La romántica historia que se esconde tras la fuente de las tortugas de Roma

Todos los caminos conducen a Roma, que dice el refrán. Y nosotros puntualizaríamos que los pasos del viajero que visita la Ciudad Eterna le llevarán sí o sí al Corso Vittorio Emanuele II y al Largo di Torre Argentina, donde, por cierto, hay un curioso santuario de gatos al más puro estilo de los que se pueden contemplar en la ciudad malasia de Kuching.

Una vez llegados a Torre Argentina, a medio camino entre la Ciudad del Vaticano (donde podemos descubrir un restaurante con la mejor pasta de Roma) y el Vittoriano, monumento que preside la Piazza Venecia, debemos callejear y adentrarnos en la zona que un día albergó el gueto judío. Y allí, en la Piazza Mattei, nos encontramos con una fuente que, si bien no es de las más espectaculares de Roma, es una verdadera obra maestra que, además, esconde una leyenda amorosa que nada tiene que envidiar a las historias protagonizadas por Romeo y Julieta. ¿Nos acompañas a descubrir la fuente de las tortugas?

Curiosidades de la romana fuente de las tortugas

Podríamos empezar descubriendo algunos datos curiosos, como que la fuente se realizó en 1581 siguiendo un diseño de Giacomo della Porta, que incluía varios delfines. Y es que no hay ni rastro de las tortugas en el proyecto original, ya que estas se añadieron casi un siglo después y se atribuyen al grandioso Bernini.

Debe saber el viajero que el vandalismo en Roma no es algo que esté de moda, sino que hace unos cuantos siglos, también exploradores y locales eran amantes de lo ajeno, ya que las tortugas han desaparecido en varias ocasiones a lo largo de su historia. Por eso, las que se pueden contemplar en la actualidad son una copia, estando las tres originales que han sobrevivido en los Museos Capitolinos.

Tampoco podemos contemplar los 8 delfines que Della Porta quería para la fuente. Y es que, finalmente, solo se pudieron colocar 4, ya que el resto mermaba la presión del agua y no se conseguía la elevación y el efecto previstos. Los 4 delfines ‘sobrantes’ fueron a parar a la fontana della Terrina, que se situaba en Campo de Fiori, y que hoy se puede admirar frente a la Chiesa Nuova; eso sí, de los delfines, a día de hoy, ni rastro.

Si la fuente de las tortugas está rodeada de leyendas, a cada una más sorprendente, su ‘historia’ sigue siendo un misterio. Algunas fuentes sugieren que, en principio, estaba proyectada para la plaza Giudea, pero la familia de los Mattei ejerció todo tipo de presiones para que se instalara frente a su palacio. Se cuenta, por ejemplo, que se ofrecieron a pavimentar la plaza y mantener la fuente en perfecto estado de conservación.

Hasta aquí la cosa puede cuadrar, pero, desgraciadamente, esta versión no se sostiene si tenemos en cuenta que el palacio de los Mattei se construyó un lustro después de la finalización de la fuente. Entonces ¿cuál es la versión oficial? Nos tememos que resulta mucho menos romántica, ya que, según parece, la fuente estaba ubicada en un palazzo romano hasta que, años después, la familia Mattei la pidiera prestada de forma temporal para situarla frente a su casa. Y, una vez instalada en la Piazza Mattei, nunca más se volvió a mover de allí.

Leyendas de amor: la fuente de las tortugas

Si el lector se pone a investigar por su cuenta las leyendas que circulan en torno a la Fontana delle tartarugue seguramente alucinará con la cantidad de versiones existentes. Podríamos pasarnos largas jornadas escribiendo sobre ellas, pero hemos decidido dar a conocer la más romántica. Y vamos a ello….

Cuenta la leyenda que la familia Mattei tenía una hija (que heredaría una ingente fortuna) en edad casadera. Y, entre todos sus pretendientes, ella sentía predilección por un apuesto duque que todo lo que tenía de bello lo tenía de irresponsable. Se dice que perdió toda su fortuna en diversas apuestas y los rumores acerca de su falta de liquidez corrieron como la pólvora.

Para demostrarle al padre de su amada que todo eran ‘cuentos chinos’ la leyenda revela que mandó levantar la fuente de las tortugas en tan solo una noche para que, a la mañana siguiente, la familia Mattei observara desde su palacio el precioso regalo que el duque le hacía a la familia.

Quedó tan impresionado el patriarca de los Mattei con el gesto del duque que le concedió la mano de su hija y, además, mandó tapiar todas las ventanas de su palacio que daban a la plaza de la fuente para que nadie pudiera disfrutar de semejante obra de arte. Leyenda, sí, pero todavía se puede apreciar alguna ventana condenada del Palazzo Mattei que nos hace pensar que esta interesante leyenda de la Fontana delle Tartarughe tuvo algo de real y todavía ofrece muchos misterios sin resolver.