La queja de los turistas británicos sobre España: “no volveremos”
“Viajar es descubrir que todo el mundo se equivoca”. Aldous Huxley.
Aparentemente el precio de las bebidas alcohólicas espanta a los turistas británicos. El precio elevado, me refiero. La inflación y posiblemente la ambición de algunos hosteleros, en este caso de la tristemente icónica Magaluf, ha provocado un aumento de los precios. Y los turistas británicos se enfadan: “es la última vez que pagamos un gin-tonic por diez euros”, dice el periódico Daily Mirror que dicen estos habitantes de las islas británicas.
Si por mi fuera, cobraría esos gin-tonic a 45 euros, garantizando que los turistas de hígado alegre y vacaciones espirituosas buscasen otros destinos donde colmar terrazas y playas. España vive del turismo, no es noticia, pero no tiene por qué vivir del turismo ligado al alcohol, somos más que un bar, poco más, pero algo más.
Alternativas propuestas por la prensa inglesa
El periódico The Sun les propone buscar otras latitudes donde embriagarse a precios bajos. Donde la pensión les pueda durar hasta la eternidad etílica. Y les proponen irse a Turquía, lo que me parece interesante, en las Baleares no caben más, así que construiría un puente de plata sobre el Mediterráneo, para repartir esta carga de visitantes entre más destinos. 100 turistas puede ser una bendición, un millón es un castigo.
El curioso caso de la turista británica que ve el vaso medio vacío
Otra mujer anglosajona ha hecho unas declaraciones que merecen ser reseñadas. Quién sabe por qué un periódico fue a preguntarla, quién sabe por qué ella quiso responder. Pero esto es lo que dijo: “las medidas son mucho menores. Antes llenaban el vaso hasta tres cuartas partes con ginebra. Ahora es menos de la mitad”. No puedo imaginar a qué sabe un gin-tonic con esas desproporciones: tres cuartas partes de ginebra, una cuarta parte de poco criterio y el resto es indiferente. Embolingarse como medida del tiempo y las vacaciones.
En fin, llegará el día que la sanidad británica nos pase la factura de todos los cirróticos con denominación de origen mediterránea. Si no existieran los turistas británicos, habría que inventarlos. Para terminar, una aclaración, como diría Julio Camba: “no me tomen demasiado en serio, ni demasiado en broma”.
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