700 años de la muerte de Marco Polo: el viajero que descubrió el mundo exótico

Se sabe poco de la vida de Marco Polo, pero se conoce que nació en Venecia en 1254 y murió en la misma ciudad en 1324. Desentrañamos la historia de uno de los grandes exploradores de la historia.

Marco Polo partió de Venecia junto a su padre y su tía en busca de nuevas rutas comerciales
Marco Polo partió de Venecia junto a su padre y su tía en busca de nuevas rutas comerciales / Istock / clu

Dos años de prisión en Génova tras una batalla contra Venecia -su ciudad natal- fue el empujón para que Marco Polo escribiera 'El libro de las maravillas'; aunque, para ser justos con la Historia, "escribir" no es el verbo adecuado. Más bien se lo dictó a su compañero de celda, el escritor Rustichello da Pisa, en 1298. En él narra sus exóticos y fantásticos -en el sentido completo de la palabra- viajes por lo que se conocía como el Próximo y Lejano Oriente. Tres años antes había regresado a casa tras 17 años trabajando al servicio del emperador Kublai Kan (nieto de Gengis Kan). Partió en 1271 junto con su padre y su tío en busca de nuevas rutas comerciales y con la idea de regresar en poco más de un año. Volvieron 24 años más tarde.

Retrato de Marco Polo

Retrato de Marco Polo

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La fascinación que mostraba en el escrito era tal que a muchos les costó creer que sus travesías fueran ciertas. A veces relatando una acción pasada en el presente, otras contando tradiciones que no se daban en la zona en la que estuvo o incluso añadiendo leyendas que hace reales; pero muchas otras veces lo expresa con un estilo ameno y con el objetivo de sorprender a su público tal y como lo hizo él ante las maravillas de este nuevo mundo. Durante tres años viajan entre Venecia y Pekín, pero es en China donde es testigo de los fenómenos orientales que narra. Se adentra en territorio mongol, descubre el monte Aarat en Armenia, las fuentes negras de la alta Mesopotamia, el Jorasán persa, la mágica Bagdad...

Monasterio de Khor Virap frente al monte Aarat

Monasterio de Khor Virap frente al monte Aarat

/ Istock / EvaMencnerova

Trabajando para el Gran Kan

Cuando lleva unos años recorriendo Asia, esperando que los prados de Mongolia configuren una especie de fin del mundo, empieza a pensar que quizá no existe ningún tipo de límite ni temporal ni espacial. Cuando uno echa la vista atrás, la mente puede tender a exagerar las cosas. Por ello las cantidades y descripciones de las que habla en su relato son inconmensurables; tanto, que él mismo admite que "sin verlo es imposible que alguien lo crea". Sin embargo, el imperio que gobernaba el Gran Kan ya era inmenso, con más de un millón de habitantes, por lo que no es tan difícil de creer que los números se acercaran a los que describe.

Extensos prados de Mongolia

Extensos prados de Mongolia

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Mientras estuvo en China trabajando para el Imperio vivió realmente fascinado: "Es verdaderamente muy costoso describir la gran nobleza de esta provincia y, por lo tanto, callaré". Visto con ojos del presente, son muchos los que aseveran que ni siquiera estuvo en China ya que no menciona atractivos como la Gran Muralla, los palillos para comer, la escritura ideogramática o el té. Esto se debe a que en aquella época no era algo tan relevante de cara al exterior, por lo que se cree que Polo no las vio destacables. Más allá de las fronteras terrestres, también conoció algunas islas, como Andamán y Nicobar, en las que habitaban caníbales, o las de Kuria Muria en Omán -una para hombres y otra para mujeres-; así como las costas "que no pueden dejarse en silencio" de India y muchos otros destinos que hoy se siguen considerando exóticos.

La inmensidad de la Gran Muralla

La inmensidad de la Gran Muralla

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Un 8 de enero de hace justo 700 años, en 1324, murió el gran descubridor del maravilloso mundo asiático. Los escritos que había por entonces eran escasos, al menos desde la perspectiva de un europeo para quien todo lo diferente era increíble. Pese a que no existía aún la imprenta, 'El libro de las maravillas' se podría considerar el primer best seller de la historia. Los "fans" se agolpaban bajo la ventana de la celda de sendos responsables del éxito literario para escuchar a Rustichello da Pisa leer un capítulo tras otro de las aventuras de Marco Polo, convirtiendo la prisión de Malapaga en un hogar de fantasía verdadera, al menos durante algunas horas en el día.

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