Islandia por partida doble: el Círculo de Oro y el Círculo de Diamante

Dos maneras de visitar el extremo noroeste de Europa

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Islandia es uno de esos destinos soñados que se nos revela al mismo tiempo cercano y lejano, indómito y sometido, y que nos atrae poderosamente con la mera imaginación de los paisajes y tesoros que nos aguardan en esas latitudes.

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Todo un torbellino de sorpresas que la isla volcánica nos ofrece de manera resumida mediante dos célebres recorridos que nos proponen su visita por partida doble según nuestra disponibilidad o carácter aventurero: el Círculo de Oro y el Círculo de Diamante.

El Círculo de Oro, la manera más rápida y fácil de tener un primer contacto con Islandia

También conocido como Círculo Dorado, este recorrido nos lleva por los tres lugares más visitados de todo el país. Un dato que no es pura casualidad pues, aunque este «trío de ases» es de una belleza y espectacularidad sin igual, el hecho de situarse en un radio de distancia próximo a la capital, Reikiavik, facilita su acceso y su popularidad.

El Parque Nacional de Thingvellir, que significa «explanada de la asamblea», es uno de los lugares más simbólicos de toda Islandia, tanto por su significado geológico como por su valor histórico.

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Por un lado, el valle de Thingvellir muestra la esencia de Islandia a través de la falla más impresionante de todo el país, la de Almannagjá, reflejo de la dorsal Atlántica que separa de sudoeste a nordeste la isla dejando a uno y otro lado las placas tectónicas que corresponden a Eurasia y al norte de América; una fractura que conforma la realidad geológica de Islandia, cargada de volcanes, géiseres, cascadas, cañones…

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Este valle, además, es el espacio donde se celebraban las asambleas desde el siglo X – concretamente en Lögberg o Roca de la Ley, un montículo rocoso –, habiendo pasado a ser el punto más venerado por los islandeses.

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No muy lejos de Thingvellir se encuentra la siguiente parada del recorrido, el valle de Haukadalur, famoso por su elevada actividad geotérmica y termal, que da lugar a los más importantes géiseres de Islandia, como los de Strokkur o Geysir – de donde surgió la palabra de uso universal -.

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Completando el círculo de la ruta, en un área no muy alejada, otro sitio espectacular, la Cascada de Gullfoss, una profunda brecha en la roca creada por la acción de la tectónica de placas que a su vez ha sufrido la erosión de los elementos para crear el recipiente perfecto de una caída de aguarealmente bella e impresionante; en efecto, el curso del río Hvítá fluye por un precipicio de manera que nos da la sensación de que las mismas entrañas de la Tierra se lo tragasen.

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El Círculo de Diamante: Islandia a fondo

Islandia representa el extremo noroccidental de Europa, y su capital la más septentrional de un Estado soberano en el mundo. Con estas referencias, adentrarse en lo más recóndito de estas tierras no puede significar otra cosa que sinónimo de aventura. El Círculo de Diamante nos permite precisamente esto, aunque bien es verdad que nos demandará que contemos con algo más de tiempo en nuestro viaje que lo que precisa la vuelta completa a través del Círculo de Oro.

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En este caso recorreremos la parte noreste del país, explorando lugares igualmente maravillosos. El punto desde el que tradicionalmente se parte para emprender esta ruta nace de la ciudad de Húsavik, que además representa la población perfecta desde la que partir mar adentro en la búsqueda de avistamientos de grandes cetáceos.

Comenzamos el Círculo de Diamante con un plato fuerte, el Cañón de Ásbyrgi, un sensacional desfiladero en forma de herradura que desde cierta perspectiva nos pudiera recordar al famoso Horseshoe Bend del Estado de Arizona, en Estados Unidos.

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Al sur de Ásbyrgi nos topamos con Hljodaklettar o Acantilado de los Susurros, una formación de origen volcánico que ha dado lugar a rocambolescas torsiones de las rocas basálticas que, vistas en detalle, nos sorprenden con los cientos de poliedros con los que están formadas en una especie de puzle gigante.

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Aún más al sur nos aguarda otra sobrecogedora cascada, en este caso la más caudalosa de Europa. Hablamos de Dettifoss, que al igual que ocurre con la Cascada de Gulfoss, una falla provoca la abertura en la tierra por la que se adentra en caída libre el río Fjöllum. Su centena de metros de anchura y casi la mitad de altura producen una imagen grandiosa y un ruido ensordecedor.

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Bajando algo más por la isla en dirección oeste alcanzamos a encontrar la siguiente escala de esta ruta, Dimmuborgir, un paraje conocido por sus extrañas formaciones volcánicas que parecieran semejarse a construcciones defensivas, dando lugar al nombre popular con el que se conocen: «Castillos Oscuros».

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Por último, y pegando a Dimmuborgir, nos espera el fantástico Lago Myvant, un espacio famoso por el avistamiento de aves, que pareciera sacado de otro planeta. La importante actividad volcánica de la zona ha dado lugar a un paisaje inverosímil en el que se representa una muestra singular en tamaño reducido de la esencia de Islandia; un país donde la geotermia, las erupciones, las aguas termales y los paisajes increíbles, nos hacen recordar la primigenia naturaleza del interior de la Tierra.

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