Ponga, donde espera la última Reserva de la Biosfera de Asturias
Descubre rincones remotos de lo más auténticos
Colindante con el famoso Parque Nacional de los Picos de Europa por su parte occidental encontramos el espectacular Parque Natural de Ponga, un espacio protegido mucho menos conocido que ocupa las montañas centro-orientales de Asturias.
Ponga es la última incorporación a la serie de Reservas de la Biosfera con que cuenta el Principado, aunque no por ser la última es menos importante, como demuestran su gran diversidad ambiental y su elevado grado de conservación.
Algo más de 20000 hectáreas de pura naturaleza donde las gargantas y desfiladeros marcan el paisaje asombrándonos a cada paso, mientras divisamos en la lontananza pequeñas aldeas perdidas que dan explicación a las múltiples majadas que adornan el verde tapiz de las laderas.
El placer de dejarse atrapar por un bosque
Llegar al Centro de Interpretación del Parque Natural de Ponga, en San Juan de Beleño, es como haber encontrado el Santo Grial. Esa sensación de toparse con un tesoro bien custodiado, inaccesible para las miradas furtivas, es nuestra primera experiencia al adentrarnos en el corazón del concejo de Ponga.
Y es que estamos a punto de entender el verdadero valor de los bosques como ecosistemas, en un entorno de ensueño marcado por un relieve abrupto con profundos valles fluviales, prados y masas forestales fuera de lo común.
El mayor representante de esta riqueza en Ponga es sin lugar a dudas el bosque de Peloño, un hayedo de algo más de quince kilómetros cuadrados enclavado entre las localidades de San Juan, San Ignacio, Vago y Casielles. Un gran bosque caducifolio en el que se dan cita dos centenas de miles de estos árboles portentosos que cubren los montes de sombra y nos regalan coloridos diferentes a lo largo del año creando un auténtico espectáculo visual.
Los dieciséis kilómetros de pista forestal que recorren el hayedo circundado por robledales nos conducen en última estancia a la vega de Arcenorio, una de las majadas más carismáticas de la zona, donde la quietud del ambiente sobrecoge.
Y es que el bosque de Peloño ha contribuido sensiblemente a la declaración de Ponga como Reserva de la Biosfera, al ser sus excelentes masas boscosas uno de sus principales atributos.
Un rincón poco conocido de Asturias con mucho que ofrecer
Declarado Parque Natural allá por los comienzos del siglo XXI, en 2003, no fue hasta julio de 2018 cuando fue reconocido por la Unesco como Reserva de la Biosfera por su excepcional valor natural y la preservación que de él han hecho los habitantes de este concejo asturiano.
Llama la atención, sin embargo, lo relativamente desconocido que es para el público foráneo este espacio protegido lindante con la provincia de León. También es llamativo, y explica en parte el ambiente sereno de estas tierras montañosas, que el concejo de Ponga reúna una superficie de 206 kilómetros cuadrados mientras que alberga tan solo unas pocas centenas de habitantes sin llegar siquiera al millar.
Las altas crestas calizas despuntan en el horizonte mientras los bosques inundan laderas enteras, pero son los prados los que han configurado realmente el paisaje de los valles.
Las aldeas tradicionales que aquí encontramos están sustentadas en una economía de subsistencia basada en la ganadería y la gastronomía, si bien la caza representa también una actividad nada desdeñable teniendo en cuenta las poblaciones de venados y jabalíes que merodean por estos andurriales. El rico patrimonio de arquitectura popular que iremos descubriendo, según penetremos en los límites del Parque Natural, destaca ampliamente por su gran valor etnográfico.
Casielles, por ejemplo, nos deleita con unas vistas espléndidas sobre el cañón del río Viboli, no sin antes atravesar una serpenteante carretera que pareciera una especie de cremallera vista desde los aires. Desde allí es conveniente acercarse también al desfiladero de los Beyos, un cañón de veinte kilómetros de largo creado por el célebre río Sella.
Mientras, el río Ponga, que da nombre al concejo, traza otra de las aberturas en el relieve donde los asentamientos se nombran con cuenta gotas. Parada obligada es Abiegos, una coqueta aldea no demasiado alejada de San Juan de Beleño, donde se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural.
Tampoco podemos olvidarnos de las localidades de Sobrefoz o PuenteVidosa. El primero, por su arquitectura tradicional de insuperable carácter asturiano. Y la segunda por su reconocido Parque de Aventuras entre desfiladeros, no apto para quienes sufran de vértigo.
En Ponga, la combinación de montaña y paisajes rurales logra una conjunción perfecta para amantes de la naturaleza que busquen al mismo tiempo toda la esencia de esta tierra asturiana dominada por los picos Tiatordos y Pierzu.
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