La escapada perfecta para un fin de semana diferente

Si estás buscando un destino de lo más especial para pasar un fin de semana lejos de una gran urbe, Jaca te va a enamorar.

Jaca, lugar de ensueño para una escapada mágica.
Jaca, lugar de ensueño para una escapada mágica. / Istock / jacquesvandinteren

Viajamos hasta la capital de la comarca de la Jacetania, en la provincia de Huesca, para descubrir Jaca, una ciudad que en época invernal se tiñe de blanco y ofrece unos paisajes que nos recuerdan a Arendelle, el mítico reino de la película Frozen.

A unos 72 kilómetros de Huesca y muy cerca de las estaciones de Astún y Candanchú, Jaca es el destino perfecto para todos aquellos viajeros que quieran disfrutar de paisajes espectaculares, pero no hayan sentido la llamada de los deportes de nieve.

Jaca, paraíso blanco en el Pirineo aragonés.

Jaca, paraíso blanco en el Pirineo aragonés.

/ Istock / davibb

Jaca es el enclave ideal para una escapada de fin de semana diferente, ya que aúna modernidad, tradición, historia, y un patrimonio monumental único. No en vano, son innumerables las personalidades que han sentido cierta atracción por esta bonita ciudad pirenaica, desde Alfonso X el Sabio hasta Antonio de Nebrija o el Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal.

Permítanos el viajero, antes de descubrir los rincones mágicos de este paraíso oscense, recordar un pequeño fragmento de la obra 'Recuerdos de mi vida', de Ramón y Cajal, que pasó parte de su infancia en Jaca: “Mi curiosidad complacíase sobremanera en presencia de tan hermosos y accidentados paisajes; y así no cesaba de pedir a mi padre, que conocía a palmos el terreno, noticias detalladas sobre las aldeas, montañas y ríos cerca de los cuales pasábamos”.

Entrada a la catedral de Jaca.

Entrada a la catedral de Jaca.

/ Istock / Raul Hernandez Balbuena

Qué ver en Jaca

Podemos empezar a descubrir el patrimonio jaqués en su catedral románica, construida a finales del siglo XI y considerada como uno de los templos más importantes del primer románico español y ligada a la importancia de Jaca como centro neurálgico en la ruta del Camino de Santiago francés.

El viajero que llegue a la catedral no puede dejar de visitar el museo diocesano, que exhibe una de las mejores colecciones de pintura medieval de nuestro país. Y, a la salida, resulta imprescindible pasear por el casco antiguo, que acoge otros lugares de interés como su espectacular Ciudadela con forma de pentágono y cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XVI.

La Ciudadela de Jaca cubierta por un manto blanco.

La Ciudadela de Jaca cubierta por un manto blanco.

/ Istock / davibb

También hay que visitar las iglesias de San Salvador y San Ginés, que alberga el sarcófago de la infanta Doña Sancha, la de Santiago o la iglesia del Carmen, así como su interesante ayuntamiento de corte renacentista.

El explorador que quiera tener las mejores vistas de todo el Valle de Aragón debe hacer parada obligatoria en el mirador de Peña Oroel, mientras que el amante de la arquitectura defensiva tiene en el Fuerte de Rapitán, una de las muestras más interesantes del patrimonio militar jaqués. 

Otra de las construcciones que más fotografías acapara es la Torre del Reloj, interesante muestra de gótico civil que fue construida en el año 1445 y también ha sido torre de la cárcel. Ahora, desde 1986 ostenta la condición de sede de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos.

Cementerio municipal de Jaca.

Cementerio municipal de Jaca.

/ Istock / Rudolf Ernst

Tampoco puede faltar la visita al cementerio municipal, en el que reposan numerosos personajes ilustres o al Monasterio renacentista de las Benedictinas, conocido popularmente como Las Benitas y fundado en 1555, cuando, a instancias de Felipe II, se trasladaron a Jaca las monjas del monasterio de Santa Cruz de la Serós, ubicado también en la comarca de la Jacetania.

Cocina tradicional de Aragón

El viajero que llega a Jaca tendrá la sensación de estar en un pueblo grande en el que la comida juega un papel predominante. Y es que no hay nada mejor para entrar en calor que sentarse a disfrutar de la cocina tradicional de Aragón, con platos como la espectacular olla jacetana, un buen cordero (como el de Ternasco de Fraginal), o ternera del Valle de Aísa.

Vacas pastando en el Pirineo oscense.

Vacas pastando en el Pirineo oscense.

/ Istock / MEDITERRANEAN

Los amantes de los quesos también tienen en Jaca su paraíso particular, con el Xortical, que se elabora en Canfranc, o el Flor de Aspe, originario de Aísa, así como los numerosos quesos artesanos que se elaboran en el cercano valle de Aspe. 

Y hay mucho más: embutidos de primera calidad (como chorizos, longanizas, tortetas, morcillas), productos de la huerta, huevos camperos o sus licores Selva de Oza harán que el viajero, además de disfrutar de una ciudad con un patrimonio único, acabe de lo más satisfecho a nivel gastronómico.

Si estás buscando una escapada perfecta para un fin de semana diferente, Jaca tiene mucho que ofrecer y no defraudará a nadie, ni siquiera al viajero más exigente.

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