Retrato de EE UU a través de la literatura
Las elecciones presidenciales del 6 de noviembre han sido una de las citas del año. Durante dos siglos, los paisajes y gentes de Estados Unidos han seducido a incontables escritores. Algunos han recorrido sus caminos fascinados; otros, aterrados.
Mark Twain abandonó por primera vez Hannibal (Misuri), su pueblo natal, con 27 años. A bordo de una diligencia, recorrió en 1862 la amplia meseta de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas para reunirse en Nevada con su hermano, recién nombrado secretario del gobernador local. Aquella aventura quedó plasmada en Pasando fatigas. En su recorrido, el autor de Huckleberry Finn fue testigo de la fiebre generada por las minas de plata en Nevada, los últimos buscadores de oro en California, la convivencia entre misioneros y balleneros en Hawái... Tras la Guerra de Secesión (1862-1865), Estados Unidos levantó los cimientos que la convertirían en la primera potencia mundial a principios del siglo XX. La seducción que desde entonces ha levantado el país norteamericano entre los escritores de viajes ha quedado plasmada en obras de todos los gustos y colores. Ya en 1842, Charles Dickens viajó al Nuevo Mundo a bordo del Britannia. En Notas de América, el británico plasmó sus impresiones y objeciones a un país que planteaba una alternativa a las estructuras sociales, judiciales, penales, sanitarias e industriales vigentes en Europa.
En 1947, tras abandonar la Universidad de Columbia, Jack Kerouac inició un viaje a través de EE UU que pasaría a la historia de la literatura como En la carretera. El acierto de Kerouac radicó en su capacidad para conectar con una generación, crítica con el american way of life, que buscaba alternativas a ritmo de bebop. John Steinbeck también transitó la senda de la autocrítica. En 1960 compró una caravana, a la que dio el nombre de Rocinante, e inició un periplo por el país para responder a una pregunta compleja: ¿Cómo son los americanos de hoy? Sus conclusiones quedaron impresas en Viajes con Charley. Otros autores recientes que han analizado las contradicciones estadounidenses son el fallecido David Foster Wallace (Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer) o Bill Bryson (¡Menuda América!).
Los escritores españoles no son ajenos al influjo estadounidense: Julio Camba (Un año en el otro mundo), Vicente Blasco Ibáñez (La vuelta al mundo de un novelista), Xavier Moret (América, América), Alfonso Armada (El sueño americano), Enric González (Historias de Nueva York), Javier Reverte (El río de la luz. Un viaje por Alaska y Canadá)... La globalización ha provocado una estandarización de las sociedades occidentales. Las crónicas de Camba desde la corresponsalía de ABC en Nueva York durante 1916 describen una realidad exportada a nuestras latitudes: "América está en manos de los trusts. Aquí hay una esclavitud económica, como tal vez no exista en ningún otro lado, y aquí hay clases. Son clases sin tradición, sin buen gusto, sin viejos castillos y sin retratos de familia".
Lecturas para el avión: Acoso al Peñón
1969. Ante la sospecha de que el gobierno británico no abandonará Gibraltar, tal y como establece la resolución 2.429 de la ONU, Franco ordena que se prepare la invasión del Peñón. En ese ambiente prebélico, el Servicio Central de Documentación, dirigido por Carrero Blanco, infiltra en la colonia británica a Isabel Vioque para que realice labores de espionaje. Esta es la premisa de Lágrimas sobre Gibraltar, un thriller histórico en el que Carlos Díaz Domínguez hace alarde de un excelente conocimiento de la época.
Título: Lágrimas sobre Gibraltar
Autor: Carlos Díaz Domínguez
Edita: Ediciones B
Precio: 6,95
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