Jardines de Mirabell.
Jardines de Mirabell. / Günter Breitegger/Tourismus Salzburg GmbH

Todos los rincones de Mirabell, el jardín de Salzburgo de 'Sonrisas y lágrimas'

"¡Don, es trato de varón! ¡Res, selvático animal! ¡Mí, denota posesión…!" ¿Te suena? Seguro que conoces la célebre canción, una de las piezas musicales de la exitosa película Sonrisas y lágrimas, protagonizada por Julie Andrews y Christopher Plummer. Pero, ¿sabías que muchos de los exteriores del filme, y un buen número de interiores, se rodaron en distintos enclaves austríacos? Una de las escenas más famosas, precisamente en la que la familia Trapp canta una vez más la pegadiza Do, Re, Mi, se desarrolla en los jardines del palacio de Mirabell, uno de los espacios más icónicos de la bella Salzburgo, hoy convertido en destino imprescindible para los fans del famoso musical hollywoodiense, pero también de gran interés para los amantes del arte y la historia.

Mirabell nevado.

Mirabell nevado.

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Los orígenes del recinto se remontan a 1606, cuando el príncipe arzobispo Wolf Dietrich von Raitenau mandó construir el edificio –por aquel entonces más un castillo que un palacio– y unos bellos jardines para su amante Salome Alt, una hermosa joven de Salzburgo de la que estaba perdidamente enamorado. La pasión de la pareja debió ser notable, pues tuvieron nada menos que 15 hijos, aunque la felicidad no duró mucho. Pocos años después de la construcción del recinto, en 1612, el arzobispo cayó en desgracia y su esposa e hijos fueron expulsados del lugar.

Estatua en Mirabell.

Estatua en Mirabell.

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El castillo pasó entonces a manos del sobrino de Wolf Dietrich, Markus Sittikus, que fue quien bautizó al complejo como Mirabell, un nombre italiano creado a partir de las palabras mirabile (admirable) y bella (hermosa). Décadas más tarde, hacia 1690, fue otro arzobispo, Johann Ernst von Thun, quien ordenó rediseñar los espectaculares jardines hasta que alcanzaron un aspecto similar al que podemos contemplar hoy. Realizados en estilo barroco, se diseñaron con una orientación intencionada que dirige la mirada hacia la catedral y la fortaleza de la ciudad (Hohensalzburg), creando un efecto visual grandioso e integrando el espacio en el resto del paisaje urbano del centro histórico de Salzburgo.

Detalle de los jardines de Mirabell.

Detalle de los jardines de Mirabell.

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Ya bien entrado el siglo XVIII, el nuevo arzobispo (Franz Anton von Harrach) encomendó al arquitecto Johann Lucas von Hildebrandt –responsable de la construcción del palacio del Belvedere, en Viena– la remodelación del complejo, hasta convertirlo en un soberbio palacio barroco. En 1818 el edificio sufrió un grave incendio, aunque sus espacios más singulares, como la escalera monumental –profusamente decorada con querubines y nichos adornados con esculturas de tema mitológico– y el Salón de Mármol –donde actuó un jovencísimo Wolfgang Amadeus Mozart en compañía de su padre y su hermano– se libraron del desastre. En la actualidad este último espacio se ha convertido en uno de los salones de boda más bellos del mundo, pero también acoge conciertos de música clásica con artistas de renombre internacional.



Pese a la innegable belleza de estos espacios interiores, la auténtica joya de Mirabell (merece la pena recordar que la visita es gratuita), la que le ha proporcionado la mayor parte de su popularidad, se encuentra al aire libre, y no es otra que sus espectaculares jardines. Allí encontramos rincones tan singulares y hermosos como el jardín de rosas, el gran parterre, el invernadero, el teatro de setos o la vistosa fuente de Pegaso (la estatua del caballo es obra del escultor Kaspar Gras), alrededor de la cual Mary y los niños de la familia Trapp bailan y cantan al son de la ya mítica Do, Re, Mi…, antes de colocarse en la escalinata del edificio para poner fin a una de las cintas musicales más recordadas y apreciadas de la historia del cine.  

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