Descubre las locas, el dulce que vuelve locos a los malagueños

Ya son más de 70 años en los que Málaga ha disfrutado de este dulce típico que hace las delicias de quien lo prueba.

Las locas, antiguamente llamados locos
Las locas, antiguamente llamados locos / Istock / joseantona

Toda localidad española que se precie tiene un dulce típico y, normalmente, con mucha historia detrás. Sobaos pasiegos en Cantabria, ensaimadas en Mallorca, perrunillas en Extremadura... Y las locas en Málaga. Un pastel circular con dos bases de hojaldre relleno de crema pastelera, cubierto de un almíbar de un color naranja intenso y coronado por una guinda roja. Hay dos versiones para explicar su nombre, pero en lo que ambas coinciden es en ser un dulce "quitahambre" de la época de la posguerra. ¿Cuáles son las historias de este dulce que vuelve locos a los malagueños?

La versión más aceptada es una que unifica repostería, fútbol y pobreza. En la década de 1950, ser futbolista no era suficiente para ganarse la vida, por lo que los "profesionales" tenían que encontrar otro oficio. Eduardo Rubio Cao, un futbolista de origen barcelonés que jugaba como defensa del CD Málaga, además de jugar al fútbol se dedicaba a la repostería. La posguerra dejó mucha pobreza a sus espaldas, por lo que Rubio se vio obligado a encontrar un dulce apto para las clases más humildes. Así nacieron los 'locos', que dicen que tomaron el nombre de la canción 'A lo loco se vive mejor', de Luisa Linares y los Galindos. Al poco tiempo abrió el Obrador Tejeros, donde tomaron la receta y modificaron el nombre a 'locas'.

Parte de la memoria colectiva

Por otro lado, hay quienes defienden que el dulce era femenino desde un inicio. Esta versión -para muchos anecdótica- defiende que se le llamaron 'locas' debido a que el obrador en el que se crearon estaba muy próximo a un psiquiátrico de mujeres. Sea como fuere, el icónico dulce se instauró como el más popular de la ciudad: fácil de elaborar, barato y llamativo. En todo caso, fue el Obrador Tejeros el que finalmente consagró el hojaldre como símbolo -turístico- de la ciudad. A día de hoy forman parte de la memoria colectiva, sobre todo de los más mayores, y todavía un tanto desconocido por parte de los forasteros.

Málaga se ha convertido en los últimos tiempos en el destino vacacional preferido por muchos -también para jubilarse- por lo que este hojaldre también ha pasado a ser una atracción turística más, con heladerías que recrean este sabor o restaurantes contemporáneos que hacen guiños salados al pastelillo. Hay quien dice que ir a Málaga y no comer locas es como ir a Madrid y no comer un bocadillo de calamares. El dulce andaluz cuenta con una ventaja, al no necesitar refrigeración ni ningún tipo de conservación, puede viajar a cualquier parte del mundo, llevando un trozo de Málaga a todos los rincones del globo.

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