El Punta Cana español: palmeras, aguas cristalinas y lugar de cría del pez ángel
Un mar en calma, arena dorada, palmeras y un pueblo acogedor nos hacen creer que estamos en el paraíso caribeño, pero en realidad estamos en las islas Canarias.
De la isla La Española, también conocida como Santo Domingo, cruzamos el Atlántico hasta las islas Canarias para descubrir las similitudes entre sus playas. Y, ojo, porque hemos descubierto una en Tenerife que podría ser calificada como el Punta Cana español gracias a sus palmeras, su arena dorada, la vegetación de sus inmediaciones y la amabilidad de las gentes que habitan el pueblo más cercano.
Muchos viajeros ponen rumbo al Caribe con el objetivo de disfrutar de playas únicas que parecen sacadas de una postal. En Punta Cana, por ejemplo, encontramos aguas cristalinas, palmeras, y un cálido mar en calma que nos permite sumergirnos sin miedo. Ahora bien, aunque este paraíso tropical puede llegar a ofrecer precios muy competitivos, siempre hay viajeros que no están dispuestos a pasar unas cuantas horas subidos a un avión. Si es tu caso y buscas algo similar sin salir de España, tenemos buenas noticias… hay un edén más cerca de lo que crees.
¿Punta Cana o Tenerife?
Aterrizamos en Tenerife y ponemos rumbo al nordeste de la isla, a unos 8 kilómetros de su capital, Santa Cruz, para descubrir el municipio de San Andrés. Enclavado en un amplio valle de la vertiente sur del macizo de Anaga, junto a la desembocadura de los barrancos del Cercado y de Las Huertas, se muestra como un pueblo de cuento que constituye el colofón perfecto a un intenso día de playa.
Volvemos a poner un pie en la arena, en una playa que ha cambiado mucho a lo largo de su historia. Y es que Las Teresitas (actualmente se extiende a lo largo en 1,3 kilómetros, con un ancho de 80 metros) fue hace años un litoral que destacaba por su arena negra volcánica y unas aguas con fuertes corrientes del Atlántico que ponían en peligro incluso a los bañistas y nadadores más experimentados.
Historia de Las Teresitas
En la década de los 50 ya se planteó la posibilidad de crear una playa artificial más apta para el disfrute tanto de locales como de viajeros que, por aquellos entonces, no se atrevían a desafiar la bravura del mar. Tuvieron que pasar unos 20 años hasta que, por fin, en los 70, se construyeron un gran rompeolas y un escalón de corte dentro del mar para evitar que el agua arrastrara la nueva (y dorada) arena que se vertería sobre Las Teresitas.
La arena se trajo desde el antiguo Sáhara español, y gracias a esta completa transformación, la playa se ha ido convirtiendo en una de las más concurridas de Tenerife. Además, no le falta de nada, ya que cuenta con todos los servicios necesarios para pasar un día fantástico: caseta de socorristas, duchas, parada de guaguas, vestuarios, aparcamientos, canal de entrada y salida balizado para embarcaciones de emergencia, sombrillas, hamacas y alquiler para la práctica de deportes náuticos. También es una playa accesible para personas con movilidad reducida.
Pero si hay algo que convierte a esta playa (a la que muchos consideran el Punta Cana español) en un lugar mágico es el tesoro que se puede encontrar bajo su fina arena. Y es que los fondos arenosos de Las Teresitas se han convertido en lugar de cría de los angelotes, unos escualos que se encuentran en peligro de extinción.
Tiburones inofensivos
El angelote, también conocido como pez ángel o tiburón ángel, es una especie de tiburón de la familia Squatinidae que tiene un aspecto algo similar al de la manta raya. Y antes de que entres en pánico, ya te avanzamos que son inofensivos. Las madres dejan a sus crías bajo el resguardo de las aguas de la playa, que les proporciona el alimento necesario para sobrevivir en sus primeros meses de vida.
Estos angelotes están en peligro de extinción y es importante que tanto viajeros como locales se esfuercen en protegerles. Los alevines no son más grandes que una mano, y la mejor forma de no hacerles daño es acceder al mar arrastrando los pies en lugar de pisar con ahínco la arena. Las mañanas en las que hay marea baja hay mayor probabilidad de pisarlos; por ello, es interesante que lo tengas en cuenta si visitas el Punta Cana español en estas circunstancias.
Y tras un fantástico día de playa en este paraíso que bien podría ser caribeño, el viajero podrá acercarse hasta el pueblo de San Andrés para conocer a los lagarteros, vecinos de la localidad que, si bien se deben denominar sanandreseros, ya han asumido este curioso gentilicio que los habitantes de las poblaciones cercanas han usado durante años de manera despectiva cuando les nombraban. ¿Y esa inquina? No nos extrañaría que fuera envidia provocada por una playa que muchos consideran el Punta Cana español.
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