La ruta de Castilla-La Mancha que convierte la historia en eterna

Historia, cultura y naturaleza dan rienda suelta a la belleza de siete Pueblos Mágicos de Castilla-La Mancha en una ruta que es todo un viaje por el tiempo en tierras eternas. Desde los paisajes que envuelven al pintoresco Valdeganga, protagonizados por el río Júcar, hasta el notable castillo de Molina de Aragón. Cada parada revela la riqueza cultural y natural de estas tierras ancladas a la historia.

El recorrido da comienzo en Valdeganga, un pequeño rincón manchego regado por el río Júcar, que a su paso crea un valle lleno de huertas. La calma rural de la zona se vuelve superlativa en la cercana hoz del Júcar, de la que poder disfrutar en uno de los diferentes senderos que la transitan. El inicio tendrá lugar en la Cueva de los Moros, sin olvidar detenerse también en el impresionante mirador del Júcar.

Colinas coronadas por molinos tradicionales dan la bienvenida a Belmonte, un cautivador pueblo que ofrece un viaje al pasado en las calles empedradas de su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico. Desde la Colegiata de San Bartolomé, Monumento Nacional que reúne diferentes estilos artísticos en su interior, como las rejas platerescas obra de Hernando de Arenas, hasta su castillo de estilo gótico-mudéjar. Con planta en forma de estrella, es el único en España con este tipo de construcción.

El viaje continúa recorriendo los 106 kilómetros que separan Belmonte de Buendía, un enclave natural donde el río Guadiela serpentea entre los cañones y las formaciones rocosas de la Alcarria conquense hasta desembocar en el pantano de Buendía, un lugar estupendo donde pegarse en chapuzón en verano. En sus inmediaciones se encuentra la Ruta de las Caras. Este asombroso recorrido se pierde entre 20 esculturas realizadas en las rocas que sumergen en un mundo de fantasía. En el pueblo debe visitarse la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora y los restos de la muralla del siglo XV, desde los que se reparten varias plazas que sirven como conexión entre las calles de Buendía.

Este paisaje, inspiración de Miguel de Cervantes, continúa en Guadalajara, entre campos que huelen a lavanda, especialmente durante junio, mes en que se tiñen de púrpura mostrando todo su esplendor. Así llegamos a la localidad de Brihuega, conocida por las distintas batallas que han tenido lugar en ella. Merece la pena visitar el castillo, la Plaza del Coso y la Iglesia de San Felipe, de estilo románico y con tres naves marcadas por sus bóvedas de crucería.

A tan solo 50 minutos se encuentra Arbancón, puerta de entrada a la atractiva Ruta de la Arquitectura Negra, basada en materiales como la pizarra cuyos colores oscuros definen sus edificios. En Arbancón la historia reside en puntos como la plaza de los Cuatro Caños, presidida por una fuente de piedra, o en la Iglesia de San Benito Abad. Patrimonio al que se une una naturaleza enmarcada por el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, estupendo para hacer senderismo, especialmente en otoño, cuando comienza la temporada de setas.

Beteta recibe a los visitantes con los imponentes paisajes de la Serranía de Cuenca, donde hoces, cortadas y montañas dan forma a un escenario único desde el que explorar la famosa Ciudad Encantada, un laberinto de rocas erosionadas que parece sacado de un cuento. El paisaje pétreo también define Beteta, vigilado por el castillo de Rochafrida, que fue transformado en un polvorín durante las guerras carlistas, en el siglo XIX.

La última parada de la ruta es Molina de Aragón, un pueblo medieval atravesado por el río Gallo. Su encanto histórico se manifiesta en la iglesia de Santa María la Mayor, el Monasterio de San Francisco o el Castillo de Molina, uno de los más importantes de Castilla-La Mancha. También es reseñable la torre vigía levantada sobre un antiguo castro celtibérico y conocida como la Torre de Aragón.

Recorre la Ruta de Castilla-La Mancha en el mapa interactivo de los Pueblos Mágicos de España.