Al habla con la fotógrafa Pilar Silvestre: “Cuando aterrizo en una nueva ciudad, me obligo a observar el tiempo necesario antes de empezar a fotografiar”
Hablamos con una de las participantes del Fujikina Barcelona, evento organizado por Fujifilm, los días 16 y 17 de noviembre, en el Teatre Nacional de Catalunya. Pilar Silvestre, especializada en fotografía de calle, nos desgrana las claves de su trabajo y nos ofrece algunos trucos para mejorar las imágenes que captamos durante nuestros viajes.
La fotografía puede ser sanadora. Pilar Silvestre puede dar testimonio de ello. Esta reconocida fotógrafa, especializada en fotografía de calle, comenzó su relación con la cámara debido a un trastorno de ansiedad. Quizá por ello, recomienda alejarse de las modas y los lugares comunes a la hora coger una cámara: "seamos únicos en nuestras visiones y dejemos de depender de lo que opinarán unos u otros... fotografía para ti y solo para ti”. A continuación, Silvestre nos explica su concepción de la fotografía y ofrece algunos trucos para mejorar las imágenes que captamos durante nuestros viajes.
Silvestre participa en el Fujikina Barcelona, evento organizado por Fujifilm, los días 16 y 17 de noviembre, en el Teatre Nacional de Catalunya. A este festival acudirán fotógrafos de reconocido prestigio, como Martin Parr y Cristina de Middel, para hablar de su técnicas, estilos y carreras. También se realizarán paseos fotográficos, talleres formativos y presentación de productos. Toda una fiesta para los aficionados a la fotografía.
Más información en: https://fujifilm-x.com/es-es/special/fujikina-barcelona/
Con 41 años te diagnosticaron agorafobia (fobia a los espacios abiertos), ¿cómo afectó este hecho a tu concepción de la fotografía?
El proceso fue inverso... fue la agorafobia la que hizo que empezara practicando fotografía dentro de casa. Necesitaba recuperar la memoria y vencer las ansiedades, ser consciente del proceso sin importar el resultado. Paso a paso me fui marcando metas y busqué los trucos necesarios para vencer el miedo que provocaba el salir de casa. Fue la fotografía de calle la que me ayudó a conseguirlo.
¿Qué te atrae más de la fotografía callejera en comparación con otros estilos?
Al utilizar la fotografía como terapia, pasé por muchos estilos, empecé con cosas simples para aprender del funcionamiento básico de una cámara. De ahí pasé a macros, insectos en vuelo, fotografía deportiva, conciertos... Sin embargo, me tenía que poner las cosas difíciles para poder progresar en mi terapia y elegí el género más amado y odiado de todos: la fotografía de calle. La dificultad que comporta y la necesidad de forzar todos los sentidos para su correcta ejecución fue lo que me hizo decidirme por ella. La fotografía de calle no tiene fin... nunca ser repite, cada día es un reto.
Viajar y fotografiar en la calle parece ser una mezcla de planificación y de espontaneidad. ¿Cómo combinas ambos elementos en tu trabajo? ¿Tienes algún truco o rutina para prepararte antes de explorar una ciudad?
Antes de viajar a un destino puede ser interesante buscar información por si hay alguna prohibición en cuanto a fotografiar. Hay países que lo ponen más fácil que otros. Personalmente no lo hago, no quiero condicionarme. Si fotografías con respeto y dignificas a las personas, no has de tener problemas.
Cuando aterrizo en una nueva ciudad me obligo a observar el tiempo necesario antes de empezar a fotografiar. Nunca sabes cómo puede reaccionar la gente ante la presencia de una cámara; algunos pueden recibirla de forma indiferente, amable o, por el contrario, mostrarse reticentes... En ocasiones entra en juego la cultura del lugar y sin duda tu actitud. Es más fácil en países como EE. UU., por ejemplo, ya veneran la industria del cine y de la imagen. En otros, como Marruecos, pueden mostrarse hostiles y reacios ante la presencia de una cámara.
¿Cómo abordas el tema de las personas en tus fotos? ¿Pides permiso para capturar ciertos momentos o prefieres mantener la espontaneidad y la naturalidad del momento?
La fotografía de calle es un género en sí mismo y como tal tiene unas características necesarias para que así se considere. Una de ellas es la espontaneidad de las escenas, por lo que no es viable pedir permiso a las personas. El fotógrafo ha de evitar intervenir en la escena que pretende fotografiar.
Sobre la fotografía de calle hay mucha información confusa en las redes. En muchas ocasiones se interpreta simplemente como el acto de salir a pasear con una cámara en mano a fotografiar personas... ¡Nada más lejos de la realidad! Buscamos escenas donde las personas se encuentren integradas en un contexto. En muchas ocasiones interesan escenas que nos muestren la realidad de una sociedad y sus características, fotografías de actos rutinarios vistos desde la mirada de un fotógrafo, captados con lentes cortas que permitan al espectador integrarse en la escena y ser partícipes de ellas.
