Tango y melancolía en Montevideo

Como la letra de un tango, Montevideo destila melancolía. Tal vez porque discurre silenciosa bajo el brillo metálico del Río de la Plata, o porque su memoria ha quedado suspendida en otra época del pasado o porque su alma está transitada de lecturas y esperanzas, de boliches y cafés, de melodías de arrabal. En Montevideo se vive sin alardes y se camina despacio, se bebe mate bajo el sol y se chamusca carne en plena calle, se baila milonga al atardecer y, de tanto en tanto, cuando se toca la fibra, se desbordan como un ciclón las pasiones futboleras. Y sin quererlo o sin saberlo siquiera, su día a día lleva impreso el sello de la nostalgia, que no la tristeza, porque la ciudad goza en los últimos tiempos de nuevos despertares y su irremediable halo melancólico es como una primavera tardía, pero primavera al fin y al cabo.

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