El pueblo histórico de Madrid con menos de 100 habitantes que es perfecto para una escapada relajante
Cuando se busca paz y tranquilidad se suele huir de la Comunidad de Madrid, pero no hace falta irse muy lejos para disfrutar de un pueblo encantador muy relajante.
Quien dijo que la vida en Madrid nunca se detiene se equivocaba. Todo aquel que piensa que lo único con lo que cuenta la comunidad en la que se ubica la capital española son grandes ciudades de miles y cientos de miles de habitantes no está en lo cierto. Aunque muchos no lo crean, Madrid también esconde algunos pueblos preciosos donde habitan menos de cien personas. La Sierra Norte de Madrid está salpicada de estos pequeños pueblos que, además, se sitúan en un entorno privilegiado, rodeados de naturaleza y mucha paz.
El norte de la comunidad es un auténtico paraíso repleto de tesoros naturales con un enorme patrimonio cultural que aún conserva tradiciones y costumbres de antaño. A unos cien kilómetros de la ciudad se abre paso la Sierra del Rincón, entre los macizos de Ayllón y Somosierra, que alberga un total de seis municipios en 16.000 hectáreas. Entre todos no llegan a los mil habitantes, siendo el más grande Montejo de la Sierra con 381 y uno de los más pequeños es La Hiruela, con 74. Sin embargo, este último cuenta con un atractivo indudable.
Un pueblo de menos de 100 habitantes en Madrid
La Hiruela es el destino perfecto para cambiar de aires, para dejar atrás el mundano ruido de la capital y vivir una escapada inolvidable -si eres de Madrid, incluso ir y volver en el mismo día-. Se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón y está justo en la frontera con la provincia de Guadalajara. Más allá de ser un refugio para encontrar la tranquilidad, es también un pueblo en el que parece que se ha detenido el tiempo, con una arquitectura tradicional de piedra muy bien conservada.
A la entrada del pueblo nos topamos con el cerezo del Puente de las Cabras, un árbol de 14 metros plantado a principios del siglo XX; junto a un peral de 200 años y 18 metros de altura. La importancia de estos árboles frutales radica sobre todo en el segundo, pues sus peras eran tan buenas que incluso se les hizo una jota en el cancionero popular de la zona. Dejando atrás el ayuntamiento y el pilón de piedra, llegamos a la plaza de La Hiruela, donde se erige la iglesia de San Miguel Arcángel, con capilla con bóveda de cañón y arco triunfal de medio punto.
Si bien la iglesia es una visita obligada, de estilo barroco erigida sobre un templo románico, también lo es el Molino Harinero, junto al río Jarama. Se trata del único molino que sigue funcionando de manera tradicional en toda la Comunidad de Madrid. Se sabe que existe desde el siglo XVIII y era de uso común, pero fue adquirido por un vecino en 1888. Muchos de estos molinos quedaron totalmente en desuso tras la guerra, pero este se rehabilitó en 2001 y es el mejor lugar para disfrutar de la historia viva y naturaleza del lugar.
Tradición y gastronomía
Aunque el mejor sitio para conocer el pasado es el Museo Etnológico, donde pueden admirarse elementos tradicionales que han sido muy importantes para el desarrollo de la vida rural en la región desde el siglo XVIII. Pero es precisamente la zona del molino la que es ideal para los amantes de la naturaleza, justo donde comienzan algunas rutas increíbles como La Carbonera, que atraviesa el llamado el museo del calor, una reconstrucción de la verdadera carbonera, pues los vecinos se dedicaban principalmente al carbón.
Una segunda ruta muy cercana al molino es la de El Colmenar tradicional. Estuvo abandonado hasta el año 2006, pero el ayuntamiento lo rehabilitó para atraer visitantes y, al mismo tiempo, hacer resurgir el negocio de la miel junto con el de la harina y el carbón. Los lugareños afirman que se trata de un lugar con más de 200 años de antigüedad, aunque realmente no se sabe con certeza. Después de recorrer el pueblo de arriba a abajo, lo mejor es hacer una parada para comer y reponer fuerzas.
Cualquiera de sus dos restaurantes es una buena opción. Casa Aldaba ofrece a los comensales platos tradicionales, desde guisos hasta carnes de gran calidad, en un ambiente muy acogedor y familiar. Se ubica a la entrada del pueblo y, además, cuenta con alojamiento. Por otro lado está el Bar Restaurante La Hiruela, donde elegir entre tapas, raciones y bocadillos en la zona de bar o platos más elaborados en la de restaurante. En definitiva, La Hiruela es una buena opción en cualquier momento del año para disfrutar del lado más rural de Madrid.
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