Tres pueblos encantadores de España en los que nos quedaríamos a vivir

Te quedes a vivir en ellos o pases unos días, no te arrepentirás de descubrir estos pueblos.

Un pueblo medieval siempre es un acierto asegurado para visitar
Un pueblo medieval siempre es un acierto asegurado para visitar / Istock / Sami Auvinem

A veces lo único que necesitamos es respirar un aire limpio, sin contaminar. Las grandes ciudades están muy bien, pero llega un momento en el que el cuerpo y la mente piden un descanso. Buscar un entorno natural, diferente, rural, sin prisas, sin aglomeraciones. Con buena calidad de vida, en definitiva. No son pocos los residentes en pueblos que juran que nunca se mudarían a la ciudad. Por algo será. Los pueblos españoles tienen un encanto peculiar que atrapan al visitante hasta tal punto que algunos parece que te llaman para que te quedes a vivir en ellos, como ocurre con estos tres pueblos mágicos donde nos quedaríamos a vivir.

Sepúlveda, Segovia

A tan solo una hora de Segovia y una hora y media de Madrid se encuentra uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León. Un lugar en el que naturaleza, historia y cercanía a la ciudad se entremezclan en un cóctel perfecto. Se ubica en el Parque Natural de las Hoces del río Duratón, por lo que es innegable que su entorno es puramente único. Pese a ser un pueblo relativamente pequeño, los atractivos con los que cuenta son diversos.

El pueblo medieval de Sepúlveda

El pueblo medieval de Sepúlveda

/ Istock / Sami Auvinem

Entre ellos destacan un castillo y una muralla medievales coronados por el Reloj de la Plaza, el Puente romano de Talcano, la iglesia románica de El Salvador, la de los Santos Justo y Pastor -sede del Museo de los Fueros-, de de Nuestra Señora La Virgen de la Peña, la Casa del Moro o la de las Conchas. La naturaleza arropa a este pequeño municipio segoviano donde parece que las casas y las calles emergen del propio parque y donde la montaña ha prestado sus materiales para ello.

Cudillero, Asturias

Este pintoresco pueblo pesquero bien podría haber sido la inspiración para los creadores de la película 'Luca' y no, no está en la Cinque Terre italiana. Todas las casas miran al Cantábrico o a la montaña, sin nada entre medias que entorpezca las vistas. Se divide en dos zonas, la de los pixuetos -casas en la ladera habitadas por los pescadores- y la de los caízos -el resto del pueblo donde se halla la zona de oficios y comercios y donde se encuentra la calle principal-.

Vista de Cudillero desde el mar

Vista de Cudillero desde el mar

/ Istock / Eva Corbella Fotografia

Cudillero es tan particular que existe incluso un dialecto que solo se habla allí, el pixueto. Ganó fama en los años 90 tras ganar el concurso Grand Prix, aunque su encanto ya venía de mucho antes. Callejeando por la plaza de la Marina se alcanza a los miradores que ofrecen unas vistas espectaculares, como el del Pico, el de Cimadevilla o el de Baluarte. Después de un precioso paseo se llega al faro, que se sitúa en la punta de Roballera y que, cuando se llega a él, se tiene la sensación de haber descubierto el fin del mundo.

Iznájar, Córdoba

Las flores multicolores destacan sobre las fachadas blancas de las casas de Iznájar, declarado Pueblo Mágico de España. Se ubica sobre un cerro y con vistas al embalse que cuenta con varias zonas adaptadas al baño, como la playa de Valdearenas. Sobre las casas destaca el castillo del siglo VIII, el monumento más importante de la localidad. La iglesia es también imprescindible, aunque más nueva, del siglo XVI. La Torre enamoró a Rafael Alberti, tanto que le dedicó un poema que se puede leer sobre baldosas en la calle que lleva su nombre.

Patio de comedias de Iznájar

Patio de comedias de Iznájar

/ Istock / digicomphoto

Esta torre se encuentra al descender el paseo más bonito -y fotografiable- del pueblo, el Patio de Comedias. El que un día fue una alcacería musulmana y posteriormente patio vecinal, hoy es una plaza repleta de macetas azules de las que sobresalen preciosas flores. Cuenta también con diversos miradores desde donde otear un entorno privilegiado que, desde luego, no nos importaría ver cada mañana al levantarnos de la cama.

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