Ruta de cines independientes por España


Zumzeig Cinema (Barcelona)
Un cine cooperativa sustentado por una red de micromecenas. La suya es una apuesta cultural comprometida y activista, sin ánimo de lucro, cuya programación multidisciplinar en versión original comparte protagonismo con otras actividades culturales. Un espacio para pensar y compartir.

Centro de Ocio Contemporáneo (Badajoz)
Es, además de un cine, un bar, una sala de conciertos, un teatro… Aquí se proyecta la programación de la Filmoteca de Extremadura y también ciclos propios. Combinan cine actual con clásicos, y aglutinan un nutrido programa de actividades culturales.

Cineclub Chantal (Madrid)
Esta sala fue el antiguo Cine Candilejas. Ahora forma parte del CSO La Traba. En esta nueva y recién estrenada etapa, la programación se decide de forma colaborativa, después de cada sesión. Si esas 1.474 butacas hablaran tras los 30 años de sesión continua que vivieron hasta 1988…

Cineclub Casablanca (Valladolid)
Si bien los primeros pasos de esta asociación sin ánimo de lucro se dieron en 2014 en el cine del mismo nombre (uno de los más míticos de la capital vallisoletana), ahora desarrollan su actividad en los Cines Manhattan. Cine de autor e independiente apenas inédito en la ciudad, en versión original subtitulada, y acompañado de cortometrajes.

Sala Babel (Torrelodones, Madrid)
Un espacio polivalente de encuentros culturales que apuesta por el riesgo y la innovación, y que pretende acercar público y autores. Punto de referencia cultural por la zona, aquí confluyen exhibición y creación. Está impulsado por amantes del cine que no quieren renunciar a la cultura por el hecho de no vivir en una gran ciudad.

Cineciutat (Palma de Mallorca)
Películas en versión original y cintas independientes en cine sin ánimo de lucro, todo ello autogestionado por amantes del séptimo arte. Aquí además hay teatro y todo tipo de actividades que tengan que ver con la innovación y la cultura.

El Paracaidista Movie Club (Madrid)
La sala más coqueta de la capital. Un espacio íntimo, con sitio poco más que para 30 personas. Sus butacones de terciopelo rojo contrastan con el tono añil de suelo y pared. Entre los asientos, mesita para tomar una copa. La programación va cambiando en función de eventos y ciclos. Una propuesta que desde su aparición en 2016 se ha hecho un imprescindible de Malasaña.