El pueblo más antiguo de Castilla y León tiene el primer Ayuntamiento de España
Descubre esta joya en lo más profundo de las tierras castellanoleonesas y adéntrate en un mundo rural único.
Todo tiene un origen. Los pueblos de España también. Y ese origen se dio con la primera Carta Puebla entregada a un territorio. Aunque los asentamientos prehistóricos, visigodos o musulmanes ya eran una realidad en todo el país, no fue hasta el año 824 cuando nació el primer pueblo propiamente dicho. Ciudades como Barcelona existían desde el siglo II a.C., al igual que muchos pueblos llevaban existiendo siglos, pero no con esa denominación.
Un lugar que cumple con las características de pueblo debe ser una población de menor categoría que una ciudad y contar con ayuntamiento propio. A día de hoy, la ONU lo define como una localidad con menos de 5.000 habitantes en zonas contiguas cuya densidad es de un mínimo de 300 habitantes por kilómetro cuadrado. Precisamente el primer pueblo español es también el primer pueblo castellanoleonés: Brañosera, en Palencia.
Sabemos que Palencia esconde grandes secretos dispuestos a ser descubiertos, pero quizá esta es una de sus mayores joyas. Corría el año 824 y Munio Núñez, el conde de las tierras de La Braña Osaria, quiso conceder a sus súbditos, los nuevos pobladores de la zona, unos derechos y una repartición justa de tierras. Lo hizo a través del documento conocido como Carta Puebla. De ahí nació el Fuero de Brañosera y, con él, el primer Ayuntamiento.
Un Ayuntamiento, cinco entidades de población
El Salón de Plenos del Primer Ayuntamiento de España es una de las visitas más comunes de la región, pues allí se puede entender la importancia histórica y la trascendencia institucional de aquel viejo Fuero. Los límites geográficos de Brañosera se describen perfectamente en aquel documento y se divide en cinco entidades de población, todas enclavadas en la Cordillera Cantábrica, pero cada una con sus peculiaridades.
Valberzoso alberga una preciosa iglesia románica decorada con pinturas al fresco que datan de la Edad Media y se conservan casi intactas; Salcedillo cuenta con un paisaje más bucólico, rodeado por el río Carmesa que discurre junto a otra iglesia románica; Orbó es un espectacular mirador desde donde contemplar el vallejo hasta los picos del Curavacas y del Espigüete; Vallejo de Orbó, el que fuera el núcleo poblacional más importante hasta el siglo XX.
Pero Brañosera es un lugar aún más especial, protegido por una barrera de montañas cuyos picos aparecen blancos la mayor parte del año. Al llegar la primavera, los bosques de hayas y robles se visten de un verde intenso que hace del paisaje un lugar aún más mágico. Y, como buen pueblo castellanoleonés, no se puede finalizar una visita sin degustar su gastronomía en alguno de sus seis mesones y restaurantes.
Un enclave natural único
Se encuentra en un enclave privilegiado, en plano corazón del Parque Natural Montaña Palentina, muy cerca del Macizo de Valdecebollas. Un lugar donde, por casualidades del destino, también inicia su curso el río Rubagón. Zona de nacimientos e ideal para los senderistas, con rutas como la de Golobar-Valdecebollas-Cueto-Mañín-Golobar, pero también para visitar los resquicios de un pasado tan rico.
El patrimonio arquitectónico de Brañosera está formado por joyas como las iglesias de San Miguel y Santa Eulalia. Y, por supuesto, el interior y la fachada del Ayuntamiento, donde todavía se conserva el escudo que perteneció al conde de aquellas antiguas tierras y donde todavía puede leerse: "Brañosera Año 824". Brañosera es, desde luego, un pueblo con mucha historia y con mucho que contar.
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