en beber los máximos cócteles posible. Un vecino, tratando de batir un récord, se lo tragó y desde entonces los dueños piden dedos de alguien que haya sufrido de congelación para continuar con la tradición.

Asia

Festival Vegetariano de Phuket (Tailandia)

Los devotos de los Nueve Emperadores Dioses demuestran su respeto y su rechazo al dolor para purificar su mente y su cuerpo a través de sacrificios como perforarse las mejillas con agujas, espadas o cualquier utensilio, mutilarse o caminar sobre brasas ardiendo. Así pretenden alejar a los malos espíritus y mostrar arrepentimiento por sus pecados. Este ritual extremo lo celebran el noveno mes del calendario chino.

La fecha de origen no es demasiado segura, pero se cree que se remonta al siglo XIX, cuando una compañía de teatro china viajó a la ciudad, contrayendo una enfermedad para ellos desconocida, la malaria. El mal lo combatieron con una dieta vegetariana y rituales de purificación. Desde entonces se organiza este espectáculo durante el que no se puede beber alcohol, mantener relaciones sexuales, comer carne ni fumar.

Museo Tuol Sleng en Phnom Penh (Camboya)

La capital camboyana fue escenario de un auténtico genocidio. Sucedió entre 1975 y 1979, cuando los Jemeres Rojos -el brazo armado del Partido Comunista- llegaron al poder y asesinaron a más de 1,5 millones de personas por sus ideales políticos u orígen étnico. Cuando se dio por finalizado el régimen, con ayuda vietnamita, se descubrió la prisión secreta S-21, un centro de detención, tortura y asesinato. Desde 1980 es el Museo del Genocidio de Camboya.

Se encuentra en la sede de la Oficina de Seguridad S-21. Anteriormente era una escuela, pero su función educativa se vio completamente trastocada. Algunas de las salas conservan elementos de tortura y en las paredes hay fotografías de presos para que no caigan en el olvido, así como de los torturadores. "Es la prueba de cómo una sociedad destrozada puede construir un nuevo y esperanzador camino hacia el futuro", concluye la autora del libro.

África

Robben Island en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Desde 1999 es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por suponer un símbolo del triunfo de la justicia sobre la opresión política. Es una isla entera que funcionó como prisión donde encerraban a enfermos, delincuentes, presos políticos y otros revolucionarios como Nelson Mandela. Su nombre significa 'isla de las focas', pero ni de ellas queda rastro ni, por fortuna, de lo que representó.

El apartheid había llegado a su punto álgido. Ni siquiera en su propio país, los negros podían vivir con total tranquilidad, la segregación había llegado también a Sudáfrica. Cualquier persona podía ser encarcelada. Así, Mandela estuvo allí 18 años, en unas condiciones infrahumanas. Ahora se ha convertido en museo para evitar que la historia se repita. Se puede visitar la cantera donde trabajaban, los pabellones donde dormían, los comedores, las salas de castigo...

Gansbaai, capital del tiburón blanco (Sudáfrica)

Nadar entre tiburones es una experiencia muy extrema en Gansbaai, la capital del tiburón blanco. Es uno de los mejores lugares para sumergirse junto a estos terroríficos y asombrosos animales, pero también el más peligroso. Es posible hacer la actividad, eso sí, después de firmar un extenso papeleo burocrático en el que la empresa se exime de cualquier cosa que pueda ocurrir. Se observan desde el interior de una jaula amarrada a un lateral del barco y no se pueden sacar piernas ni brazos para la seguridad de las personas.

Oceanía

La maldición de Nan Madol (Pohnpei, Micronesia)

No hay un solo nativo que se acerque voluntariamente a las ruinas cuando ya se ha escondido el sol, "que se dice que están atormentadas por espíritus malignos y fantasmas llamados 'mauli'", explica a Míriam del Río el escritor británico James Churchward. Se cree que la ciudad se construyó hace miles de años sobre un arrecife de coral y los científicos no comprenden su extraña arquitectura. No se conoce su origen ni se entiende por qué alguien querría erigir una ciudad en mitad del océano.

Es por ello que los aborígenes confirman que los misteriosos constructores hechizaron esta ciudad fantasma. Hay una especie de panteón que es donde se dice que descansan los espíritus y nadie osa perturbar su descanso. Una vez se pone el sol, quien se quede en la isla acaba muriendo. Cuentan que uno de los gobernadores de la isla le plantó cara a la 'leyenda'. Exhumó los supuestos cadáveres y se encontró figuras de dos y tres metros de altura. Como castigo entró en una espiral de locura y falleció.

Wittenoom, la ciudad tóxica (Pilbara, Australia)

"¡Peligro! Área de desechos de asbesto. Inhalar fibras de asbesto puede causar cáncer. Evita el polvo y no dejes que los niños jueguen en la zona de desechos", es el cartel que preside la entrada a la conocida como 'ciudad tóxica'. Se encuentra en una de las zonas más bonitas de Australia, en la población de Hamersley Range en Pilbara. Sin embargo, allí sucedió lo que se conoce como el Chernóbil australiano.

A principios del siglo XX se fundó como colonia para la explotación minera de donde se extraía la crocidolita o asbesto azul, una variedad del amianto. Era un producto muy versátil y querido por todas las empresas, pero es un asesino silencioso. Antes de saberlo, Wittenoom utilizó este material para todo tipo de construcciones. Las minas quedaron abandonadas en 1966, pero no se sellaron, por lo que sigue suponiendo un riesgo.