Asturias para principiantes: 7 rincones poco conocidos que debes visitar

Asturias es mucho más que playas, Gijón, Oviedo, aldeas alejadas de todo y naturaleza.

Asturias esconde un enorme número de rincones desconocidos que esperan a ser descubiertos
Asturias esconde un enorme número de rincones desconocidos que esperan a ser descubiertos / Istock / THEPALMER

Con verdes praus siempre ocupados por sus vacas y vertiginosos acantilados que caen directos al Cantábrico, Asturias puede presumir orgullosa de ser una de las tierras más preciadas de todo España. Pese a no tener un gran tamaño, cada una de sus comarcas cuenta con una belleza única y complementaria entre sí. Sería impensable la existencia de una sin la otra, de Llanes sin Cudillero o de Taramundi sin Cangas de Onís. Así como tampoco sería la misma Asturias sin esos pueblos abandonados, los montes, las playas vírgenes o los miradores que se esconden en sus rincones más secretos.

Colombres

En la zona más oriental de la provincia se guarda un legado arquitectónico indiano de principios del siglo XX en Colombres. En 2015 se convirtió en Pueblo Ejemplar y lo demuestra a través de sus hermosas calles repletas de casonas ornamentadas por palmeras entre las que destacan la Casa Roja, la Mansión del Abuelo, la Casa de los Leones o la Casa de las Palmeras -que es también un alojamiento-. Este tipo de arquitectura llegó a la península de la mano de los asturianos que emigraron a las Américas y retornaron para plasmar lo que habían vivido y experimentado en sus pueblos natales.

La ciudad de Colombres cuenta con una arquitectura indiana única en la zona

La ciudad de Colombres cuenta con una arquitectura indiana única en la zona

/ Istock / SilviaR

Pero quizá el edificio más representativo es el del Museo de la Emigración de la Fundación Archivo de Indianos, que originalmente se llamó Quinta Guadalupe. Es un ejemplo de la historia indiana, puesto que su nombre se decidió en honor a Guadalupe Castro, la mujer de Íñigo Noriega, un joven que emigró para hacer una fortuna tan grande en México que llegó a disponer de ejército propio. Aunque acabó perdiendo su fortuna con la llegada de la revolución, al igual que muchos de sus compatriotas, las casonas se mantienen todavía en pie como recuerdo de aquella historia.

Playa de Torbas

Podría parecer una de las tantas playas repletas de belleza que conviven en Asturias de no ser porque no hay uno, ni dos, sino tres arroyos que vierten sus aguas en ella. Además, esas aguas dulces caen a modo de cascada, lo que le otorga el sobrenombre de playa de las tres cascadas. La tranquilidad reina en aquella playa, casi paradisíaca, donde el buceo y la pesca tienen la misma cabida que los bañistas, pese a que posee zona de arena mezclada con cantos rodados.

Villar de Vildas

Aldeas típicas asturianas hay muchas repartidas por todo el territorio, pero pocas tan fieles al pasado como Villar de Vildas, con sus hórreos, su ganado o sus casas bajas de piedra y tejados de paja. La mano humana conecta a la perfección con la naturaleza más pura, que se utiliza para la misma subsistencia de los aldeanos, en el valle de Pigueña, Somiedo. En todo Somiedo hay censadas 370 cabañas, pero es en esta braña donde se registra la mayor cantidad, más de 30.

Cabañas típicas en el Parque Natural de Somiedo

Cabañas típicas en el Parque Natural de Somiedo

/ Istock / IMAG3S

Sierra del Sueve y mirador del Fitu

Uno de los miradores más espectaculares de la región es el del Fitu, que ofrece una vista de 360 grados sobre el Cantábrico y los Picos de Europa. Caben unas pocas personas y lleva allí desde 1927, año en el que se construyó para poder disfrutar de las vistas sin tener los árboles delante. Pronto se rebautizó como 'cazu' por su evidente forma de taza. Se encuentra en el entorno de la Sierra del Sueve -compartida por los municipio de Caravia, Ribadesella, Piloña y Parres-, que presenta un perfil rocoso sobre el llano de la costa oriental y coronado por el Pico Pienzu.

Mirador de Fitu sobre los picos de Europa

Mirador de Fitu sobre los picos de Europa

/ Istock / StockPhotoAstur

Nuestra Señora de los Dolores de Barro

Entre las poblaciones de Niembro y Barro se halla una parroquia que parece estar en mitad de la nada, flotando sobre la ría. Nuestra Señora de los Dolores de Barro y su cementerio sufren las crecidas del agua en algunas ocasiones que bañan sus muros. Llegan a tal altura que incluso hay momentos en el año en los que se practica paddle surf y se puede recorrer en barca, hasta alcanzar la playa de Gulpiyuri-cuya costa está a cien metros del mar-, a unos siete kilómetros de distancia.

Nuestra Señora de los Dolores del Barro

Nuestra Señora de los Dolores del Barro

/ Istock / Javier Ruiz

Cascadas de Oneta

Un breve camino conduce desde la aldea homónima hasta tres caídas de agua que, aunque no son las cataratas del Niágara, crean un ambiente de tranquilidad y ensoñación entre los frondosos bosques. La más alta es también la primera. La de Firbia salta desde 20 metros de altura entre robles, sauces, fresnos y alisos. Más adelante van apareciendo las otras dos, la de Ulloa está muy cercana a un molino, mientras que la de Maseirúa es notablemente más pequeña.

Cascadas de Oneta en el Parque Histórico del Navia

Cascadas de Oneta en el Parque Histórico del Navia

/ Istock / Jose Luis Alvarez Esteban

Castillo de San Juan Priorio

Un castillo de torres cuadradas del siglo XIX aparece casi oculto a causa de las enredaderas que trepan por sus muros de piedra. El castillo de Priorio, también conocido como castillo de Caldas, se ubica junto a la carretera que conduce a Casielle, en una senda peatonal bordeando el río Galfo. Su triste leyenda lo convierte en un castillo de cuento de fantasía que no hace más que ganar misterio. Se cuenta que Irene, hija de Rodrigo, señor de Priorio y dueño del castillo, se enamoró de un paje llamado Pablo.

Castillo de Priorio, también conocido como Castillo de Caldas

Castillo de Priorio, también conocido como Castillo de Caldas

/ Wikicommons. Urko

El padre se enfrentó al muchacho en cuanto se enteró y el joven lo mató sin querer. Irene lo maldijo y proclamó su odio hacia él, motivo por el cual, Pablo se arrojó al río. Los más antiguos de la zona aseguran que las rocas del río adquirieron el color rojo de la sangre del enamorado. Actualmente, sigue tratándose de una propiedad privada, por lo que tan solo puede contemplarse y pasear por sus zonas exteriores igual que haría Pablo al intentar conversar con su querida Irene.

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