El Madrid de Berlanga: del Instituto Cervantes al cine Doré

Luis García Berlanga, un maestro de la cinematografía española, tejió su narrativa fílmica en los recovecos de Madrid. Su legado se erige como un monumento a las épocas y las idiosincrasias de la capital. El Madrid de Berlanga es un escenario donde la realidad se mezcla con lo berlanguiano, un universo único e irreverente.

Plaza del Callao: el telón de Mr. Marshall

El Cine Callao, con su imponente presencia en la Plaza del Callao, fue testigo del nacimiento de una de las obras maestras de Berlanga. En 1953, las luces de este cine iluminaron el estreno de "Bienvenido, Mr. Marshall". Las páginas del diario ABC relataban el ingenio de Berlanga sobre las ayudas norteamericanas. Este rincón de Madrid se convirtió en el telón de fondo donde la sátira y la realidad se entrelazaron, marcando el ingenio berlanguiano en la historia del cine español.

Cine Doré: la sede cinematográfica de Madrid

El Cine Doré, nacido en los albores del siglo XX, no solo fue un local cinematográfico; fue el crisol donde se gestaron diversas actividades culturales. Berlanga, como director de la Filmoteca Española, tuvo un papel crucial en este icónico lugar. Inaugurado en 1912 y renovado en 1989, este edificio se erige como la sede de la Filmoteca. Berlanga, con su visión cinematográfica, contribuyó a forjar el papel de este espacio en la preservación del patrimonio cinematográfico español.

Instituto Cervantes: el legado Berlanguiano

En 2008, Berlanga dejó su huella en el Instituto Cervantes depositando un sobre en la Caja de las Letras. Guardando celosamente su contenido hasta junio de 2021, reveló un guion firmado junto a Rafael Azcona, Manuel Hidalgo y Jorge Berlanga de "¡Viva Rusia!", la cuarta entrega de la serie iniciada con "La escopeta nacional". El Instituto Cervantes se convirtió así en un relicario del ingenio de Berlanga, un lugar donde su legado cinematográfico sigue resonando.

El Madrid de Berlanga es más que escenarios cinematográficos; es la fusión entre el arte y la realidad, una simbiosis única que ha dejado una impronta indeleble en la historia del cine español. Las luces de Callao, los pasillos del Cine Doré y la Caja de las Letras en el Instituto Cervantes son testigos mudos de la genialidad de un director que supo capturar la esencia de Madrid y plasmarla en celuloide.