El truco para ir gratis a la zona vip del aeropuerto: apréndetelo para tu próximo viaje
Para disfrutar de las comodidades que mereces
Hay formas de entrar a la zona vip del aeropuerto, la primera es tener bastante dinero (como para volar en business todo el rato) y pagártelo, y comer jamón mañana, tarde y noche. Los que no tenemos esa suerte sanguínea, tenemos que buscarnos la forma de paladear esas comodidades, aunque sea muy de vez en cuando. Y agudizar el ingenio. Y conseguir entrar a disfrutar de sillones cómodos y espacios tranquilos. Vamos a ver qué se puede hacer.
¿Cómo entro gratis?
Quizá, para este primer caso, la palabra gratis quede grande: si compras más de cincuenta vuelos al año tendrás acceso a las salas vip sin sobrecargo. Esto, claro, implica que te has gastado un buen dinero antes de merecerte la comodidad y el bocata de jamón. Si coordinas los vuelos de toda la gente de tu entorno: familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo quizá consigas llegar a esos 50 vuelos y entregarte a las mieles vips que nunca deberías abandonar. Eso sí, lo más beneficioso suele ser viajar siempre con la misma aerolínea. Esto es como el equipo de fútbol, una vez eliges uno, si quieres disfrutar algún éxito alguna vez, tienes que quedarte y ser fiel, por mucho que eso pueda costar.
Otra forma es a través de los bancos. Que, obviamente, te pueden hacer vip de un plumazo. Ese hermoso poder tienen. Para ello tienes que tener una tarjeta concreta que te puede dar acceso limitado o ilimitado a las salas vip de muchos aeropuertos. No todos los bancos ofrecen estos servicios, pero no está de más pasar por la entidad de tu barrio y preguntar en caja si con tu tarjeta anémica puedes acceder a algún beneficio aeroportuario. Ve con confianza, los bancos huelen el miedo.
Si nada funciona
Resígnate. Pero sin hundirte. Prepárate tu propio bocadillo de jamón, llévate una almohada de casa y organiza tu propia zona vip en la sala de embarque común. Nada ni nadie nos puede quitar la última de las libertades humanas, sentirnos cómodos y tranquilos allá dónde estemos. Pies en alto, refresco en mano, música relajante en los oídos y a disfrutar de tu sala vip, única e intransferible. Al fin y al cabo, el tiempo en el aeropuerto es un trámite, nuestro objetivo está al otro lado de ese cielo azul, que se ve desde las salas vip y las salas no vip: el cielo es el mismo para todos, y ahí vamos, a surcarlo. Qué lindo es viajar.