Uno de tus últimos proyectos fotográficos ha sido recorrer la Ruta 61, en Estados Unidos. ¿Qué te llamaba la atención de esta aventura?
He realizado tres viajes por tierras americanas buscando la esencia fotográfica de antaño, cuando los road trips se convertían en una recopilación de vivencias e imágenes extraordinarias. Bajo la influencia de Jack Kerouac, con su obra de culto On the Road, fueron muchos fotógrafos que siguieron sus pasos. Yo no quería ser menos, tenía que intentarlo: realicé un viaje a la Costa Oeste y dos por la Highway 61, la ruta del Blues. Pude conocer de primera mano diferentes formas de vida. Me impactaron muchísimo las zonas rurales del Mississippi, fuera de las rutas más comerciales, siempre bajo la influencia del Blues y el carácter humilde y hospitalario de sus gentes.
La fotografía de viajes implica llevar equipo a diferentes lugares y condiciones climáticas. ¿Tienes algún consejo sobre el equipo básico que consideras esencial para un viaje de fotografía?
En mi caso utilizo un equipo muy básico, una cámara y una lente, que ocupe y pese poco. Ahora mismo empleo una Fuji X100VI con un 23mm fijo. Poco más. En mi último viaje a Islandia, por ejemplo, utilicé un filtro de protección para hacerla estanca al agua, ya que sabía que íbamos a sufrir de humedad. A partir de ahí me marco un dogma: “nunca bajar la cámara”. Vaya donde vaya y sean cuales sean esas condiciones, mi tarea es conseguir las fotos que deseo con los medios que tengo, eso hace que cambie la perspectiva y la forma de fotografiar para hacer trabajar mi mente.
Otro de tus campos de trabajo ha sido la fotografía deportiva, ¿cuál es el mayor reto de esta práctica?
La foto deportiva la practiqué en una fase intermedia de la recuperación, es exigente en cuanto a equipo y exigente en cuando a metodología dependiendo del deporte que elijas. Lo curioso es que poca gente se plantea la necesidad de cuidar los fondos, los ángulos y los momentos previos, solo se centran en el momento álgido del remate, del gol o del salto... la foto que funciona en redes. Olvidan que el deporte es mucho más que eso.
En ocasiones parece que solo con un teleobjetivo y una buena ráfaga se pueden conseguir resultados óptimos... La realidad es que hay deportes que incluso con foco manual o enfoque a un tiro se consiguen buenas fotos, solo hay que saber analizar las situaciones que se presentan, pero se perdió la costumbre de hacer fotografía consciente. En eso consistía mi reto, desmitificar el uso de grandes teleobjetivos, ráfagas rápidas y el uso de enfoque continuo, pensar antes de actuar.
¿Tienes algún destino que sueñes fotografiar, un lugar que todavía no hayas tenido la oportunidad de explorar?
Estoy cerrando el ciclo que me prometí a mi misma en EE. UU. En el 2025 me he propuesto hacer entera la Route 66, de Chicago a Los Ángeles, un viaje que sabemos muy turístico pero que, al igual que en las anteriores ocasiones, pretendo hacer algún desvío para llegar a puntos de interés temáticos donde han ocurrido cosas interesantes.
A lo largo de mis recorridos he tenido la oportunidad de visitar puntos que rememoraban circunstancias históricas como el bar donde habitualmente paraba Al Capone, el punto exacto donde falleció James Dean, un seguimiento de los puntos que marcaron la vida de Robert Johnson, hoteles donde se hospedó o rodó películas Elvis Presley, la posibilidad de visitar uno de los hoteles pertenecientes a la lista del Green Book que marcó una de las circunstancias en épocas de segregación... cosas que me parecen interesantes por su relevancia histórica. Intento hacer con todo ello un proyecto fotográfico para posteriormente plasmarlo en un fotolibro que culmine toda esta ruta.
¿Qué recomendarías a un viajero que trate de mejorar la calidad de sus fotografías?
A veces creemos que necesitamos tener todo tipo de lentes y cámaras “por si acaso”. Al final, de lo que se trata es de disfrutar del viaje y evitar ir más cargados de lo normal. Personalmente siempre recomendaré la simplicidad y la fotografía consciente, olvidarnos de tanta tecnología y practicar una fotografía que nos permita ser más nosotros mismos y nuestras circunstancias.
En ocasiones nos centramos en las “cosas bonitas” porque así nos lo marcan nuestros círculos y dejamos de lado multitud de detalles que parecen insignificantes y que pueden hacer que nuestro recuerdo fotográfico sea más intenso que no aquellas imágenes que nos metemos en la cabeza, ya antes de salir. Seamos únicos en nuestras visiones y dejemos de depender de lo que opinarán unos u otros... fotografía para ti y solo para ti.