Conseguir la máxima calidad de imagen con el formato RAW

En fotografía analógica la mayoría de los usuarios dejaban la tarea del revelado en manos de los laboratorios. En cambio, los profesionales y afi cionados que buscaban la máxima calidad y control en el proceso recurrían a su propio cuarto oscuro para obtener una fotografía en papel a partir del negativo.

En la era digital en la que nos encontramos, el revelado ya no se realiza en el laboratorio sino que suele ser la propia cámara la que procesa los datos en bruto (RAW en inglés) captados por el sensor y crea el archivo de imagen fi nal. Pero si tienes la suerte de contar con una cámara que admite el formato RAW (la mayoría de las compactas de gama alta y todas las réflex digitales lo hacen), podrás obtener una imagen en bruto que posteriormente será posible procesar con Photoshop u otra aplicación que admita ese formato.

Las últimas versiones del programa Photoshop incluyen además un componente, denominado Camera RAW, que interpreta esos datos y permite aplicar los distintos parámetros de procesamiento. Lo más destacable es el apartado de iluminación. Desde el programa se puede, por ejemplo, subexponer un cielo que aparezca quemado. Además, el formato RAW permite trabajar en modo de 16 bits (65.563 niveles de brillo) frente a los 8 de JPEG (256 niveles). Esto garantiza transiciones más sutiles entre los distintos niveles de brillos de la imagen.

Otro ajuste es el balance de blancos, que puede modificarse después de haber tomado la fotografía.

Un último control imprescinsible es el histograma. Gracias a él se pueden modifi car los valores de luminosidad de cada parte de la imagen, consiguiendo un equilibrio óptimo de la exposición.