Los cinco rincones más bellos de la Sierra de Segura
La Sierra de Segura, la más extensa de las tres que conforman el espacio natural protegido más extenso de España, es un paraíso de permanente tentación. Hay cinco visitas irrenunciables si el viajero decide adentrarse en estas soledades.
El río Borosa
Los saltos del río Borosa cicatrizan el espacio natural protegido más extenso de España. Situados en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, los saltos desembalsan agua al recién nacido río Guadalquivir en el corazón de un paisaje abrupto y montañoso. A la altura del centro de visitantes Torre del Vinagre es preciso tomar una carretera que conduce hasta la piscifactoría. Desde su puente se aprecia este singular juego de cascadas. Los saltos forman un paraje de pequeñas cascadas y charcones de aguas cristalinas. Cauce arriba destaca el arroyo de Las Truchas, uno de los paisajes más bellos de los límites que dividen las sierras de Cazorla y Segura.
El Yelmo
En la Sierra de Segura al pico El Yelmo lo llaman cariñosamente “la cabeza de indio”. Desde la carretera que baja a Cortijos Nuevos, la cumbre adopta una forma caprichosa que evoca el perfil de una persona. El Yelmo, el picacho más emblemático de la cordillera, se eleva por encima de los 1.807 metros de altura entre las localidades de Segura y Hornos. Desde su cima se divisan las tierras bajas de Ciudad Real y Albacete, y las comarcas del norte de Granada. Desde allí Jaén es un paraíso de disciplinados olivos y sierras coloreadas por todos los verdes posibles. Al norte se divisan las llanuras castellano manchegas. Al este el pico granadino de la Sarga. Al sur, el pantano del Tranco y la cordillera de las Banderillas y al oeste las tierras de olivos de sierra.
Río Madera
La Sierra de Segura es un territorio inabarcable y colosal. La mano del hombre apenas ha tocado este territorio, a no ser en sus diminutas y solitarias aldeas donde el tiempo parece no existir. Hasta la aldea de Río Madera el camino está lleno de curvas. A ambos lados de la calzada, entre abruptas laderas montañosas, crece el pino laricio, que alcanza hasta los cuarenta metros de altura, además de notables manchas de sabinas. El manto verde de estos bosques llamó la atención a los gobernantes del siglo XVIII que decidieron crear una provincia marítima en pleno interior peninsular. La madera del pinar segureño fue utilizada para la construcción de los barcos de la antigua armada española. Los troncos eran transportados por la corriente de este río, que hoy recibe el nombre de la materia prima que le dio fama.
El Tranco
Hornos de Segura es una de las poblaciones más encantadoras de la Sierra de Segura y está coronado por un castillo. Las grandes masas boscosas alrededor de la localidad dan una idea del valor ecológico de este rincón al este de la provincia de Jaén. El blanco caserío que se acomoda junto a estrechas callejas y recoletas plazuelas está considerado Conjunto Histórico Artístico. Desde los restos de su castillo se divisa el embalse del Tranco, un mar interior en las extremidades de Andalucía. El pantano, uno de los más extensos del sur peninsular, regulan las aguas altas del Guadalquivir y hay en la cabecera del embalse un embarcadero con un barco solar en el que realizar visitas en torno a sus orillas.
Las aguas del Anchuricas
La Toba, una de las principales aldeas de la comarca, es el punto de partida para llegar a las orillas del embalse del Anchuricas. Sus vecinos han trazado y señalizado cómodas rutas a pie que conducen hasta el cercano pantano, un santuario virgen de la naturaleza. El bosque de pinar llega hasta la misma orilla de una lámina de agua que parece coloreada por piedras esmeraldas. Las carreteras se adentran montañas adentro por aldeas donde apenas viven cincuenta o sesenta personas. Las aguas del Anchuricas, con su aspecto verdoso, contrasta con la belleza de los densos bosques de coníferas que se alzan a todos sus lados.
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