5 pueblos blancos de Málaga perfectos para visitar en pareja

En los últimos años Málaga se ha convertido en el destino favorito de muchos viajeros. Su cálido clima durante casi todo el año, sus playas, su gente, pero también su montaña, hacen de la capital un destino exquisito para quienes buscan tenerlo todo en tan solo una escapada. De hecho, la capital de la Costa del Sol se ha convertido en el lugar más buscado por los usuarios internacionales y es reconocida como un centro cultural y tecnológico de referencia.

Todo un clásico de pueblo con encanto andaluz. Sus estrechas calles pintadas de blanco y su privilegiada ubicación en la comarca de Axarquía, hacen de este pueblo uno de los más fotogénicos de la provincia.

Recorrer sus calles principales, como la calle Alta o la calle de la Amargura, permite ver sus decoradas paredes blancas con mosaicos de cerámica típicos del pueblo. Pasear por la calle Real del casco antiguo y encontrar pequeñas piezas de artesanía y souvenirs, hasta encontrar el famoso Torreón, ubicado frente al ayuntamiento son algunos de sus privilegios.

Para realizar una bonita postal, el callejón el Garral, una de las calles más bonitas del pueblo repleta de escaleras y terrazas que dan ambiente a la zona.

Conocido como el pueblo colgante, Casares se caracteriza por sus casas blancas encaladas y sus calles empedradas. Ubicado entre la Serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar es un espacio tranquilo donde poder disfrutar de la naturaleza y tener la sensación de haber viajado a otra época.

En la parte alta del pueblo se encuentra la antigua fortaleza árabe del siglo XIII de la que ahora apenas quedan sus muros y la torre del Alcázar.

Uno de los lugares más visitados son los conocidos baños de Hedionda, un antiguo balneario romano en plena Sierra de Utrera donde poder relajarse.

En la ladera de la sierra de Mijas se encuentra uno de los destinos más turísticos y dignos de visitar en Málaga: Mijas Pueblo. Famoso por sus burro-taxis y sus calles empinadas rodeadas de casas y paredes blancas, que contrastan con coloridas macetas repletas de flores. Callejones como el de los Gitanos o el de las Flores y la Plaza de los Siete Caños son ejemplos de ello.

La leyenda data que en el siglo XVI unos niños fueron guiados por una paloma hasta una pequeña estatua de una virgen, y un fraile de la localidad dedicó treinta años a excavar la roca para exhibir la escultura. Hoy, se le conoce como La Ermita de la Virgen de Peña.

Para degustar alguna delicia (como el salmorejo) y disfrutar de unas panorámicas vistas, el Restaurante la Alcazaba es una excelente opción.

Sin renunciar a nada porque Ojén lo abarca todo: montaña, playa y festivales. Ubicado entre el mar y la Sierra de las Nieves, se trata de un pequeño y mágico prototipo de pueblo andaluz. Sus enclaves históricos dignos de admirar y sus monumentos de valor patrimonial, como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, hacen de éste un lugar clave para los amantes de la historia y la arquitectura.

Además, sus museos permiten contemplar numerosas exposiciones artísticas como el Museo del Vino o el Museo del Molino de Aceite que exhibe maquinarias originales para la molienda de la aceituna.

No hay que irse muy lejos para disfrutar de paisajes montañosos en Málaga y de un buen ‘plato de los montes’. Y es que a tan solo 18 km se encuentra Casabermeja, un municipio enclavado en los Montes de Málaga con asaz riqueza histórica. Rodeado por los ríos Guadalmedina y Arroyo de Cauche, esconde la Ruta Peñas de Cabrera, un paseo circular para visitar varias cuevas y contemplar el arte rupestre y sus yacimientos arqueológicos.

En el centro del pueblo, los restos de una antigua muralla, la Torre Zambra y, de lejos, la iglesia de Nuestra Señora del Socorro. No obstante, su principal atracción turística es el Cementerio de Casabermeja, construido en el siglo XIIX y declarado monumento Histórico-Artístico.