Así es el hotel más peligroso del mundo: solo apto para valientes
Pasar una noche en este complejo puede ser la mejor aventura de tu vida o tu peor pesadilla.
Ubicado a más de 50 kilómetros de la costa de Carolina del Norte, este hotel es una antigua plataforma de observación costera, que fue reconvertida en alojamiento para los más aventureros. Para algunos, es el peor hotel del mundo, pero para otros, una oportunidad única de desconexión en un entorno único.
¿Una ubicación paradisíaca o peligrosa?
El Frying Pan Tower no es un hotel convencional; es una antigua plataforma petrolera construida en 1964 por la Guardia Costera de los EE.UU. para albergar a personal que vigilaba el tráfico marítimo y el clima en el peligroso Frying Pan Shoals, un banco de arena en el Atlántico. En 2004, la torre cayó en desuso y fue comprada en 2010 y convertida en un "hotel" por Richard Neal, un entusiasta de las aventuras extremas.
Con más de 25 metros de altura sobre las aguas del Atlántico, la estructura resiste el golpe de las olas y el viento de forma permanente. Acceder a ella ya es toda una hazaña: se requiere un largo viaje en barco o, para los más atrevidos, un traslado en helicóptero. El Frying Pan Hotel es espacio en medio del océano, completamente aislado y expuesto al albedrío de la naturaleza, donde puedes hospedarte por 1.368,55 euros por persona un fin de semana.
¿Dónde se encuentra el peligro?
Lo que hace del Frying Pan Tower una experiencia extrema es el aislamiento absoluto. No hay tiendas, restaurantes ni personal de servicio. Los huéspedes deben llevar su propia comida y bebidas, y preparar sus propios platos en una cocina básica. No existe el lujo de un servicio a la habitación, pero lo más importante es que no existe la posibilidad de pedir ayuda fácilmente si algo va mal, aunque suele haber un par de voluntarios cuando hay huéspedes dispuestos a echar una mano cuando sea necesario.
Por si todo esto fuera poco, las condiciones meteorológicas son impredecibles. Los fuertes vientos, las tormentas y las olas rompiendo contra los pilares de la torre son parte de la experiencia. Por la noche, el rugido del océano y el viento son los únicos sonidos que acompañan a los visitantes, creando así una sensación verdaderamente inigualable.
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Seguro de viaje ¿sí o no?
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El hotel tiene electricidad, generada por paneles solares y un generador diésel, pero las comodidades son mínimas. No hay aire acondicionado, y aunque la torre tiene baños y duchas, el agua debe ser utilizada con moderación. Las habitaciones son pequeñas, con un mobiliario antiguo y desgastado, y sin decoración. Las camas, aunque funcionales, son muy básicas.
¿Aventura o pesadilla?
Este aislamiento es tanto una bendición como una maldición. Mientras que algunos encuentran la experiencia excitante, otros consideran que es demasiado extrema. No hay señal de teléfono, y el internet no es una garantía, lo que obliga a los visitantes a desconectarse completamente del mundo exterior. Para algunos, este hecho puede ser un ejercicio de “mindfulness”, y para otros la sensación de estar atrapado en medio del océano puede ser asfixiante. ¿Te atreverías a pasar una noche en el Frying Pan Tower Hotel?
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