Curro, el patriarca de las cuevas del Sacromonte

Viajamos hasta Granada para descubrir a Curro Albaicín, leyenda viva y precursor del flamenco de la zambra.

Descubre al patriarca del Sacromonte, en pleno corazón del Albaicín
Descubre al patriarca del Sacromonte, en pleno corazón del Albaicín / Istock / Chris De Bug

‘Cuando mi padre se enteró de que me habían regalado un libro de Lorca, me obligó a quemarlo, pero yo lo escondí en casa de mi tía y lo leía a escondidas’, nos cuenta Curro Albaicín en la casa cueva del Sacromonte en la que ha pasado gran parte de su vida. Y es que hablar de este barrio granadino es hacerlo de una de las personas que le ha dado fama a nivel mundial. Un gitano fuera de los estereotipos, rubio, con ojos azules y una amabilidad que le lleva a abrir las puertas de su cueva a todo aquel que se interesa por la historia del flamenco en Granada.

Cuando cae la luz del sol, y la Alhambra se divisa majestuosa en el horizonte, las calles de Sacromonte empiezan a cobrar vida. No como antaño, cuando personajes de la talla de Ava Gardner, Orson Wells o Charlton Heston recorrían sus cuevas para descubrir la esencia del flamenco. Ahora, tan solo unas pocas cuevas ofrecen espectáculos más enfocados a los turistas, pero Curro sigue abriendo su hogar como testigo de la historia de Sacromonte.

Curro, el patriarca del Sacromonte

Curro, el patriarca del Sacromonte

/ Alba Armida

Curro, una institución viva en Sacromonte

En Granada Curro es una verdadera institución. Todo el mundo le conoce, porque forma parte de la historia. Criado en las cuevas del Sacromonte, lleva el flamenco en su sangre. Hijo de María y Miguel, al que conocían como ‘El aguaó’, tuvo su primer contacto con la zambra, el baile, la guitarra y el flamenco desde bien pequeño.

Hablar con Curro es recordar una parte de la historia de Sacromonte. ‘Hace años, aquí vivíamos como salvajes, corriendo desnudos, sin ducharnos…’, nos cuenta. También recuerda cuando era niño y jugaba con sus primos hasta que llegaba algún viajero que, por unas pocas pesetas, veía como cantaban y bailaban. Y es que cuando llegaba un grupo de turistas, los niños daban la voz en Sacromonte y a gritos de ‘¡Hay danza!’ se preparaban para ofrecer su arte. Curro ya bailaba con su prima ‘La Mona’ cuando apenas levantaba dos palmos del suelo.

Callejeando por el Albaicín.

Callejeando por el Albaicín.

/ Alba Armida

La historia de Curro y las cuevas de Sacromonte puede descubrirse en el libro que el propio Curro escribió en 2011 bajo el título ‘Zambras de granada y flamencos del Sacromonte ‘. También colaboró en el documental de Chus Gutiérrez ‘Sacromonte, los sabios de la tribu’, aunque de aquella experiencia no salió con buen sabor de boca debido, en gran parte, a la falta de reconocimiento.

Ahora Curro anda preocupado, porque ve peligrar la historia de su hogar. ‘Hay tantos artistas, tanta familia, vecinos y amigos que han muerto y su legado se va a perder, pero no parece que eso preocupe a las autoridades’, nos cuenta con cierta amargura.

Casa cueva de Curro, en el barrio de Sacromonte.

Dormitorio en la casa cueva de Curro, en el barrio de Sacromonte.

/ Alba Armida

Eso sí, en la casa cueva de Curro Albaicín siempre hay lugar para la alegría, la creatividad y, sobre todo, la libertad. Una libertad que pasa por haber recitado poemas de Federico García Lorca incluso cuando hacerlo era un auténtico peligro, ya que, en la España de la dictadura, hablar del autor del Romancero Gitano era jugarse, en el mejor de los casos, la libertad.

Curro también recuerda, sentado en una de las banquetillas de madera que flanquean su casa cueva, la inundación que en 1963 arrasó el barrio. Las viviendas quedaron destruidas y también hubo que lamentar alguna muerte. Entonces, se desalojó a los vecinos y se les asignaron unos barracones en el barrio de La Chana.

Un museo en el corazón de Sacromonte.

Un museo en el corazón de Sacromonte.

/ Alba Armida

Años después, Curro, alma inquieta donde las haya, luchó por recuperar la vida del Albaicín organizando espectáculos que le devolvieran al barrio que le vio nacer, el esplendor de antaño. Y así, a día de hoy, se puede disfrutar de una auténtica zambra en alguna de las casas cueva que ofrecen la esencia de las fiestas gitanas. Y, para una experiencia completa, lo mejor es ir con tiempo y acercarse a la cueva de Curro, ya que es una leyenda viva y el verdadero patriarca del Sacromonte.

Síguele la pista

  • Lo último