Los encantos de Castrillo de los Polvazares: de su pasado medieval a su famoso cocido

Un pequeño y precioso pueblo al noroeste de León se esconde en una de las variedades del Camino de Santiago.

El mejor encanto leonés está en la comarca maragata
El mejor encanto leonés está en la comarca maragata / Istock / jon chica parada

El tiempo se detuvo en el siglo XVI, cuando un pequeño pueblo renació tras una inmensa riada, ligado a Castro de San Martino y Castro de la Mesa en León. Su cercanía a sendos castros le otorgó el nombre de Castrillo de los Polvazares. Menos de cien maragatos habitan sus casas de piedra con tejados de cerámica, tras cuyos portones la vida sigue su curso actual, pero con un pasado muy marcado y recordado. Todos sus pobladores se dedicaban a la arriería, lo que llevó una gran prosperidad a la aldea hasta el siglo XIX.

Una de las calles empedradas del pueblo

Una de las calles empedradas del pueblo

/ Istock / jon chica parada

Hace cientos de años era una parada obligatoria para el comercio de animales. Hoy lo es en la ruta del Camino de Santiago Francés y una escapada perfecta a solo siete kilómetros de Astorga. Fue precisamente la llegada del ferrocarril a esta maravillosa ciudad la que terminó con la actividad arriera y, con ella, un modo de vida. El recuerdo de aquella bonanza se percibe hoy en sus calles, donde todavía quedan resquicios del paso de los carros así como de los antiguos moradores de la región.

Los antiguos carros de arrieros siguen presentes en el pueblo

Los antiguos carros de arrieros siguen presentes en el pueblo

/ Istock / jon chica parada

Gastronomía y tradiciones maragatas

Labradores y arrieros vivían en las casas primigenias, por lo que fueron construidas teniendo en cuenta sus necesidades y todavía hoy siguen así: sobre las austeras fachadas destacan ventanas y puertas de color verde, algunas adinteladas y otras con arcos de medio punto, pero todas adaptadas para los carros arrieros, con un patio interior rodeado de almacenes, galerías abiertas, cuadras y bodegas. Pero no todas estas construcciones funcionan como viviendas, sino que alguna se ha convertido en mesón.

El verde y el blanco resaltan sobre la piedra de las casas

El verde y el blanco resaltan sobre la piedra de las casas

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Esos restaurantes sirven los platos más típicos de la comarca de Maragatería como el cocido maragato, una religión de la zona, que, según cuenta la leyenda, desde la época de los arrieros se come en el orden contrario al habitual: primero la carne -hasta siete variedades-, luego los garbanzos -la variedad autóctona llamada Garbanzo Pico de Pardal-, patatas y berzas y por último la sopa. A la otra religión, la católica, se le rinde culto en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena del siglo XVIII.

El campanario de la iglesia de Santa María Magdalena

El campanario de la iglesia de Santa María Magdalena

/ Istock / Pablo Utrilla

Al igual que las costumbres, la historia es una parte muy importante y amada en el territorio. Cada cierto tiempo se celebran las Jornadas Napoleónicas, con recreaciones y representaciones para conmemorar los hechos históricos. Además, el Día de la Magdalena -24 de julio-, hay una solemne procesión y los vecinos se visten con los trajes típicos, suena música tradición tocada con flautín y tamboril, cánticos y rezos. La boda maragata también constituye un rito tradicional del pueblo, cuando se organizan desfiles, bailes y costumbres como 'El Rastro' y la 'Carrera del Bollo'.

La plaza de la Iglesia de Castrillo de los Polvazares

La plaza de la Iglesia de Castrillo de los Polvazares

/ Istock / David Sanchez

Más de dos siglos de historia

El hispanista Richard Ford describió así a los arrieros maragatos en su libro 'Cosas de España. El país de lo imprevisto' (1833-1836): "Ellos, al igual que los judíos y los gitanos, viven exclusivamente entre los suyos, conservan sus trajes primitivos y nunca se casan fuera de su región. Son tan nómadas y errantes como los beduinos, sin más diferencia que llevan mulas en vez de camellos (...) cobran caro, pero su honradez compensa este defecto, pues puede confiárseles oro molido".

Las preciosas casas de Castrillo de los Polvazares

Las preciosas casas de Castrillo de los Polvazares

/ Istock / Juan-Enrique

De aquello han pasado casi dos siglos y Castrillo de los Polvazares recuerda su legado con orgullo. Atrás quedan los caminos por los que circulaba el ganado, pero también las grandes carreteras repletas de coches modernos. Ese encanto se esconde en los adoquinados, el busto de Concha Espina quien visitó el pueblo para escribir 'La esfinge maragata', las flores multicolores que decoran los poyetes de las ventanas, los carros, el campo y ese blanco y verde que tanto caracterizan a Castrillo de los Polvazares.

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