6 secretos de los aviones que todos los viajeros deberían conocer

Viajar en avión se ha convertido para muchas personas en una actividad ordinaria, mientras que, para otros, sigue siendo el medio de transporte elegido durante las vacaciones que los llevará a su destino soñado. Ahora bien, con independencia de la frecuencia con que se coge un avión, hay algunos pasajeros que sufren aerofobia y no lo pasan nada bien cuando se encuentran a 12.000 metros del suelo.

Para vencer el miedo a volar, además de la ayuda psicológica pertinente, existen algunos secretos de los aviones que, si se conocen, darán algo más de tranquilidad a los pasajeros más asustadizos. Y no hablamos de algunos códigos secretos que se pueden escuchar durante el vuelo, sino de curiosidades que harán que nos sintamos mucho más seguros.

El despegue y el aterrizaje son, en general, los momentos más críticos durante los vuelos. Por ello, resulta interesante conocer la resistencia y durabilidad de los neumáticos que van a conseguir que el viaje se desarrolle sin incidencias.

A priori, los viajeros pueden pensar que las ruedas de los aviones son iguales que las de los coches, pero realmente no tienen nada que ver. Para empezar, no se hinchan con aire, si no con nitrógeno seco. Esto evita que puedan salir ardiendo a causa de los cambios de temperatura tan bruscos que se producen. En un avión a 12.000 metros de altura, la temperatura del aire puede alcanzar los menos 50 grados, mientras que en el momento del aterrizaje los neumáticos pueden llegar a alcanzar los 200 grados. 

¿Te has planteado alguna vez dónde se almacena el combustible en un avión? La lógica para los no entendidos es que podría almacenarse en un tanque situado en la bodega del avión, pero la realidad es que se suele distribuir en diferentes compartimentos a lo largo de la aeronave.

Las alas de los aviones comerciales cuentan con un recubrimiento interior que las convierte en compartimentos estancos que pueden llenarse de combustible; esto se conoce como wet wing. Además, al llevar el combustible en las alas, se genera un peso en las mismas, que sirve para compensar la diferencia entre las fuerzas del ala y el fuselaje.

Uno de los principales miedos a la hora de coger un avión son las causas climatológicas adversas. Y los rayos pueden llegar a causar verdadero pavor, pero el impacto de una descarga eléctrica en el fuselaje del avión no entraña ningún peligro para sus pasajeros. De hecho, según algunas estadísticas, un avión sufre la caída de un rayo cada 1.000 horas de vuelo y, sin embargo, estas descargas eléctricas no suelen provocar ningún daño a las aeronaves.

Un avión es resistente a un rayo porque conduce la electricidad, actuando como una jaula de Faraday. Este efecto (interesante, pero algo complejo de explicar en unas líneas) está presente en muchos dispositivos que utilizamos normalmente, como cables, microondas, automóviles y aviones. Por ello, si cayese un rayo en un avión, apreciaríamos que entra por una punta de la aeronave y sale por la otra sin afectar ni a pasajeros ni a los motores.

En caso de despresurización de la cabina de una aeronave, las mascarillas de emergencia nos ayudarán a poder respirar con normalidad hasta que el avión tome tierra. Estas mascarillas tienen una autonomía de algo más de 15 minutos, ya que este es el tiempo que tarda en tomar tierra un avión en caso de que tenga que realizar un aterrizaje o amerizaje de emergencia.

¿Dónde se guarda ese oxígeno tan necesario en caso de emergencia? Lo más sorprendente es que, realmente, no hay tanques de oxígeno a bordo, ya que son tremendamente pesados y ocuparían demasiado espacio. Por ello, las mascarillas de oxígeno funcionan gracias a una pequeña reacción química que tiene lugar cuando se tira de los cordones de la mascarilla y esto provoca la unión de diversos compuestos no gaseosos que son ricos en oxígeno, como el clorato de sodio, peróxido de bario o perclorato de potasio. La reacción liberará el oxígeno y, entonces, podrás respirar con normalidad.

Aquellos viajeros que se suban a un avión con frecuencia seguro que se han percatado en alguna ocasión de la existencia de pequeños triángulos, de color negro en determinadas zonas del avión. Estas marcas, que generalmente se sitúan encima de las ventanas centrales, indican que se trata del sitio ideal para obtener las mejores vistas. 

La función de esta marca no es advertir del mejor lugar del avión para disfrutar de un paseo por las nubes con las vistas más privilegiadas, si no ser el lugar clave para que la tripulación pueda conocer el estado de los flaps y alerones en tiempo real. También es el lugar indicado para descubrir si las alas (en caso de temperaturas gélidas) están descongeladas y listas para surcar los aires.

Los aviones de pasajeros pueden llegar a volar unos 25 años, pero ¿qué pasa cuando llegan a esa cifra? Muchos de ellos se convierten en aviones de carga, de forma que pueden prolongar su vida útil, mientras que otros están listos para convertirse en chatarra. Según algunas estimaciones, cada año dejan de prestar servicio unas 300 aeronaves.

Reciclar es importante y en un aparato de más de 100 toneladas, resulta crucial, puesto que contiene metales, plásticos y otros materiales que pueden tardar millones de años en desaparecer. La buena noticia es que el 85 por ciento de los materiales de un avión son reciclables y hay empresas que se dedican a ello, gracias a equipos especializados y maquinaria pesada.

En definitiva, el avión es uno de los medios de transporte más seguros y, si conoces estos 6 secretos, puede que la próxima vez que te encuentres a 12.000 metros del suelo, afrontes la experiencia con algo más de tranquilidad. ¡Buen vuelo!