Descubre el puente de piedra más largo de Europa: una joya en la isla griega de Cefalonia
Nos trasladamos hasta Argostoli, capital de Cefalonia, para descubrir un puente de piedra de más de medio kilómetro que tiene el honor de ser el más largo de Europa.
Con el objetivo de acortar la distancia entre las distintas poblaciones de la isla de Cefalonia, en 1813 se construyó un puente sin nombre que hoy llama nuestra atención debido a su longitud, ya que con más de medio kilómetro es el puente de piedra más largo de Europa. Una joya que compite en belleza, por ejemplo, con Bastei Bridge o cualquiera de los numerosos puentes de piedra que disfrutamos en Cantabria.
Todo comenzó un año antes, en 1812, cuando el gobernador de la isla de Cefalonia, el ingeniero suizo Charles de Bosset presentó un proyecto para unir Argostoli con Drapano a través de un puente que cruzara la laguna de Koutavos. Le costó lo suyo, ya que tuvo muchos detractores que consideraban que el puente sería una perfecta vía de escape para ladrones y malhechores.
El puente sin nombre
Primero se levantó en madera, pero inmediatamente después se fue transformando en una verdadera obra de ingeniería que se construyó piedra a piedra. El pavimento del puente se carga sobre 16 arcos bajos de piedra que, a lo largo de más de 200 años, han soportado terremotos y conflictos bélicos. Hoy, el viajero puede admirar cómo su robusta estructura sigue en pie, uniendo no solo dos orillas, sino varias generaciones.
Al inicio, el puente no recibió un nombre oficial y los locales lo bautizaron como puente de Drapano, ya que unía esta población con la capital. Más tarde pasó a denominarse De Bosset e, incluso, se intentó traducir el apellido del ingeniero que lo ideó al griego, por lo que también es conocido en la actualidad como puente Desvosetos.
Monumento histórico desde 1970
Este puente de piedra sobre la laguna de Koutavos ofrece vistas espectaculares del agua turquesa y las montañas que rodean la isla. Y hasta hace no muchos años era transitado por el tráfico rodado. Ahora bien, en 2009 se cerró para el tráfico de mercancías pesadas y luego para los automóviles.
Hoy en día es posible pasear a lo largo de los 690 metros que mide el puente de piedra más largo de Europa y disfrutar tanto de las inmediaciones como del puente en sí, que se encuentra restaurado y con buena iluminación, para poder pasear incluso cuando cae la noche.
En 1970, el puente fue catalogado como monumento histórico. Y seguimos descubriendo algunas curiosidades, como que de 2011 a 2013, el puente estuvo cerrado hasta que se reabrió como puente peatonal. En el transcurso de la restauración, el hormigón fue reemplazado por arenisca, el asfalto por pavimento y los postes de luz anclados en el mar por réplicas de los faroles originales.
Esta obra de ingeniería puede presumir de haber resistido tanto el paso del tiempo como el tráfico rodado e, incluso, terremotos de gran calibre, como el que tuvo lugar en 1953. Con una potencia que llegó a alcanzar 7,2 en la escala Richter, este causó la muerte de 476 personas y destrozó la práctica totalidad de los edificios de las islas jónicas de Cefalonia, Ítaca y Zante. Hoy en día, sin ir más lejos, hay daños que siguen siendo visibles a pesar de las sucesivas reconstrucciones.
En definitiva, si el aventurero disfruta con puentes de toda índole, desde los colgantes que no son aptos para personas con vértigo, hasta otros que permiten descubrir ciudades tan mágicas como Venecia, tiene en Argostoli una joya que sería interesante visitar. Y ya que uno ha llegado hasta esta isla griega, puede completar la visita descubriendo el castillo de San Jorge, el lago Melissani o el Parque Nacional del Monte Ainos.
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