Lugo en verano: paseos por la muralla y un mencía en una taberna del casco histórico
El verano es un momento perfecto para descubrir ciudades como Lugo, ya que sus temperaturas suelen ser más agradables que en el resto de España.
Para muchos viajeros el verano es sinónimo de playa, de helados a la orilla del mar, de buscar un rinconcito para colocar la sombrilla y la toalla, pero también de desconexión en pueblos que han marcado nuestra infancia y nos recuerdan nuestras raíces. Las ciudades se vacían y por ellas solo transitan aquellos que todavía no han cogido vacaciones; pero también aparece una nueva especie dispuesta a descubrir rincones mágicos: la de los exploradores urbanos que saben que julio y agosto son meses que las ciudades se muestran más amables.
Cuando se trata de buscar un destino urbano para pasar algunos días de verano, es importante tener en cuenta los termómetros. Y es que, por mucho que nos guste Sevilla, quizá no sea la mejor época del año para visitar la capital andaluza. Por eso, hoy tiramos para el norte, o, mejor dicho, para el noroeste de la península ibérica para descubrir una joya gallega. Y es que, en Lugo, las temperaturas medias de agosto oscilan entre los 25 grados de máxima y los 12 de mínima. Vamos, que dormir con una colcha finita en pleno verano es algo que no se paga con dinero.
Descubriendo Lugo en verano
Lugo destaca por su impresionante patrimonio histórico, siendo la muralla romana su joya más preciada y una de las más impresionantes de España. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, data del siglo III y a lo largo de más de 2 kilómetros rodea el casco antiguo de la ciudad ofreciendo unas vistas espectaculares. Ahora bien, no queremos llevarte a engaño y lo de pasear en solitario está complicado, ya que las buenas temperaturas hacen que tanto lucenses como viajeros se echen a andar ‘la muralla’ cuando empieza a caer el sol.
Una vez vista y paseada la muralla llega el momento de acercarnos hasta la Catedral de Santa María, un edificio que combina diferentes estilos (románico, gótico, renacentista y barroco) de forma sublime. El claustro, la fachada barroca y algunas de las capillas bien merecen unas cuantas fotos. Por cierto, si necesitas algunos consejos de experto para sacar las mejores instantáneas, puedes leerlos aquí.
Volvemos a pasear por las capillas para detenernos en la dedicada a la Virgen de los ojos grandes, que nos muestra una preciosa talla medieval de piedra policromada. Y si nos hemos quedado con ganas de más, podemos descubrir el museo catedralicio, que contiene una valiosa colección de arte sacro.
Parques y jardines: naturaleza en pleno casco histórico
Si Lugo se visita con niños resulta imprescindible explorar sus parques y, entre todos ellos, el de Rosalía de Castro se lleva la palma. Este amplio parque urbano nos deleita con sus jardines, estanques y zonas de juego, siendo un enclave perfecto para un pícnic o un bonito paseo. En verano, además, ofrece una variada programación cultural, con actuaciones musicales o pequeñas obras teatrales.
El estómago empieza a despertarse después del paseo y llega el momento de acercarnos hasta la Plaza Mayor. Rodeada de edificios históricos y terrazas, constituye el centro neurálgico de la ciudad. Además, es el punto de partida perfecto para explorar el casco antiguo con sus estrechas calles empedradas que nos trasladan a épocas pasadas.
Va llegando la hora del almuerzo y no podemos olvidar que estamos en una tierra en la que degustar un poco de pulpo con un vino Mencía es casi una religión. Eso podría ser solo el aperitivo, ya que luego llega la hora de aventurarnos a entrar en cualquier restaurante o taberna para dejarnos seducir por sus increíbles mariscos frescos, empanadas y quesos locales. Un festín gastronómico que, además, suele tener unos precios de lo más competitivos.
Como ya el verano está algo avanzado, este año no podremos disfrutar del Arde Lucus, una fiesta que recrea la vida romana de la ciudad, con desfiles, mercados y espectáculos que transportan a tanto a locales como a viajeros al pasado. Este evento, celebrado a finales de junio, es uno de los más populares, pero no el único. Si nos hemos quedado con ganas de descubrir las tradiciones locales, siempre podemos marcarnos una escapadita a poblaciones cercanas para descubrir fiestas y romerías únicas. ¿Un ejemplo? Mejor te damos varios: la feria del bonito el primer domingo de agosto en Burela; la fiesta de la maruxaina el segundo sábado de agosto en Cervo o la romaría do naseiro el cuarto domingo de agosto en Viveiro.
En definitiva, visitar Lugo en verano es una opción fantástica que nos permitirá disfrutar tanto de algunos paseos por la muralla como de degustar un mencía en una taberna del casco histórico.
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