Armenia, un pequeño país infravalorado con una gran historia en el corazón del Cáucaso

Recorre este pequeño país europeo que limita con Oriente Medio y el Cáucaso y esconde cientos de secretos.

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Armenia suena a lugar exótico y remoto y cumple con esas expectativas. No solo el monte Ararat, en el Altiplano Armenio que comparte con Nemrut, fue el lugar elegido por Dios -según la Biblia- para que Noé encalara su Arca al finalizar el diluvio universal, sino que parece que todos sus paisajes han sido colocados por una mano divina que pretendía crear uno de los sitios más bellos del planeta. Visitar el entorno de Armenia debe ser muy parecido a viajar a través del tiempo. Su naturaleza evoca la tranquilidad máxima, mientras que su arquitectura y yacimientos arqueológicos hacen lo propio con un pasado en el que se puede leer la tumultuosa vida del país.

El monte Ararat donde, según la Biblia, Noé encaló su Arca

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El Cáucaso, a caballo entre Europa y Asia, protege a este pequeño país que, a causa de la Historia, se ha convertido en un pueblo donde el sentimiento de pertenencia es crucial. Sus vecinos turcos, georgianos, iraníes y azerbaiyanos no han trazado la mejor de las relaciones con los armenios, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial: el que todavía era el Imperio otomano acometió un genocidio por el que murieron un millón y medio de habitantes y otros miles se vieron obligados a abandonar su país. A pesar de esta mancha negra que ninguno de ellos está dispuesto a olvidar, el amor por su tierra no se difumina.

Descubre su capital

En el siglo XX, Ereván se convirtió en la 'ciudad rosa', repleta de monumentos, memoriales y esculturas que cuentan la historia del país, sin olvidar tampoco esa etapa que queda recogida en el Memorial y Museo del Genocidio Armenio. La tradición más antigua se conserva como si hubiera surgido ayer mismo y cada una de las capas del pasado van conformando una especie de libro que conduce al presente. Viajar a Armenia no es simplemente conocer sus principales monumentos, sino sumergirse en su vida y su cultura.

Ereván con los picos del monte Ararat al fondo

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Los armenios presumen de ser la primera región cristiana, aunque mucho antes de aquello, el Reino de Van o Urartu era la cuna de su cultura desde la Antigüedad, con un gigantesco patrimonio sobre el que se puede aprender en el Museo de Historia de Armenia. Fuera de los museos, la cultura se ve a pie de calle y para ellos cualquier momento es bueno para bailar. Con la danza tradicional, reconectan con su pasado y celebran su presente, expresan sus sentimientos a través del cuerpo al ritmo de una música muy rica, síntesis entre Oriente y Occidente.

La escalera de la Cascada

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Siempre han estado con un pie en cada lado del mapa y eso ha marcado tanto su desarrollo como su arte. Su capital, Ereván, parece no tener mucho más que la plaza de la República, la plaza de la Libertad y las escaleras del Complejo de la Cascada, pero también incluye otras muchas visitas que merecen la pena, como la de la Ópera de Armenia, el Memorial del Genocidio Armenio, el barrio histórico de Kond, las ruinas de Erebuni, la ciudadela palaciega que fue capital del Reino de Van, el monasterio de Tatev y un largo etcétera que solo puede apreciarse si se recorren sus calles con calma. Además, es una ciudad muy viva, con una oferta gastronómica interesante y una noche apasionante.

Gastronomía y naturaleza

Al igual que ocurre con la música, a la hora de cocinar también se hallan en un punto intermedio entre Oriente Medio, el Mediterráneo y el Cáucaso, por lo que en su comida se encuentra una paleta muy amplia de sabores. Tradicionalmente se cocina en un hogar excavado en el suelo llamado tonir y su plato más común es el lavash, un pan grande y fino que puede envolver khorovats, carne a la parrilla con verduras y muchas hierbas frescas, que también hay en versiones vegetarianas y veganas. Cocción lenta y condimentación son las principales características de una cocina que ha ido evolucionando en gran medida con el paso del tiempo.

Así se hace el típico lavash armenio

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Esa gastronomía empezó a desarrollarse para los trabajadores del campo y, aunque cuente con una extensión de tierra muy limitada, cuenta con múltiples especies autóctonas de fauna y flora, reservas naturales y monumentos y parques nacionales. Campos de amapolas se extienden en el camino hacia Gyumir, los lirios aparecen en torno a los asentamientos de Garni y Voghjaberd y los espinos amarillos en el sendero hacia el lago Sevan; los peces nadan en los estanques de Armash y las cabras y los buitres conviven en el cañón de Gnishik. La naturaleza en Armenia no conoce fronteras y la vida silvestre se encuentra en cualquier rincón.

El paisaje natural de Stepanavan

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El Cañón del Ángel en Vedi, la Cueva de los Pájaros en Areni, Lastiver en Yenokavan, la cascada Trchkan en Lori el lago Tsover en Dsegh, el lago Parz en Dilijan o el cañón de Dzoraget en Stepanavan son solo algunos de los monumentos naturales que pueden visitarse a lo largo y ancho del país caucásico. Todos sus paisaje parecen sacados de un cuento de hadas y su belleza sobrepasa cualquier frontera. Esas calificaciones de 'exótico y remoto' se vuelven reales solo con poner un pie en Armenia, un país injustamente infravalorado.